Sosias
Regresa
Juan Manuel de Prada al panorama literario más enamorado que nunca del género
folletinesco, y lo hace con una historia que se extiende en gran parte por la
fría Unión Soviética que tanto castigó a los ilusos miembros de la División
Azul. Ilusos no por exceso de inocencia, sino porque fueron dados de lado por
el incipiente régimen franquista, y posteriormente ninguneados por el propio
pueblo español, tal y como se encarga de recordarnos el autor en el último
tercio de la novela.
Dos
hombres entrelazados, dos personalidades opuestas y quizá complementarias, dos
coincidencias brutales del destino y una segunda oportunidad concedida a uno de
ellos. Así podríamos simplificar la estructura de esta novela, pero Prada no es
precisamente un autor simple, ni mucho menos, ni en sus argumentos ni, desde
luego, en su escritura, que sigue teñida de un elevado nivel lingüístico y
retórico digno de enconadas envidias, aun cuando en alguna ocasión caiga en un
exceso barroquizante un tanto cuestionable.
Antonio
Expósito es un ladronzuelo de poca monta que se ve envuelto, junto a su
cómplice Carmen, en un asesinato, y como solución se alista en la División
Azul; ni fue el único que lo hizo para huir, ni tampoco el peor, sino un hombre
necesitado de una válvula de escape, que encuentra en los páramos rusos a
Gabriel Maldonado, su sosias físico, que no ideológico ni espiritual. Prada
cifra en Gabriel los mejores ideales del movimiento, y le convierte en símbolo de
un ultracatolicismo del que en algunas páginas hace una gala que resulta un
tanto pedante y latosa, aunque son sólo pizcas. El demonio del comunismo, encarnado
en varios traidores y en un enloquecedor súcubo estalinista, conduce a Gabriel
a la muerte y le abre a Antonio una nueva existencia, porque él volverá a
España usurpando la persona del amigo difunto.
Un
argumento atrayente que contribuye a impulsar los aires folletinescos de la
novela, aunque no libra a Prada del maniqueísmo más evidente, este hombre no es
Gabriel y su conducta le irá corrompiendo hasta límites execrables, en
principio por supervivencia, pero después como si le hubiera cogido cierto
cariño a la práctica del mal. Con todo, es un novelón que atrae e incita a
continuar su lectura, y aunque quizá haya un par de situaciones un tanto
fáciles de adivinar para un lector avezado, el talento de su autor es
innegable, sólo cabe desear que en la próxima entrega abandone un poco tanto
exceso dogmático y vuelva a ser el que siempre había sido.
Me hallará la muerte. Juan Manuel de Prada.
Editorial: Destino. Barcelona 2012. 589 páginas.
(LA VERDAD, "ABABOL", 23/2/2013)