EL MARIDO DE LA PELUQUERA
Jean Rochefort se enamoraba de una peluquera, lógico si el papel lo encarnaba Anna Galiena, menos mal que no tuvo que fijarse en la directora del instituto alicantino de El Pla. La individua de marras se llama Marina Carmen Sanz, es docente de Formación Profesional, rama de Peluquería, y su elevada cualificación para ejercer el cargo parece haberse visto refrendada, más que por méritos profesionales, por su capacidad para pasillear y contactar con los cargos de la administración educativa valenciana.
Esta buena mujer, además de parar poco por su centro, según comentan alumnos del mismo, lleva más de un año martirizando al escritor Luis Leante, gran persona, grandísimo novelista y al parecer egoísta profesor, porque no ha querido abandonar la docencia y dedicarse a vivir de sus libros. El caso es que, si Luis Leante ganaba el Premio Alfaguara, ella, en vez de presumir de trabajar con un compañero brillante, se retorcía los colmillos de envidia; cuando Luis solicitó reducción horaria, ella le castigó con horarios esquizofrénicos, se permitió el lujo de negarle la entrada al centro para celebrar una tertulia literaria, y cuando los tertulianos se reunieron en el aparcamiento, llamó a la policía para que los desalojara.
No hay nada peor que un mediocre en un cargo de mando, que un imbécil, una imbécil en este caso, apolotronado en el caudillaje estalinista en un centro de enseñanza. Y Luis, a quien me precio de conocer, ha aguantado carros y carretas, se ha hinchado a poner la otra mejilla por el egoísmo de querer seguir enseñando latín a sus alumnos, nada menos. Ha seguido en la brecha, no sé cuántos de nosotros lo habríamos soportado, porque disfruta enseñando, no rellenando encuestas y papeles inútiles ni figurando como gerifalte de nada.
Así que no me extraña que, cuando vio una cámara apuntando directamente a su seminario, un ojo inclemente dispuesto a certificar algún mínimo error para que la tal Marina le denunciase a la inspección educativa, Luis dijera que ya estaba bien, que no tenía por qué soportar más la ignominia, y arrancase un par de cámaras para liberarse, cámaras que habían sido instaladas sin que el claustro de profesores tuviera conocimiento de ello. Total, los profesores somos el personal menos importante del mundo educativo.
Pero no contenta con eso, esta hija de Sade hace que arresten a Luis durante una clase, y él termina pasando la noche en la comisaría, ni presunción de inocencia ni falta de antecedentes ni gaitas, esta señora, con perdón, fascista donde las haya, se pasa por el arco de los rulos cualquier atisbo de modales o delicadeza. Pues yo estoy con Luis Leante, pecador de brillantez literaria y humana, y que se jodan los mediocres. Vale.