jueves, 29 de octubre de 2009

LA LINTERNA MÁGICA - LA FAMILIA ADDAMS

LA FAMILIA ADDAMS

Pero qué bien lo pasarían ahora en nuestro país Gómez, Morticia, Fétido Addams y compañía, instaladitos en un territorio recién colonizado y que en las últimas noches de octubre rinde homenaje a muertos, monstruos, espectros y demás fauna de ultratumba, incluidos algunos políticos. Hala, llega Halloween, a disfrazarse tocan, a llamar a las puertas y darle un susto al personal a cambio de kilos y kilos de dulces. Y uno, que no es dentista, y que además padece del corazón, tiene que elegir dolorosamente, no ya entre truco o trato, sino entre no abrir la puerta o calzarle una hostia descomunal en toda la máscara, que eso también asusta lo suyo, al inconsciente de turno.



Es cuando menos curioso que nuestros jóvenes, esas joyas de la ESO, se enganchen a esta fiesta tan española, pero es natural, son los mismos que piensan que Papa Noel es de Norteamérica y que los Reyes Magos son de la Polinesia. Y para no ser menos, ejércitos de enseñantes progres y voluntariosos se ponen con ellos a decorar colegios e institutos con murciélagos, sábanas y calabazas (hay que joderse, tanto que renegamos de aquel Naranjito y ahora adoramos a su versión zombie). A asustar, que son cuatro días y eso del más allá enriquece mucho las programaciones educativas. Doy fe de que es imposible tomarse en serio una reunión docente con telarañas colgando por las paredes, nada de lo que trate un claustro de profesores en semejante ambiente puede ser tomado en serio, pero la nueva pedagogía es la nueva pedagogía, aunque se desarrolle en una lúdica cámara de los horrores.

Y pienso yo que esta invasión de una costumbre yanqui no tendría que estar tan justificada, porque si se trata de acuñar miedo, terror o pánico, hay muchos momentos del año en los que el españolito medio los experimenta sin tantas alharacas, véase la fecha de cumplir con Hacienda, la vuelta de las vacaciones, esas navidades llenitas de paquetes, un expediente de regulación de empleo, la sonrisa de Francisco Camps, una mirada de Esperanza Aguirre… Vamos, que hay donde elegir sin tener que seguirle el juego a Obama, y sin tener que hacerse una siniestra foto con él y dejar que nuestras hijas adelantasen esta celebración, y menos mal que no posaron Pepiño Blanco o Mª Teresa Fernández de la Vega, porque habrían parido la instantánea más horrorosa de nuestra vida democrática.



Pero no todo está perdido, me confirman mis espías que la Conferencia Episcopal, ese bastión de las tradiciones más puras de nuestra España, ha decidido contraatacar, pidiendo a los fieles un mayor rigor en la celebración de los días uno y dos de noviembre, y por una vez, y sin que sirva de precedente, estoy de acuerdo. Denme Tenorios y comendadores en lugar de calabazas y brujas, llenemos los cementerios, resucitemos a los donjuanes que en el mundo han sido y enviémoslos a seducir a las féminas estadounidenses, a ver si son capaces de doblegar tanta lorza de manteca de cacahuete. A fin de cuentas, nuestros adalides religiosos han sido siempre grandes expertos a la hora de provocar terror, ya fuera en un potro, en una hoguera o en una consuetudinaria repartición de hostias.


Espero que el fin de semana, el que toque mi timbre tenga mucha paciencia, o lleve un buen casco en su disfraz. Buh.


sábado, 10 de octubre de 2009

LA LINTERNA MÁGICA - TIEMPO DE MATAR


TIEMPO DE MATAR

En el más profundo sur estadounidense, una niña negra de diez años es violada y su padre, Samuel L. Jackson, decide vengarse en propia mano liquidando a los dos violadores, blanquísimos ellos. Obviamente, es detenido, y todo el peso de la ley parece ir a caer sobre él, hasta que su abogado, Matthew McConaughey, decide darle al jurado una tremenda vuelta de tuerca, invitándolos a que imaginen a esa niña sufriendo, pero que la imaginen blanca. El color de la piel casi mata a un padre que decidió defender a su familia.


Hoy, en España, y no en la más profunda precisamente, estamos haciendo todo lo contrario a lo que Joel Schumacher criticaba en su película. Vamos, que de tanto usar el papel de fumar para cogernos las ideas, se nos están borrando hasta las huellas dactilares. Me explico. Mi amigo Miguel Yepes me ha enviado la foto de una campaña contra la discriminación, llevada a cabo en Gijón con la colaboración de la Asociación de Diseñadores Gráficos de Asturias y las Escuelas de Arte de Oviedo y Avilés. Una campaña en la que el cartel estrella viene a decir que si uno no es “puta, negro, marica, moro, sudaca o mujer”, es diferente y, además, un imbécil. Así, tal cual se ve en la imagen.



Espero que ahora no vengan los catedráticos de marketing y publicidad a hablarme de campañas rompedoras, bienintencionadas y que nos hagan pensar, yo ya pienso solito desde hace muchos años, sin que nadie me insulte, y me precio de ser bastante tolerante, pero no soy gilipollas. El cartelito ofende. A mí, que soy hombre, español, blanco y heterosexual, o lo que es lo mismo, imbécil, el cartel me molesta, pero es que si perteneciera a alguno de los colectivos tomados como muestra, creo que también me sentiría ofendido.


No creo que la discriminación positiva sea la mejor medida para evitar el racismo, el sexismo, la xenofobia, la homofobia, y lo más probable es que levante otras barreras, diferentes pero tal vez más altas. El propio término discriminar significa seleccionar excluyendo, y la apostilla de positividad que en la RAE se han apresurado a colocar parece que no sirve más que para guardar las espaldas de todos los que ahora se pasan de progres trasnochados y políticamente correctísimos.


Hoy no estoy para ironías finas, porque soy un imbécil según la dichosa campaña. Hemos pasado de dudar del alma de la mujer a la paridad en los partidos políticos, y nos hemos tragado a una ex ministra de fomento y a una portavoz popular que tienen, cuando menos, capacidades muy dudosas. El ingenuo soy yo por pretender que los puestos, y los sueldos, se otorguen en función de las capacidades y no de los sexos o la imagen.



La igualdad, deberían saberlo ya todos estos meapilas, es otra cosa muy diferente, y muchas veces tiene muy poquito que ver con orígenes o sexos, es una cuestión de sentido común, y eso sí que brilla por su ausencia y nadie se molesta en buscarlo. Estoy muy cansado de tener que andar con pies de plomo para no ofender a ciertos colectivos, que ahora me ofenden a mí con estas campañas. Si algún extranjero me agrede y me defiendo, me tacharán de xenófobo, si no desfilo el día del orgullo, de homófobo, si no pido la regularización de las prostitutas, de … ¿coño, de qué será entonces, de meretrizófobo?, si dirijo una película y soy hombre, me quedaré sin subvención aunque haga una obra maestra, si le doy un cachete a mi hijo por quemar la casa, me podría denunciar por malos tratos. Son ya demasiadas trabas, me parece a mí, hasta para un imbécil diferente como yo.


En fin, flaco favor está haciendo la campaña de marras, o tal vez no, ¿alguien cree que si el señor Obama fuera un poquito más blanco le habrían dado el Nobel de la Paz tan pronto?, yo desde luego no, nadie hace tantos méritos tan rápido. Ahora me voy a ver si alguien me opera para oscurecer pigmentariamente mi epidermis, o para cambiarme la glotis por la de un ruso, porque lo otro, desde luego, no pienso cortármelo ni por asomo, mejor imbécil completo que liberal capadito. Vale.