Muy agradecido a Ana Ballabriga por la reseña que ha publicado en Ababol, en el diario La Verdad, sobre mis Cuentos suspensivos.
ANTONIO PARRA SANZ (Madrid 1965), profesor de Lengua y Literatura, de Escritura Creativa y crítico literario. Novelas: Ojos de fuego, La mano de Midas (Premio Libro Murciano 2015), Los muertos de las guerras tienen los pies descalzos; Acabo de matar a mi editor, Dos cuarenta y nueve y Entre amigos (Serie Sonia Ruiz 6). Relatos: Desencuentros, El sueño de Tántalo, Polos opuestos, Cuentos suspensivos, Malas artes. Artículos: La linterna mágica, Butaca de patio. Ensayo: Tres heridas.
sábado, 24 de junio de 2017
FRAGMENTOS DE UN MUNDO ACELERADO - JOSÉ ÓSCAR LÓPEZ
Lo real maravillado
Bucles
cortazarianos, así podríamos definir o clasificar estos relatos de José Óscar
López por la realidad cambiante que se respira en todos ellos, por las
continuas visitas que realiza a los lados de acá y de allá, por ocuparse de la
formación del mundo, del lenguaje y sus hilvanes, de los pliegues del tiempo o
de la más absoluta redondez narrativa que se respira en los más de cien textos
que conforman este volumen.
Son
relatos y microrrelatos agrupados en significativos bloques temáticos que hacen
referencia a la formación del mundo antes mencionada, los grandes
descubrimientos, los principios astronómicos, ciertas temporadas en el
infierno, algunos momentos sin habla y sin conversación, la construcción del
amor, patologías o diversas aventuras sin fin, muertes inevitables… Un abanico
amplio con el que el autor compartimenta los relatos pero sin someterse a una
estricta rigidez argumental, sino entrando y saliendo de diversas temáticas que
lo mismo hablan de una religión que hace adeptos mediante el bostezo como de un
superhéroe venido de otro planeta que sólo triunfará en éste cuando haya
eliminado a los que también compartieron viaje con él.
En
todos hay, al menos, dos denominadores comunes: el cuidado por el lenguaje y el
ritmo narrativo, además de la voluntad de encajarle al lector algún que otro
directo sorpresivo en la mandíbula, ya sea construyendo una máquina inservible
pero insustituible, o presentando a niños capaces de hacer volar sus casas como
si fueran simples cometas. Incluso se ocupa también de temas muy actuales, como
ocurre en el relato titulado ‘Los silenciosos’, en el que el odio y la
marginación por parte de los ruidosos colocan a quienes guardan silencio en el
borde del abismo o la picota.
No
hay mundos acelerados en estos relatos, acaso contradiciendo al título, lo que
hay son pequeñas islas de calma que nos hacen reflexionar al finalizar la
lectura de cada una de ellas, lo que hay es otra vuelta de tuerca, una más pero
muy bien dada, a cierto tipo de realismo mágico, a la costumbre de contar lo
fantástico como si fuera lo más cotidiano del mundo y viceversa. Tal vez más
que realismo mágico habría que hablar de lo real maravillado, así nos
acercaremos un poco más a lo que quizá haya pretendido José Óscar López con
estas narraciones.
Así
que para no acelerarse demasiado, lo mejor es coger el libro e ir libando poco
a poco cada relato, cada plano inesperado que encontremos, y acompañar a su
autor en esta aventura lingüística.
Fragmentos de un mundo
acelerado. José Óscar López.
Editorial: Balduque. Cartagena
2017. 210 páginas.
domingo, 18 de junio de 2017
SOBRE LA GRATUIDAD DE CIERTOS ACTOS CULTURALES
SOBRE LA GRATUIDAD DE CIERTOS ACTOS CULTURALES
Hay quienes no entienden el trabajo que conlleva presentar un libro: lectura, preparación del acto, entrevista con el autor, reseña del libro en medios literarios, presencia del mismo en otros medios de comunicación y redes sociales, difusión, publicidad... Pero en cambio se escandalizan si se pretende cobrar por realizar esa labor.
Hace tiempo que la gente da por sentado que el trabajo intelectual es altruista, y se olvidan de que todos tenemos que comer, yo no puedo pagar a mi carnicero con un relato o leyéndole un poema.
Otra cuestión es que uno presente un libro por amistad con el autor, pero si se trata de un acto solicitado sin que medie ese vínculo amistoso, tal vez haya llegado el momento de que se vuelvan a reconocer ciertas labores como debe ser, como en cualquier otro ámbito profesional. Dejemos de rasgarnos las vestiduras por pagar por un evento cultural.
Si alguien desea conocer más detalles estoy a su disposición de manera privada.
LOS CINCO Y YO - ANTONIO OREJUDO
No
es la primera vez que Antonio Orejudo nos sumerge en la intertextualidad, o nos
regala la amplia visión que supone disfrutar de la lectura de una novela dentro
de otra. Parece ser éste un rasgo que ha terminado por hacer suyo a la hora de
escribir y que el lector agradece porque, primero, sabe qué va a leer en
Orejudo, y segundo porque la lectura de sus libros siempre provoca una
inigualable sensación enriquecedora. En este caso el texto latente corresponde
a las obras de Los Cinco, aquellas novelas juveniles repletas de jengibre con
las que Enid Blyton conquistó a toda una generación, la del autor y también la
de quien esto escribe, los que constituimos en España las primeras cifras del
“baby boom” de los años sesenta del pasado siglo.
Así
las cosas, el público coetáneo del autor recibe un premio añadido, como es la
posibilidad de volver al pasado y leer lo que fueron nuestras infancias y
juventudes. Eso, que es virtud, podría ser un defecto de cara a lectores de
otras generaciones, pero no es el caso, porque el autor sabe muy bien lo que
hace, y al hilo de su avance por la vida, el suyo y el de un par de buenos
amigos, nos presenta nada menos que la evolución que han tenido aquellos cuatro
niños con los que crecimos (del perro, lógicamente, poco se cuenta), su
proyección profesional, sus triunfos y fracasos, sus coqueteos con ciertas
sustancias, sus amores y desamores y hasta su presencia, en algunos casos, en
el conflicto que Inglaterra mantuvo con Argentina por las islas Malvinas.
Ese
triple eje: la nostalgia de los años sesenta y setenta, la evolución del
protagonista y la visión futurible de los personajes de la Blyton, convierten
la novela en algo muy atractivo, hasta que la prosa de Antonio Orejudo logra
ponerle el correspondiente colofón, una prosa dotada desde hace ya algún tiempo
de una potente identidad propia, y complementada además por la facilidad con la
que el autor puede ir encadenando historias a lo largo del libro, historias que
quizá a alguno puedan parecerle dispersas, pero que tienen su sentido, y un
potente nexo común, a poco que uno siga leyendo, porque nada quedará al albur
del destino, todo tendrá su explicación llegado el momento idóneo.
Acérquense
a este homenaje a Los Cinco, pero también a los miembros de una generación
española que en ocasiones se quedaron a medio camino de muchas cosas. Y regocijémonos
porque esa olla literaria de la que se nutre Antonio Orejudo siga produciendo
buenas historias sin parar.
‘LOS CINCO Y YO’. Antonio Orejudo.
Tusquets. Barcelona
2017. 251 páginas. 18’50
euros.
(LA VERDAD, "ABABOL", 10/6/2017)
domingo, 4 de junio de 2017
DOCE LUNAS- JUANJO BRAULIO
DOCE
LUNAS
JUANJO
BRAULIO
SUCIOS Y MALVADOS
Sucios y malvados, la nueva novela de Juanjo Braulio, es una prueba de fuerza, una
creación titánica con varias tramas tan complejas como la prostitución, la
venganza, la corrupción o la imposibilidad de impartir justicia. De todo ello
hemos hablado con el autor valenciano en esta entrevista que apareció recientemente en la revista Sólo Novela Negra:
http://solonovelanegra.com/entrevistamos-a-juanjo-braulio/
Juanjo
Braulio nació en Valencia en 1972. Está graduado en Enseñanzas Artísticas por
la Sankt Eskils Skola de Eskilstuna (Suecia) y es licenciado en Ciencias de la
Información por la Universidad Politécnica de Valencia. Periodista y escritor,
empezó su carrera en la delegación valenciana de Diario 16, desde donde pasó a Las Provincias, diario en
el que fue redactor de Medio Ambiente, Municipal, Política y jefe de Opinión.
Posteriormente
fue jefe de Informativos de Ràdio Nou y colaborador del Suplemento Semanal
(Grupo Vocento), la agencia Colpisa y el diario ABC. Un compendio de sus
columnas de opinión fue publicado en forma de libro con el título La escalera de Jacob. También es autor
de En Ítaca hace frío, un libro de
viajes sobre Suecia.
Después
de años contando verdades que parecían mentira, con El silencio del pantano, su primera novela, decidió que era tiempo
de contar mentiras para decir verdades. Ahora regresa con Sucios y malvados.
1) Una
trama compleja de nuevo con Valencia como fondo, ¿tanto atractivo tiene la
ciudad para la novela negra?
Pienso que la novela negra habla más de la gente (o, mejor
dicho, de la mala gente) que de las localizaciones concretas. No obstante,
Valencia, como todas las ciudades portuarias, tiene ese punto canalla y oscuro
que la hace, en mi humilde opinión, irresistible como escenario literario.
Además, creo que la literatura española tiene una pequeña deuda con las
periferias de los grandes centros urbanos que, afortunadamente, empieza a ser
saldada y ahí están las obras de Pere Cervantes, Nieves Abarca, Claudio Cerdán,
Agustín Martínez, Santiago Álvarez o Luis Roso como ejemplo.
2) ¿Cómo
se las ha apañado para manejar varias tramas paralelas sin que el ritmo
narrativo se haya resentido?
¡Pues como he podido! (ríe) Bromas aparte, ha sido un
auténtico reto que, honestamente, ha puesto al límite mis habilidades como
escritor. Quería escribir una novela negra coral –lo cual no es lo habitual ya
que el género siempre ha transitado tradicionalmente con la figura del
detective solitario y, por tanto, muy centrado en un solo personaje– donde la
historia se completara como si fuera un tapiz con muchos hilos de colores que
convergen hacia, como no podía ser de otra manera, el negro.
3) ¿Puede
ser la venganza un motor que haga funcionar a un alma durante toda una vida?
Depende de la ofensa que motive el rencor y el deseo de
revancha. Es posible olvidar la pelea que tuvimos cuando éramos niños con un compañero
de la escuela a cuenta de un balón o incluso que el paso del tiempo borre los
malos ratos que nos hizo pasar un determinado jefe en nuestro trabajo. No
obstante, cuando hablamos de un delito grave, de un verdadero zarpazo salvaje e
irracional como un atentado terrorista, que te maten a un hijo o hija o un
asesinato machista, la cosa cambia. Ahí la pregunta de cuándo es justa la
justicia y cuándo no lo es se hace más presente y la línea que separa el bien y
el mal se hace más borrosa.
4) En
los miembros de las fuerzas del orden presentes en la novela se nota a veces un
cierto aire de resignación, ¿es así?
Posiblemente. Hablé con muchos policías y todos ellos
coinciden en que el sistema español es tan garantista que se las ven y se las
desean para pillar a los malos. Además, la reciente reforma de la Ley de Enjuiciamiento Criminal
ha creado no pocos problemas a la
Policía y la Guardia
Civil. Solo en la Comunidad Valenciana ,
por ejemplo, hay más de un centenar de casos de homicidios sin resolver, no porque
las fuerzas y cuerpos de Seguridad del Estado no sepan quién lo hizo, sino
porque no han podido demostrarlo o porque los abogados de los delincuentes han
aprovechado mejor las grietas del sistema. Ahí está la Tigresa de ETA que habrá
penado con menos de un año entre rejas su veintena de asesinatos. Por poner
sólo un ejemplo.
5) ¿Existe
realmente la “baraka”?
¿Cómo si no te puedes explicar determinadas cosas que
podemos leer en los periódicos cada día? Las secciones de Política están llenas
de casos que sólo se entienden desde la más absoluta irracionalidad mezclada
con la pura y simple potra. El azar y la suerte son elementos fundamentales de
la vida, más incluso que la preparación o la cuna. Sin embargo, preferimos no
verlo así porque las consecuencias son demasiado aterradoras.
6) ¿Qué
tiene la prostitución para ser algo tan antiguo y que parezca incapaz de
desaparecer?
Demanda. Mucha demanda. La carne humana femenina y joven es
la materia prima más demandada y más rentable del mundo. No hay prostitución
porque haya prostitutas sino porque hay clientes dispuestos a pagar por sexo. Y
esto último no quiero que sea tomado como un sermón moral ni para abrir un
debate sobre si la prostitución debe ser legal o no, sino como ejemplo de una
realidad que se sujeta con números: las
mafias de la trata pagan 20.000 euros por una mujer joven de África o de la Europa del Este para
prostituirla porque recuperarán la inversión en tres meses, lo cual implica que
cada mujer debe hacer, al menos, cinco servicios al día a 50 euros cada uno, de
media. En el año 2015, los españoles se gastaron 500 millones de euros en
entradas de cine y más de 3.200 millones en irse de putas. Solo en Valencia,
donde se desarrolla Sucios y malvados,
más de 1.600 mujeres se dedican a la prostitución y se calcula que más de la
mitad de ellas lo hacen a la fuerza.
7) ¿Cómo
se le ocurre conjugar, si es que se puede, devoción con comercio carnal?
Si te refieres a esa capilla clandestina donde las
meretrices rezan a la Virgen
de las Rameras, la devoción tal y como se entiende en términos más generales
tiene poco que ver. Una de las maneras por las que las mafias de la trata de
mujeres (en especial, las africanas) controlan a las prostitutas es mediante
rituales de vudú y magia negra relacionados con la religión orisha y la
santería. Por ese motivo, unos determinados personajes de la novela deciden
utilizar las mismas armas que los proxenetas (los cultos) para ayudar a esas
mujeres. Hay que tener en cuenta que muchas de ellas no acuden a la Policía ni a los Servicios
Sociales porque están convencidas de que el poder de las autoridades no tiene
nada que hacer contra el poder mágico de los babalawos y las brujas que, según ellas, las han hechizado. Parece
extraño, pero está ocurriendo aquí y ahora, en pleno siglo XXI.
8) Hay
ciertas clases sociales que no salen muy bien paradas en la novela, ¿hay tanto
que ajustar todavía en la novela negra en la referente a la crítica social?
La novela negra, si está anclada a su tiempo (otra cosa es
que sea histórica o cualquier otro híbrido) y a su contexto fija su mirada
sobre aquellos aspectos de la sociedad que están entre tinieblas. De ese
proceso, inevitablemente, surge lo que puede ser considerado como crítica
social. Además, conviene no perder de vista la verosimilitud en el sentido de
que nadie se creería una narconovela al estilo de Don Winslow en Murcia, o un
caso noir de aroma nórdico en Alicante. Nuestra delincuencia tiene que ver con
el tráfico de drogas, la prostitución, la corrupción y los robos más que con
psicópatas, grandes batallas entre clanes de narcotraficantes o asesinatos
premeditados.
9) ¿A
qué se da más importancia en la novela, a la justicia o a la ley?
Creo que uno de los motores narrativos de Sucios y malvados es la eterna dicotomía
entre ley y justicia, o, expresado de otro modo, plantea la pregunta sobre en
qué circunstancias, ya que no se cumple la ley, es necesaria otra manera de
hacer justicia.
10) Hablemos
del “noir” valenciano, o incluso levantino, ¿a qué se debe el auge que está
viviendo últimamente?
Quizá porque como el sol es tan potente en esta parte del
mundo, las sombras que proyecta son, necesariamente, más negras. Además, como
estamos abiertos al Mediterráneo con nuestros puertos y puerto es puerta, por
ahí entra todo lo bueno y todo lo malo.
11) Imagino que el esfuerzo para crear esta novela
habrá sido titánico, ¿qué planes literarios le aguardan ahora?
Creo que primero me toca un merecido descansito (ríe) y,
después, algo más pequeño. Me ronda la cabeza una historia con muy pocos
personajes confinados en un espacio reducido, o una pequeña comunidad donde
todo el mundo se conoce o cree que se conoce. Por ahí va la cosa.
12) Convenza
a alguien que no le conozca para que lea Sucios
y malvados.
Para que así sepa el porqué un hombre al que le acaba de
tocar la lotería hace lo que hace mientras otro aparece ahorcado justo en el
lugar donde se levantaba el cadalso que guardaba la puerta al barrio de los
burdeles por el que la ciudad era famosa en toda Europa entre los siglos XIV y
XVIII. Mientras tanto, en un edificio abandonado en la playa de la Malvarrosa , un grupo de
meretrices acude, cada noche, a rezar desesperadas a la capilla de la Virgen de las Rameras.
Entretanto, un abogado sin escrúpulos, un músico con la mente rota por una infancia
infernal, cuatro mujeres que decidieron dejar de ser víctimas para convertirse
en verdugos y un fugitivo sin nombre ni humanidad pululan por las calles donde
la inspectora de Homicidios Roma Besalduch intenta resolver, como puede, un
puzzle diabólico.
jueves, 1 de junio de 2017
DOCE LUNAS - MANUEL MOYANO
DOCE
LUNAS
MANUEL
MOYANO
EL ABISMO VERDE
Con
motivo de la reciente publicación de El
abismo verde, de Manuel Moyano, hemos
tenido la oportunidad de charlar con su autor acerca de esta nueva obra, de su
concepto de la literatura de aventuras, sus motivaciones escritoras o sus
influencias literarias.
MANUEL
MOYANO (Córdoba, 1963), se ha consolidado como cultivador de una narrativa
precisa y elegante que coquetea con lo fantástico, pero que escapa de corsés
genéricos. Ha obtenido galardones como el Tigre Juan por ‘El amigo de Kafka’
(2001), el Tristana por ‘La coartada del diablo’ (2007) y el Celsius de la
Semana Negra de Gijón por ‘El imperio de Yegorov’ (2014), finalista del Premio
Herralde. Sus cuentos recogidos en ‘El oro celeste’ (2003) y ‘El experimento
Wolberg’ (2008) han aparecido en numerosas antologías de narrativa breve.
Asimismo, las cien piezas de su ‘Teatro de ceniza’ (2011) constituyen una de
las más espléndidas muestras del microrrelato en castellano. Otros libros suyos
son la novela ‘La agenda negra’ (2016), el ensayo antropológico ‘Dietario
mágico’ (2015), sobre la curandería en el sureste español, y ‘Travesía
americana’ (2012), crónica de un viaje en familia a través de Estados Unidos.
1) El
Amazonas y un sacerdote, ¿todavía hoy tienen predicamento las novelas de
aventuras o esta novela es mucho más que una aventura?
Los nacidos en los sesenta leíamos
mucho a Julio Verne, a H. G. Wells, a Jack London o a Robert Louis Stevenson, y
eso que ya entonces eran autores nada actuales. Y no sólo seguíamos sus
narraciones en forma de libros, sino también de tebeos y de películas. Es
indudable que estos autores han perdido algo de predicamento hoy día, pero quiero
creer que es algo circunstancial, pasajero. Pensemos en la saga cinematográfica
Piratas del Caribe, que recoge conscientemente
todos los tópicos de las viejas historias de aventuras, y que ha tenido un gran
éxito a nivel mundial. Es la prueba de que al ser humano siguen gustándole las
aventuras. Aunque nunca se sabe. También en nuestra juventud se veía mucho western, y hoy parece algo casi tan anticuado
como el cine mudo…
El
abismo verde es sobre
todo una novela de aventuras, un hijo tardío –y no sé si digno– de esa estirpe
que se desarrolló sobre todo en el siglo XIX y principios del XX. Pero es
también una especie de manifiesto, una reivindicación de esa clase de narraciones.
De ahí que haya un cierto juego metaliterario: los propios personajes leen y
comentan novelas de aventuras, las cuales llegan a influir en su forma de contemplar
la realidad e, incluso, en su toma de decisiones a la hora de actuar. Y esta
reivindicación no es sólo temporal, sino también geográfica. Me explico: el
género de aventuras jamás ha tenido mucho predicamento entre los escritores
españoles, como si aquí fuésemos demasiado serios para dedicar nuestro tiempo a
escribir novelas así. También me rebelo contra ese prejuicio. Me gustan géneros
en boga como la autoficción o la novela de no-ficción, pero no entiendo que
deba desdeñarse la narración clásica, de pura imaginación, que es algo que está
en el origen mismo de la literatura.
2) ¿Qué
tienen las civilizaciones perdidas que tanto le atraen?
Debe de ser difícil encontrar a
alguien que no se sienta conmovido al contemplar las ruinas de una civilización
milenaria, reconquistada por la implacable y ciega naturaleza, abolida por el
tiempo. Esa imagen tiene algo de evocador, de misterioso, de grandioso y de triste
a la vez. Es la constatación a gran escala de que todos los afanes del hombre
acaban en nada. En nada. Y eso, no puedo evitarlo, me resulta tan sobrecogedor
como fascinante. Todo lo que atañe al ser humano es algo realmente extraño e
increíble, aunque mucha gente no parezca ser consciente de ello.
3) A
lo largo de su carrera narrativa ha tocado ya distintas variantes, ¿con cuál de
ellas se queda, en cuál se siente más cómodo?
Si hablamos de la materia tratada,
de la historia en sí, tengo comprobado que siempre que introduzco algún
elemento fantástico gano mayor impulso, siento un mayor deseo de continuar la
historia, de descubrir cómo se desarrolla y llegar hasta el final.
Definitivamente, me atrae lo fantástico, aunque siempre me acerco a ese
elemento de una forma solapada o moderada. Acostumbro a situarlo todo en un
entorno muy realista, anodino incluso, para conseguir mejor la llamada
suspensión de incredulidad. Esto es algo que aprendí de gente como Wells, Lovecraft,
Borges o Bioy Casares, y que aprecio como escritor, pero también como lector.
Si hablamos de la longitud del
texto, por así decirlo, me siento mucho más cómodo en los microrrelatos y
relatos, a pesar de que llevo años sin practicarlos. Soy propenso a la
síntesis, y me resulta imposible emplear tres páginas para decir algo que pueda
decir en tres líneas. Además, soy algo impaciente, o endiabladamente impaciente.
Escribir una novela, por tanto, supone para mí enfrentarme a mis propias
características o limitaciones. Pero, por esa misma razón, el hecho de ver una
novela terminada acaba produciéndome mayor satisfacción que cuando concluyo piezas
enclavadas en otros géneros más breves.
4) Hay
en esta novela una marcada estructura jerárquica, ¿no sabe vivir el ser humano
sin que alguien le mande o le domine?
Hay mucha gente que parece necesitar
la jerarquía para vivir, incluso gustar de ella, y puede que sea realmente necesaria,
que una sociedad tan compleja y multitudinaria como la nuestra requiera
estructurarse siguiendo algún tipo de pirámide o de jerarquía. Simplemente por
motivos operativos, digamos. Es posible que sea así. Sin embargo yo, particularmente,
aborrezco la jerarquía. No deseo que nadie mande sobre mí, ni tampoco mandar
sobre nadie. Creo que todo eso, al igual que el sentido de territorialidad, es
algo alojado en nuestro cerebro reptiliano, y el mío, al parecer, está un poco
atrofiado.
5) ¿Por
qué eligió a un sacerdote español, y por qué hace que su fe se tambalee?
Recurrí a un protagonista español
porque la forma de pensar que mejor conozco es la de nuestros compatriotas, y
porque tampoco quería recurrir a un protagonista extranjero, algo que me hubiese
parecido demasiado imitativo de las novelas que he pretendido homenajear. Lo
escogí sacerdote porque hoy día, una vez pasada la época de los conquistadores,
los exploradores científicos y los colonos, los misioneros son quienes mejor
representan la idea de aventura en lugares exóticos; además, directa o
indirectamente he conocido a varios misioneros y he podido asomarme un poco a
su forma de comportarse y de pensar. Finalmente, el hecho de que la fe del
protagonista se tambalee da lugar a que sea susceptible a los horrores y
abyecciones con los que se topa, a que esos hechos influyan en su carácter y lo
modifiquen. Es decir, me ha permitido abordar la vertiente psicológica de la
historia, no limitarme a narrar una simple sucesión de peripecias.
6) ¿Qué
tiene esta novela de descenso a los infiernos, ese abismo verde del título es
en realidad tan profundo?
Uno de los temas de esta novela es
contraponer al hombre de estudios, al hombre civilizado, con el hombre que vive
en un estadio animal y sumido en un perpetuo carpe diem. Los mestizos de la
novela viven al límite su carnalidad, mientras que el sacerdote se tortura con
remilgos que probablemente sean estúpidos. La selva no es un abismo verde en sí
mismo; lo es para aquel a quien le han enseñado otras reglas del juego, unas
reglas que ahí no le valen para nada.
7) ¿Realmente
estamos tan solos como se llega a sugerir en la novela?
No había intención de sugerir tal
cosa. Yo no creo realmente que estemos solos, y, si es así, no me parece que la
soledad sea tan horrible. Quiero decir, que no pretendo tejer ningún discurso
negativo en torno a la soledad. La soledad, simplemente, forma o puede formar
parte de nuestras vidas, pero no veo nada necesariamente trágico en ella.
8) ¿Qué
le sigue emocionando a la hora de escribir después de tantos títulos
publicados?
Me emociona sentir a veces en mi
interior el ronroneo de una historia, ese “rumor de hexámetros” del que hablaba
Borges, que te impulsa a plasmarla sobre el papel; aunque reconozco que, con la
edad, ese impulso ya no es tan arrebatador como antes. Pero, si hay algo que me
gusta especialmente de este arte, es conseguir escribir de vez en cuando
algunos pasajes, algunos giros argumentales, algunos diálogos o lo que sea que
a mí mismo me asombren, como si hubieran ocurrido en cierta forma al margen de
mí, de mi propia voluntad. Por último, creo que nunca dejará de emocionarme ver
una obra acabada, en parte porque soy consciente de que, durante el trayecto
que me ha llevado hasta allí, podría haberme rendido o haber descarrilado en
varias ocasiones.
9) Sus novelas tienen una extensión no demasiado larga, ¿tiene algo que ver en ello el hecho de que le guste el género del relato?
Lo he dicho antes: propendo a la
síntesis. No soy capaz de producir páginas de puro relleno, de paja; al menos,
no soy capaz de hacerlo adrede. Cada línea, cada párrafo debe tener algún
sentido, algún contenido, y lo contrario, aparte de darme pereza, me parecería
que es estafar al lector. Por otro lado, creo bastante en la inspiración y eso
me obliga a escribir con bastante rapidez, sin hacer esquemas previos ni programar
apenas nada, lo que tal vez contribuya a esa extensión final no demasiado larga.
Finalmente, debo decir que algunas de las novelas que más me gustaron de joven
(me vienen a la cabeza La máquina del
tiempo o El doctor Jekyll y Mr. Hyde)
son bastante cortas. Casi todas las novelas que leía en Alianza Bolsillo, una
colección mítica que fue la mejor escuela de literatura para muchos de nosotros,
eran de extensión corta o mediana. Hoy día parece haberse impuesto la idea de
que una novela, para ser buena, debe superar las 300 o 400 páginas. Ya lo dice
el refrán: “burro grande, ande o no ande”. Pero yo estoy en contra de esa absurda
superstición, como escritor y como lector.
10) ¿A
quiénes debe Manuel Moyano sus influencias, y en concreto a quién le debe las
influencias que hay en esta novela?
Las influencias sobre esta novela en
concreto las he ido citando a lo largo de esta entrevista, y debería añadir a
Kipling o a Conrad y, por la vertiente sudamericana, a Quiroga, Carpentier o
Mutis. Pero como lector soy muy ecléctico, y a lo mejor sería más cómodo enumerar
los autores que no me gustan: Stendhal, Proust, Faulkner, Beckett, Handke. Mi
primo José Luis Moreno ha visto en El
abismo verde claras influencias de Bukowski: abundancia de perdedores de
toda ralea, alcohol a espuertas y escenas de sexo tórrido y brutal. No era
consciente de ello mientras lo escribía, pero creo que tiene toda la razón.
11) ¿Qué
planes de futuro literario contempla ahora?
A corto plazo aparecerá una novela
infantil titulada Aventuras del piloto
Rufus, para la que Francisco Javier García Hernández está dibujando unas
ilustraciones excepcionales. Ardo en deseos de verla publicada. Tengo varios
libros en boxes: una novela que ronda la ciencia ficción, un libro de relatos,
y una especie de libro de no-ficción titulado Cuadernos de tierra, que reúne la narración de unos viajes que hice
a pie con la investigación sobre varios crímenes que fui encontrando por el camino.
Pero todo esto ya está escrito. Sobre lo próximo por escribir, me debato entre
dos extremos opuestos: la novela de no-ficción y la novela de pura imaginación.
No sé por cuál terminaré decantándome.
Me resultaría imposible verter
elogios sobre mí mismo: mi sentido del pudor no me lo permite. Repetiré lo que
he ido recogiendo en los primeros comentarios de lectores y las primeras
reseñas. En primer lugar, que el ambiente asfixiante y ominoso de la selva está
bien logrado, de modo que el lector se siente inmerso en él desde el principio.
También me dicen que la intriga impulsa a leer una página tras otra con cierta
voracidad. Por último, me aseguran que hay varias escenas impactantes a lo largo
de la novela que se quedan grabadas en la memoria. Sólo puedo añadir que confío
en que todo eso sea cierto.