martes, 31 de marzo de 2009

CRÍTICAS LITERARIAS - LUIS LEANTE



Las sombras del tiempo

 

             Dos vidas que han circulado a través de los espejos de los años y un demoledor secreto que sólo la muerte logra desempolvar. Luis Leante ha regresado, tras obtener el Premio Alfaguara, con una novela de una intensidad tal que no hace sino confirmar el talento narrativo que ha mostrado siempre. La misteriosa muerte del escritor turco Emin Kemal provocará que René, su traductor, se vea empujado a bucear en el pasado del autor y en el suyo propio, un pasado en el que las rosas pudieron menos que las espinas, y una muerte que colocará a René ante un nuevo camino, una ruta que en cierto modo le rescata de una gris existencia personal y literaria.

 

Para construir esta magnífica novela, Luis Leante ha recurrido a su arsenal de virtudes, el trazo ajustado de la psicología de sus personajes, una alternancia temporal que cada vez realiza con mayor suavidad, y un tempo narrativo dosificado, milimétrico casi, para que el lector se vea arrastrado a pasar una nueva página, incluso concediéndole la ventaja que el protagonista no tiene: la de conocer el gran secreto de Emin Kemal antes de que René haya podido averiguarlo. Ambos hombres, escritor y traductor, vieron sus destinos encerrados sin remisión en el puño de Derya, una inquietante y magnética mujer cuya sombra se extiende como una mancha de aceite, o como esas puestas de sol que languidecen en el Bósforo.

 

La búsqueda que emprende René tiene como escenarios Alicante, Madrid y Munich, pero sobre todo la ciudad de Estambul, y el café La Luna Roja, que llega a convertirse en un personaje más de la novela. Pero hay más personajes, muchos más que no aparecen gratuitamente, porque todos tienen su parcela de importancia, y por ello se van asomando con delicadeza y oportunidad, porque las sombras del tiempo sólo crecen gracias a las almas que las construyeron. La pasión, el amor, el olvido, la venganza, la literatura como motor vital, todo late en estas páginas, y todo está sacudido desde el inicio por la taquicardia del misterio, esperando el momento en el que René sea capaz de desentrañar la brillante madeja urdida por Luis Leante.

 

La Luna Roja’. Luis Leante.

Alfaguara. 393 páginas.


(LA VERDAD, "ABABOL", 28/3/09)


 

miércoles, 18 de marzo de 2009

LA LINTERNA MÁGICA - LAS SANDALIAS DEL PESCADOR



LAS SANDALIAS DEL PESCADOR

 

 

            Lo que es el cine, en 1968, el ruso Kiril Lakota, o lo que es lo mismo, el gran Anthony Quinn, era elegido Papa con el fin de abogar por la paz en plena guerra fría. Cosas de la ficción lo de presentar a un Vaticano implicado hasta ese punto en la sociedad, porque lo que es hoy, nada de nada. Para haber empezado el negocio con un pesebre y haberlo llevado hasta donde está, en el corazón de Roma andan un poco escasitos de marketing.

 

Parece que el señor Ratzinger haya pensado que, puestos a repartir hostias, mejor que sean de gran calibre, de ahí lo de conmemorar el día de la mujer trabajadora elogiando a la lavadora como un invento que ha ayudado a mejorar la vida femenina. Valiente desfachatez, hombre, mira que olvidarse del microondas, la fregona, las tenacillas o las bolas chinas…, no hay derecho. Pero no contentos con la perla que soltó L’Osservatore Romano, ahora el zumo pontífice (no me digan que no tiene cara de llevar siempre un limón entre los dientes) se descuelga diciendo que el uso del preservativo agrava el problema del sida, y lo hace en África, donde a la dichosa enfermedad casi ni la conocen. 


Una metedura de pata puede ser un desliz, dos ya es perseverancia y mala leche, así que he acudido una vez más a mis espías y me han confirmado lo que ya temía: hay un topo en El Vaticano. El tipo que le escribe los mensajes al Pescador debe de ser un ateo resentido, un lama con peluquín o un ayatolah rasurado harto de cálices, porque de otra manera no se entiende la política vaticana desde que Carol Wojtyla dejase el listón tan alto como lo dejó. Si lo que pretenden es captar ovejas para incrementar el rebaño, desde luego van de purgatorio en purgatorio, porque con las últimas manifestaciones, las demás religiones del orbe están subiendo muchos puntos en el ranking de conversiones.

 

La otra posibilidad es que el topo sea un apocalíptico de tomo y lomo que desee ver muerto a su jefe cuanto antes, si Obama ha llegado donde ha llegado, a ver por qué no puede haber un Papa negro que preludie el fin de los días y el triunfo definitivo de Belcebú. O quizá sea un economista encubierto que ha dado con la solución final de la crisis: si dejamos que los africanos vayan sucumbiendo en masa por no ser profilácticos, tocaremos a más dinero en el reparto mundial, así que adiós a la recesión.

 

Por los mentideros cibernéticos circula una curiosa teoría. En 1981, el Liverpool ganó la Copa de Europa, el príncipe Carlos se casó y Alí Agca atentó contra Juan Pablo II; la última vez que los ingleses volvieron a ganar, en 2005, el seudo heredero inglés desposó a esa yegua aristocrática que ahora tiene por mujer y falleció Wojtyla. Como este año los Torres, Reina y Benítez ganen otra vez la Champions League y al bueno de Charles le dé por repetir boda, el topo se habrá salido con la suya y tendremos que sentarnos a esperar una nueva fumata.


sábado, 14 de marzo de 2009

CRÍTICAS LITERARIAS - LORENZO SILVA


 

Baúles de dolor

 

             Vuelve Lorenzo Silva a ocuparse de las sustancias interiores del ser humano, y no es que en sus obras policiacas haya dejado de hacerlo, pero en esta novela esa inmersión en lo profundo de las personas se convierte en el eje principal. Con el fondo de un episodio acaecido en el siglo XVII en el madrileño convento de La Encarnación, un hombre y una mujer entrelazan sus vidas a través de Internet, tendiendo puentes entre ellos que les ayuden a encontrar un camino alejado de las decepciones que la realidad les ha proporcionado a lo largo de los años.

 

La obra acumula un triple mérito: además de entregarnos la peculiar relación que surge entre Theresa y el Inquisidor, nos muestra a un autor que se zambulle de cabeza en la actualidad, y de una manera novedosa, porque nadie hasta ahora había planteado una novela como material íntegramente aparecido en un blog y varias sesiones de chat, confirmando así que las nuevas modalidades comunicativas no tienen por qué estar reñidas con la buena literatura.

 

El tercero de sus méritos radica en rescatar un episodio histórico, un supuesto caso de herejía acontecido en el convento, y mostrar cartas, actas de interrogatorios y confesiones, y hasta pliegos de descargo, todo ello con una adecuación lingüística verdaderamente magnífica, llevando al lector hasta el mismísimo barroco español. La historiadora Theresa y el enigmático hombre que se hace llamar Inquisidor iniciarán su camino en común de la mano de este episodio y de sus textos.

 

Pero en esta novela, Lorenzo Silva habla también de la soledad, del fracaso, ya sea amoroso o social, que ha salpicado a sus protagonistas, y de la culpa y la expiación, porque los dos arrastran sus propios baúles de dolor, los mismos que los han conducido a la intemperie de eternas noches frente al ordenador. Tiempos nuevos con antiguas dolencias, tiempos nuevos con nuevos métodos tecnológicos, pero siempre con los idénticos misterios de la vida: el juego entre las apariencias y la realidad.

 

 

‘El blog del Inquisidor’. Lorenzo Silva.

Destino. 251 páginas. 


("ABABOL", LA VERDAD, 14/3/09)


jueves, 5 de marzo de 2009

LA LINTERNA MÁGICA - EL MARIDO DE LA PELUQUERA


EL MARIDO DE LA PELUQUERA

            Jean Rochefort se enamoraba de una peluquera, lógico si el papel lo encarnaba Anna Galiena, menos mal que no tuvo que fijarse en la directora del instituto alicantino de El Pla. La individua de marras se llama Marina Carmen Sanz, es docente de Formación Profesional, rama de Peluquería, y su elevada cualificación para ejercer el cargo parece haberse visto refrendada, más que por méritos profesionales, por su capacidad para pasillear y contactar con los cargos de la administración educativa valenciana.

 

Esta buena mujer, además de parar poco por su centro, según comentan alumnos del mismo, lleva más de un año martirizando al escritor Luis Leante, gran persona, grandísimo novelista y al parecer egoísta profesor, porque no ha querido abandonar la docencia y dedicarse a vivir de sus libros. El caso es que, si Luis Leante ganaba el Premio Alfaguara, ella, en vez de presumir de trabajar con un compañero brillante, se retorcía los colmillos de envidia; cuando Luis solicitó reducción horaria, ella le castigó con horarios esquizofrénicos, se permitió el lujo de negarle la entrada al centro para celebrar una tertulia literaria, y cuando los tertulianos se reunieron en el aparcamiento, llamó a la policía para que los desalojara.

 


No hay nada peor que un mediocre en un cargo de mando, que un imbécil, una imbécil en este caso, apolotronado en el caudillaje estalinista en un centro de enseñanza. Y Luis, a quien me precio de conocer, ha aguantado carros y carretas, se ha hinchado a poner la otra mejilla por el egoísmo de querer seguir enseñando latín a sus alumnos, nada menos. Ha seguido en la brecha, no sé cuántos de nosotros lo habríamos soportado, porque disfruta enseñando, no rellenando encuestas y papeles inútiles ni figurando como gerifalte de nada.

 

Así que no me extraña que, cuando vio una cámara apuntando directamente a su seminario, un ojo inclemente dispuesto a certificar algún mínimo error para que la tal Marina le denunciase a la inspección educativa, Luis dijera que ya estaba bien, que no tenía por qué soportar más la ignominia, y arrancase un par de cámaras para liberarse, cámaras que habían sido instaladas sin que el claustro de profesores tuviera conocimiento de ello. Total, los profesores somos el personal menos importante del mundo educativo.

 

Pero no contenta con eso, esta hija de Sade hace que arresten a Luis durante una clase, y él termina pasando la noche en la comisaría, ni presunción de inocencia ni falta de antecedentes ni gaitas, esta señora, con perdón, fascista donde las haya, se pasa por el arco de los rulos cualquier atisbo de modales o delicadeza. Pues yo estoy con Luis Leante, pecador de brillantez literaria y humana, y que se jodan los mediocres. Vale.