sábado, 24 de junio de 2017

CUENTOS SUSPENSIVOS EN EL DIARIO LA VERDAD

Muy agradecido a Ana Ballabriga por la reseña que ha publicado en Ababol, en el diario La Verdad, sobre mis Cuentos suspensivos.





FRAGMENTOS DE UN MUNDO ACELERADO - JOSÉ ÓSCAR LÓPEZ

Lo real maravillado

            Bucles cortazarianos, así podríamos definir o clasificar estos relatos de José Óscar López por la realidad cambiante que se respira en todos ellos, por las continuas visitas que realiza a los lados de acá y de allá, por ocuparse de la formación del mundo, del lenguaje y sus hilvanes, de los pliegues del tiempo o de la más absoluta redondez narrativa que se respira en los más de cien textos que conforman este volumen.

            Son relatos y microrrelatos agrupados en significativos bloques temáticos que hacen referencia a la formación del mundo antes mencionada, los grandes descubrimientos, los principios astronómicos, ciertas temporadas en el infierno, algunos momentos sin habla y sin conversación, la construcción del amor, patologías o diversas aventuras sin fin, muertes inevitables… Un abanico amplio con el que el autor compartimenta los relatos pero sin someterse a una estricta rigidez argumental, sino entrando y saliendo de diversas temáticas que lo mismo hablan de una religión que hace adeptos mediante el bostezo como de un superhéroe venido de otro planeta que sólo triunfará en éste cuando haya eliminado a los que también compartieron viaje con él.

            En todos hay, al menos, dos denominadores comunes: el cuidado por el lenguaje y el ritmo narrativo, además de la voluntad de encajarle al lector algún que otro directo sorpresivo en la mandíbula, ya sea construyendo una máquina inservible pero insustituible, o presentando a niños capaces de hacer volar sus casas como si fueran simples cometas. Incluso se ocupa también de temas muy actuales, como ocurre en el relato titulado ‘Los silenciosos’, en el que el odio y la marginación por parte de los ruidosos colocan a quienes guardan silencio en el borde del abismo o la picota.

            No hay mundos acelerados en estos relatos, acaso contradiciendo al título, lo que hay son pequeñas islas de calma que nos hacen reflexionar al finalizar la lectura de cada una de ellas, lo que hay es otra vuelta de tuerca, una más pero muy bien dada, a cierto tipo de realismo mágico, a la costumbre de contar lo fantástico como si fuera lo más cotidiano del mundo y viceversa. Tal vez más que realismo mágico habría que hablar de lo real maravillado, así nos acercaremos un poco más a lo que quizá haya pretendido José Óscar López con estas narraciones.

            Así que para no acelerarse demasiado, lo mejor es coger el libro e ir libando poco a poco cada relato, cada plano inesperado que encontremos, y acompañar a su autor en esta aventura lingüística.

Fragmentos de un mundo acelerado. José Óscar López.
Editorial: Balduque. Cartagena 2017. 210 páginas. 

domingo, 18 de junio de 2017

SOBRE LA GRATUIDAD DE CIERTOS ACTOS CULTURALES


SOBRE LA GRATUIDAD DE CIERTOS ACTOS CULTURALES




   Hay quienes no entienden el trabajo que conlleva presentar un libro: lectura, preparación del acto, entrevista con el autor, reseña del libro en medios literarios, presencia del mismo en otros medios de comunicación y redes sociales, difusión, publicidad... Pero en cambio se escandalizan si se pretende cobrar por realizar esa labor.


      Hace tiempo que la gente da por sentado que el trabajo intelectual es altruista, y se olvidan de que todos tenemos que comer, yo no puedo pagar a mi carnicero con un relato o leyéndole un poema.

     Otra cuestión es que uno presente un libro por amistad con el autor, pero si se trata de un acto solicitado sin que medie ese vínculo amistoso, tal vez haya llegado el momento de que se vuelvan a reconocer ciertas labores como debe ser, como en cualquier otro ámbito profesional. Dejemos de rasgarnos las vestiduras por pagar por un evento cultural.

   Si alguien desea conocer más detalles estoy a su disposición de manera privada.

LOS CINCO Y YO - ANTONIO OREJUDO

JENGIBRE


            No es la primera vez que Antonio Orejudo nos sumerge en la intertextualidad, o nos regala la amplia visión que supone disfrutar de la lectura de una novela dentro de otra. Parece ser éste un rasgo que ha terminado por hacer suyo a la hora de escribir y que el lector agradece porque, primero, sabe qué va a leer en Orejudo, y segundo porque la lectura de sus libros siempre provoca una inigualable sensación enriquecedora. En este caso el texto latente corresponde a las obras de Los Cinco, aquellas novelas juveniles repletas de jengibre con las que Enid Blyton conquistó a toda una generación, la del autor y también la de quien esto escribe, los que constituimos en España las primeras cifras del “baby boom” de los años sesenta del pasado siglo.

            Así las cosas, el público coetáneo del autor recibe un premio añadido, como es la posibilidad de volver al pasado y leer lo que fueron nuestras infancias y juventudes. Eso, que es virtud, podría ser un defecto de cara a lectores de otras generaciones, pero no es el caso, porque el autor sabe muy bien lo que hace, y al hilo de su avance por la vida, el suyo y el de un par de buenos amigos, nos presenta nada menos que la evolución que han tenido aquellos cuatro niños con los que crecimos (del perro, lógicamente, poco se cuenta), su proyección profesional, sus triunfos y fracasos, sus coqueteos con ciertas sustancias, sus amores y desamores y hasta su presencia, en algunos casos, en el conflicto que Inglaterra mantuvo con Argentina por las islas Malvinas.

            Ese triple eje: la nostalgia de los años sesenta y setenta, la evolución del protagonista y la visión futurible de los personajes de la Blyton, convierten la novela en algo muy atractivo, hasta que la prosa de Antonio Orejudo logra ponerle el correspondiente colofón, una prosa dotada desde hace ya algún tiempo de una potente identidad propia, y complementada además por la facilidad con la que el autor puede ir encadenando historias a lo largo del libro, historias que quizá a alguno puedan parecerle dispersas, pero que tienen su sentido, y un potente nexo común, a poco que uno siga leyendo, porque nada quedará al albur del destino, todo tendrá su explicación llegado el momento idóneo.

            Acérquense a este homenaje a Los Cinco, pero también a los miembros de una generación española que en ocasiones se quedaron a medio camino de muchas cosas. Y regocijémonos porque esa olla literaria de la que se nutre Antonio Orejudo siga produciendo buenas historias sin parar.

‘LOS CINCO Y YO’. Antonio Orejudo.
Tusquets. Barcelona 2017. 251 páginas. 18’50 euros.
(LA VERDAD, "ABABOL", 10/6/2017)

domingo, 4 de junio de 2017

DOCE LUNAS- JUANJO BRAULIO


DOCE LUNAS
JUANJO BRAULIO
SUCIOS Y MALVADOS

Sucios y malvados, la nueva novela de Juanjo Braulio, es una prueba de fuerza, una creación titánica con varias tramas tan complejas como la prostitución, la venganza, la corrupción o la imposibilidad de impartir justicia. De todo ello hemos hablado con el autor valenciano en esta entrevista que apareció recientemente en la revista Sólo Novela Negra:
http://solonovelanegra.com/entrevistamos-a-juanjo-braulio/


  

          Juanjo Braulio nació en Valencia en 1972. Está graduado en Enseñanzas Artísticas por la Sankt Eskils Skola de Eskilstuna (Suecia) y es licenciado en Ciencias de la Información por la Universidad Politécnica de Valencia. Periodista y escritor, empezó su carrera en la delegación valenciana de Diario 16,  desde donde pasó a Las Provincias, diario en el que fue redactor de Medio Ambiente, Municipal, Política y jefe de Opinión.
          Posteriormente fue jefe de Informativos de Ràdio Nou y colaborador del Suplemento Semanal (Grupo Vocento), la agencia Colpisa y el diario ABC. Un compendio de sus columnas de opinión fue publicado en forma de libro con el título La escalera de Jacob. También es autor de En Ítaca hace frío, un libro de viajes sobre Suecia.
          Después de años contando verdades que parecían mentira, con El silencio del pantano, su primera novela, decidió que era tiempo de contar mentiras para decir verdades. Ahora regresa con Sucios y malvados.

1)    Una trama compleja de nuevo con Valencia como fondo, ¿tanto atractivo tiene la ciudad para la novela negra?

          Pienso que la novela negra habla más de la gente (o, mejor dicho, de la mala gente) que de las localizaciones concretas. No obstante, Valencia, como todas las ciudades portuarias, tiene ese punto canalla y oscuro que la hace, en mi humilde opinión, irresistible como escenario literario. Además, creo que la literatura española tiene una pequeña deuda con las periferias de los grandes centros urbanos que, afortunadamente, empieza a ser saldada y ahí están las obras de Pere Cervantes, Nieves Abarca, Claudio Cerdán, Agustín Martínez, Santiago Álvarez o Luis Roso como ejemplo.

2)    ¿Cómo se las ha apañado para manejar varias tramas paralelas sin que el ritmo narrativo se haya resentido?

          ¡Pues como he podido! (ríe) Bromas aparte, ha sido un auténtico reto que, honestamente, ha puesto al límite mis habilidades como escritor. Quería escribir una novela negra coral –lo cual no es lo habitual ya que el género siempre ha transitado tradicionalmente con la figura del detective solitario y, por tanto, muy centrado en un solo personaje– donde la historia se completara como si fuera un tapiz con muchos hilos de colores que convergen hacia, como no podía ser de otra manera, el negro.

3)    ¿Puede ser la venganza un motor que haga funcionar a un alma durante toda una vida?

          Depende de la ofensa que motive el rencor y el deseo de revancha. Es posible olvidar la pelea que tuvimos cuando éramos niños con un compañero de la escuela a cuenta de un balón o incluso que el paso del tiempo borre los malos ratos que nos hizo pasar un determinado jefe en nuestro trabajo. No obstante, cuando hablamos de un delito grave, de un verdadero zarpazo salvaje e irracional como un atentado terrorista, que te maten a un hijo o hija o un asesinato machista, la cosa cambia. Ahí la pregunta de cuándo es justa la justicia y cuándo no lo es se hace más presente y la línea que separa el bien y el mal se hace más borrosa.

4)    En los miembros de las fuerzas del orden presentes en la novela se nota a veces un cierto aire de resignación, ¿es así?

          Posiblemente. Hablé con muchos policías y todos ellos coinciden en que el sistema español es tan garantista que se las ven y se las desean para pillar a los malos. Además, la reciente reforma de la Ley de Enjuiciamiento Criminal ha creado no pocos problemas a la Policía y la Guardia Civil. Solo en la Comunidad Valenciana, por ejemplo, hay más de un centenar de casos de homicidios sin resolver, no porque las fuerzas y cuerpos de Seguridad del Estado no sepan quién lo hizo, sino porque no han podido demostrarlo o porque los abogados de los delincuentes han aprovechado mejor las grietas del sistema. Ahí está la Tigresa de ETA que habrá penado con menos de un año entre rejas su veintena de asesinatos. Por poner sólo un ejemplo.

5)    ¿Existe realmente la “baraka”?

          ¿Cómo si no te puedes explicar determinadas cosas que podemos leer en los periódicos cada día? Las secciones de Política están llenas de casos que sólo se entienden desde la más absoluta irracionalidad mezclada con la pura y simple potra. El azar y la suerte son elementos fundamentales de la vida, más incluso que la preparación o la cuna. Sin embargo, preferimos no verlo así porque las consecuencias son demasiado aterradoras.

6)    ¿Qué tiene la prostitución para ser algo tan antiguo y que parezca incapaz de desaparecer?

          Demanda. Mucha demanda. La carne humana femenina y joven es la materia prima más demandada y más rentable del mundo. No hay prostitución porque haya prostitutas sino porque hay clientes dispuestos a pagar por sexo. Y esto último no quiero que sea tomado como un sermón moral ni para abrir un debate sobre si la prostitución debe ser legal o no, sino como ejemplo de una realidad que se sujeta con números: las mafias de la trata pagan 20.000 euros por una mujer joven de África o de la Europa del Este para prostituirla porque recuperarán la inversión en tres meses, lo cual implica que cada mujer debe hacer, al menos, cinco servicios al día a 50 euros cada uno, de media. En el año 2015, los españoles se gastaron 500 millones de euros en entradas de cine y más de 3.200 millones en irse de putas. Solo en Valencia, donde se desarrolla Sucios y malvados, más de 1.600 mujeres se dedican a la prostitución y se calcula que más de la mitad de ellas lo hacen a la fuerza.

7)    ¿Cómo se le ocurre conjugar, si es que se puede, devoción con comercio carnal?

          Si te refieres a esa capilla clandestina donde las meretrices rezan a la Virgen de las Rameras, la devoción tal y como se entiende en términos más generales tiene poco que ver. Una de las maneras por las que las mafias de la trata de mujeres (en especial, las africanas) controlan a las prostitutas es mediante rituales de vudú y magia negra relacionados con la religión orisha y la santería. Por ese motivo, unos determinados personajes de la novela deciden utilizar las mismas armas que los proxenetas (los cultos) para ayudar a esas mujeres. Hay que tener en cuenta que muchas de ellas no acuden a la Policía ni a los Servicios Sociales porque están convencidas de que el poder de las autoridades no tiene nada que hacer contra el poder mágico de los babalawos y las brujas que, según ellas, las han hechizado. Parece extraño, pero está ocurriendo aquí y ahora, en pleno siglo XXI.

8)    Hay ciertas clases sociales que no salen muy bien paradas en la novela, ¿hay tanto que ajustar todavía en la novela negra en la referente a la crítica social?

          La novela negra, si está anclada a su tiempo (otra cosa es que sea histórica o cualquier otro híbrido) y a su contexto fija su mirada sobre aquellos aspectos de la sociedad que están entre tinieblas. De ese proceso, inevitablemente, surge lo que puede ser considerado como crítica social. Además, conviene no perder de vista la verosimilitud en el sentido de que nadie se creería una narconovela al estilo de Don Winslow en Murcia, o un caso noir de aroma nórdico en Alicante. Nuestra delincuencia tiene que ver con el tráfico de drogas, la prostitución, la corrupción y los robos más que con psicópatas, grandes batallas entre clanes de narcotraficantes o asesinatos premeditados.

9)    ¿A qué se da más importancia en la novela, a la justicia o a la ley?

          Creo que uno de los motores narrativos de Sucios y malvados es la eterna dicotomía entre ley y justicia, o, expresado de otro modo, plantea la pregunta sobre en qué circunstancias, ya que no se cumple la ley, es necesaria otra manera de hacer justicia.

10) Hablemos del “noir” valenciano, o incluso levantino, ¿a qué se debe el auge que está viviendo últimamente?

          Quizá porque como el sol es tan potente en esta parte del mundo, las sombras que proyecta son, necesariamente, más negras. Además, como estamos abiertos al Mediterráneo con nuestros puertos y puerto es puerta, por ahí entra todo lo bueno y todo lo malo.

11)  Imagino que el esfuerzo para crear esta novela habrá sido titánico, ¿qué planes literarios le aguardan ahora?

          Creo que primero me toca un merecido descansito (ríe) y, después, algo más pequeño. Me ronda la cabeza una historia con muy pocos personajes confinados en un espacio reducido, o una pequeña comunidad donde todo el mundo se conoce o cree que se conoce. Por ahí va la cosa.

12) Convenza a alguien que no le conozca para que lea Sucios y malvados.

          Para que así sepa el porqué un hombre al que le acaba de tocar la lotería hace lo que hace mientras otro aparece ahorcado justo en el lugar donde se levantaba el cadalso que guardaba la puerta al barrio de los burdeles por el que la ciudad era famosa en toda Europa entre los siglos XIV y XVIII. Mientras tanto, en un edificio abandonado en la playa de la Malvarrosa, un grupo de meretrices acude, cada noche, a rezar desesperadas a la capilla de la Virgen de las Rameras. Entretanto, un abogado sin escrúpulos, un músico con la mente rota por una infancia infernal, cuatro mujeres que decidieron dejar de ser víctimas para convertirse en verdugos y un fugitivo sin nombre ni humanidad pululan por las calles donde la inspectora de Homicidios Roma Besalduch intenta resolver, como puede, un puzzle diabólico.

jueves, 1 de junio de 2017

DOCE LUNAS - MANUEL MOYANO

DOCE LUNAS
MANUEL MOYANO
EL ABISMO VERDE

Con motivo de la reciente publicación de El abismo verde, de Manuel Moyano, hemos tenido la oportunidad de charlar con su autor acerca de esta nueva obra, de su concepto de la literatura de aventuras, sus motivaciones escritoras o sus influencias literarias.

MANUEL MOYANO (Córdoba, 1963), se ha consolidado como cultivador de una narrativa precisa y elegante que coquetea con lo fantástico, pero que escapa de corsés genéricos. Ha obtenido galardones como el Tigre Juan por ‘El amigo de Kafka’ (2001), el Tristana por ‘La coartada del diablo’ (2007) y el Celsius de la Semana Negra de Gijón por ‘El imperio de Yegorov’ (2014), finalista del Premio Herralde. Sus cuentos recogidos en ‘El oro celeste’ (2003) y ‘El experimento Wolberg’ (2008) han aparecido en numerosas antologías de narrativa breve. Asimismo, las cien piezas de su ‘Teatro de ceniza’ (2011) constituyen una de las más espléndidas muestras del microrrelato en castellano. Otros libros suyos son la novela ‘La agenda negra’ (2016), el ensayo antropológico ‘Dietario mágico’ (2015), sobre la curandería en el sureste español, y ‘Travesía americana’ (2012), crónica de un viaje en familia a través de Estados Unidos.

1)    El Amazonas y un sacerdote, ¿todavía hoy tienen predicamento las novelas de aventuras o esta novela es mucho más que una aventura?

            Los nacidos en los sesenta leíamos mucho a Julio Verne, a H. G. Wells, a Jack London o a Robert Louis Stevenson, y eso que ya entonces eran autores nada actuales. Y no sólo seguíamos sus narraciones en forma de libros, sino también de tebeos y de películas. Es indudable que estos autores han perdido algo de predicamento hoy día, pero quiero creer que es algo circunstancial, pasajero. Pensemos en la saga cinematográfica Piratas del Caribe, que recoge conscientemente todos los tópicos de las viejas historias de aventuras, y que ha tenido un gran éxito a nivel mundial. Es la prueba de que al ser humano siguen gustándole las aventuras. Aunque nunca se sabe. También en nuestra juventud se veía mucho western, y hoy parece algo casi tan anticuado como el cine mudo…
            El abismo verde es sobre todo una novela de aventuras, un hijo tardío –y no sé si digno– de esa estirpe que se desarrolló sobre todo en el siglo XIX y principios del XX. Pero es también una especie de manifiesto, una reivindicación de esa clase de narraciones. De ahí que haya un cierto juego metaliterario: los propios personajes leen y comentan novelas de aventuras, las cuales llegan a influir en su forma de contemplar la realidad e, incluso, en su toma de decisiones a la hora de actuar. Y esta reivindicación no es sólo temporal, sino también geográfica. Me explico: el género de aventuras jamás ha tenido mucho predicamento entre los escritores españoles, como si aquí fuésemos demasiado serios para dedicar nuestro tiempo a escribir novelas así. También me rebelo contra ese prejuicio. Me gustan géneros en boga como la autoficción o la novela de no-ficción, pero no entiendo que deba desdeñarse la narración clásica, de pura imaginación, que es algo que está en el origen mismo de la literatura.

2)    ¿Qué tienen las civilizaciones perdidas que tanto le atraen?

            Debe de ser difícil encontrar a alguien que no se sienta conmovido al contemplar las ruinas de una civilización milenaria, reconquistada por la implacable y ciega naturaleza, abolida por el tiempo. Esa imagen tiene algo de evocador, de misterioso, de grandioso y de triste a la vez. Es la constatación a gran escala de que todos los afanes del hombre acaban en nada. En nada. Y eso, no puedo evitarlo, me resulta tan sobrecogedor como fascinante. Todo lo que atañe al ser humano es algo realmente extraño e increíble, aunque mucha gente no parezca ser consciente de ello.


3)    A lo largo de su carrera narrativa ha tocado ya distintas variantes, ¿con cuál de ellas se queda, en cuál se siente más cómodo?

            Si hablamos de la materia tratada, de la historia en sí, tengo comprobado que siempre que introduzco algún elemento fantástico gano mayor impulso, siento un mayor deseo de continuar la historia, de descubrir cómo se desarrolla y llegar hasta el final. Definitivamente, me atrae lo fantástico, aunque siempre me acerco a ese elemento de una forma solapada o moderada. Acostumbro a situarlo todo en un entorno muy realista, anodino incluso, para conseguir mejor la llamada suspensión de incredulidad. Esto es algo que aprendí de gente como Wells, Lovecraft, Borges o Bioy Casares, y que aprecio como escritor, pero también como lector.
            Si hablamos de la longitud del texto, por así decirlo, me siento mucho más cómodo en los microrrelatos y relatos, a pesar de que llevo años sin practicarlos. Soy propenso a la síntesis, y me resulta imposible emplear tres páginas para decir algo que pueda decir en tres líneas. Además, soy algo impaciente, o endiabladamente impaciente. Escribir una novela, por tanto, supone para mí enfrentarme a mis propias características o limitaciones. Pero, por esa misma razón, el hecho de ver una novela terminada acaba produciéndome mayor satisfacción que cuando concluyo piezas enclavadas en otros géneros más breves.

4)    Hay en esta novela una marcada estructura jerárquica, ¿no sabe vivir el ser humano sin que alguien le mande o le domine?

            Hay mucha gente que parece necesitar la jerarquía para vivir, incluso gustar de ella, y puede que sea realmente necesaria, que una sociedad tan compleja y multitudinaria como la nuestra requiera estructurarse siguiendo algún tipo de pirámide o de jerarquía. Simplemente por motivos operativos, digamos. Es posible que sea así. Sin embargo yo, particularmente, aborrezco la jerarquía. No deseo que nadie mande sobre mí, ni tampoco mandar sobre nadie. Creo que todo eso, al igual que el sentido de territorialidad, es algo alojado en nuestro cerebro reptiliano, y el mío, al parecer, está un poco atrofiado.

5)    ¿Por qué eligió a un sacerdote español, y por qué hace que su fe se tambalee?

            Recurrí a un protagonista español porque la forma de pensar que mejor conozco es la de nuestros compatriotas, y porque tampoco quería recurrir a un protagonista extranjero, algo que me hubiese parecido demasiado imitativo de las novelas que he pretendido homenajear. Lo escogí sacerdote porque hoy día, una vez pasada la época de los conquistadores, los exploradores científicos y los colonos, los misioneros son quienes mejor representan la idea de aventura en lugares exóticos; además, directa o indirectamente he conocido a varios misioneros y he podido asomarme un poco a su forma de comportarse y de pensar. Finalmente, el hecho de que la fe del protagonista se tambalee da lugar a que sea susceptible a los horrores y abyecciones con los que se topa, a que esos hechos influyan en su carácter y lo modifiquen. Es decir, me ha permitido abordar la vertiente psicológica de la historia, no limitarme a narrar una simple sucesión de peripecias.

6)    ¿Qué tiene esta novela de descenso a los infiernos, ese abismo verde del título es en realidad tan profundo?

            Uno de los temas de esta novela es contraponer al hombre de estudios, al hombre civilizado, con el hombre que vive en un estadio animal y sumido en un perpetuo carpe diem. Los mestizos de la novela viven al límite su carnalidad, mientras que el sacerdote se tortura con remilgos que probablemente sean estúpidos. La selva no es un abismo verde en sí mismo; lo es para aquel a quien le han enseñado otras reglas del juego, unas reglas que ahí no le valen para nada.

 
7)    ¿Realmente estamos tan solos como se llega a sugerir en la novela?

            No había intención de sugerir tal cosa. Yo no creo realmente que estemos solos, y, si es así, no me parece que la soledad sea tan horrible. Quiero decir, que no pretendo tejer ningún discurso negativo en torno a la soledad. La soledad, simplemente, forma o puede formar parte de nuestras vidas, pero no veo nada necesariamente trágico en ella.

8)    ¿Qué le sigue emocionando a la hora de escribir después de tantos títulos publicados?

            Me emociona sentir a veces en mi interior el ronroneo de una historia, ese “rumor de hexámetros” del que hablaba Borges, que te impulsa a plasmarla sobre el papel; aunque reconozco que, con la edad, ese impulso ya no es tan arrebatador como antes. Pero, si hay algo que me gusta especialmente de este arte, es conseguir escribir de vez en cuando algunos pasajes, algunos giros argumentales, algunos diálogos o lo que sea que a mí mismo me asombren, como si hubieran ocurrido en cierta forma al margen de mí, de mi propia voluntad. Por último, creo que nunca dejará de emocionarme ver una obra acabada, en parte porque soy consciente de que, durante el trayecto que me ha llevado hasta allí, podría haberme rendido o haber descarrilado en varias ocasiones.


9)    Sus novelas tienen una extensión no demasiado larga, ¿tiene algo que ver en ello el hecho de que le guste el género del relato?

            Lo he dicho antes: propendo a la síntesis. No soy capaz de producir páginas de puro relleno, de paja; al menos, no soy capaz de hacerlo adrede. Cada línea, cada párrafo debe tener algún sentido, algún contenido, y lo contrario, aparte de darme pereza, me parecería que es estafar al lector. Por otro lado, creo bastante en la inspiración y eso me obliga a escribir con bastante rapidez, sin hacer esquemas previos ni programar apenas nada, lo que tal vez contribuya a esa extensión final no demasiado larga. Finalmente, debo decir que algunas de las novelas que más me gustaron de joven (me vienen a la cabeza La máquina del tiempo o El doctor Jekyll y Mr. Hyde) son bastante cortas. Casi todas las novelas que leía en Alianza Bolsillo, una colección mítica que fue la mejor escuela de literatura para muchos de nosotros, eran de extensión corta o mediana. Hoy día parece haberse impuesto la idea de que una novela, para ser buena, debe superar las 300 o 400 páginas. Ya lo dice el refrán: “burro grande, ande o no ande”. Pero yo estoy en contra de esa absurda superstición, como escritor y como lector.

10) ¿A quiénes debe Manuel Moyano sus influencias, y en concreto a quién le debe las influencias que hay en esta novela?

            Las influencias sobre esta novela en concreto las he ido citando a lo largo de esta entrevista, y debería añadir a Kipling o a Conrad y, por la vertiente sudamericana, a Quiroga, Carpentier o Mutis. Pero como lector soy muy ecléctico, y a lo mejor sería más cómodo enumerar los autores que no me gustan: Stendhal, Proust, Faulkner, Beckett, Handke. Mi primo José Luis Moreno ha visto en El abismo verde claras influencias de Bukowski: abundancia de perdedores de toda ralea, alcohol a espuertas y escenas de sexo tórrido y brutal. No era consciente de ello mientras lo escribía, pero creo que tiene toda la razón.

11) ¿Qué planes de futuro literario contempla ahora?

            A corto plazo aparecerá una novela infantil titulada Aventuras del piloto Rufus, para la que Francisco Javier García Hernández está dibujando unas ilustraciones excepcionales. Ardo en deseos de verla publicada. Tengo varios libros en boxes: una novela que ronda la ciencia ficción, un libro de relatos, y una especie de libro de no-ficción titulado Cuadernos de tierra, que reúne la narración de unos viajes que hice a pie con la investigación sobre varios crímenes que fui encontrando por el camino. Pero todo esto ya está escrito. Sobre lo próximo por escribir, me debato entre dos extremos opuestos: la novela de no-ficción y la novela de pura imaginación. No sé por cuál terminaré decantándome.


12) Convenza a un lector que no le conozca para que lea esta novela.

            Me resultaría imposible verter elogios sobre mí mismo: mi sentido del pudor no me lo permite. Repetiré lo que he ido recogiendo en los primeros comentarios de lectores y las primeras reseñas. En primer lugar, que el ambiente asfixiante y ominoso de la selva está bien logrado, de modo que el lector se siente inmerso en él desde el principio. También me dicen que la intriga impulsa a leer una página tras otra con cierta voracidad. Por último, me aseguran que hay varias escenas impactantes a lo largo de la novela que se quedan grabadas en la memoria. Sólo puedo añadir que confío en que todo eso sea cierto.