Con motivo de la publicación de su última novela, El gran imaginador, hemos tenido la oportunidad de charlar con Juan Jacinto Muñoz Rengel, que nos habla de esa última creación y de su pasión por la literatura. Una conversación más que interesante.
DOCE
LUNAS
JUAN
JACINTO MUÑOZ RENGEL
EL GRAN IMAGINADOR
1) Esta
novela es radicalmente diferente a lo que ha hecho con anterioridad, ¿cómo
podemos catalogarla?
Siempre he intentado
escribir libros distintos los unos de los otros. Hay escritores a los que admiro
que solo escriben una y otra vez el mismo libro, perfeccionándolo, haciéndolo
cada vez mejor. De una forma muy temprana me di cuenta de que ese no podía ser
mi caso, tenía demasiadas dudas sobre qué escribir o quería escribir demasiadas
cosas. Hasta que comprendí que también se puede construir una identidad —una
voz, una singularidad, un imaginario personal, como queramos llamarlo— desde la
propia diferencia: mis libros publicados han ido perfilando poco a poco cierta
forma, ciertos rasgos comunes, un conjunto que yo mismo no soy capaz de
percibir y que empieza a dibujarme. Lo que tiene de paradójico esta última
novela es que, siendo distinta de todo lo anterior, al mismo tiempo incluye algo
de cada uno de mis libros. De El asesino
hipocondríaco toma el humor y la excentricidad del personaje; de El sueño del otro, los juegos de espejos
y el concepto de realidad como una consecuencia de la ficción; la fusión entre
lo histórico y lo futurista ya podía encontrarse en De mecánica y alquimia; están también las ideas de corte borgesiano
de 88 Mill Lane; y no faltan los seres
imposibles y los alienígenas, como en El
libro de los pequeños milagros. Creo que han sido varios los factores que
han hecho que esto haya sido posible. Por un lado, la considerable extensión de
esta novela. Por otro, el tiempo que me ha llevado escribirla, lo que la ha
hecho convivir con la escritura de todos los demás títulos. Y, por último, que El gran imaginador es de alguna manera
un libro de libros, un libro de géneros, donde intento cruzar las formas de la
literatura con las manifestaciones más populares y lúdicas. Me sería muy
difícil catalogar esta obra con una sola frase. Pero si tuviera que hacerlo
diría que se trata de una novela histórica con una trama de realismo
fantástico.
2) ¿Quién
nació primero, la historia o el personaje de Nikolaos Popoulos?
Desde el principio tenía
claro que mi protagonista recorrería el Mediterráneo del siglo XVI, en busca de
algunos de los acontecimientos y de los personajes que, desde mi punto de vista
y de una manera simbólica, dan inicio a la Modernidad. Sin embargo, con esos
elementos el resultado habría sido tan solo una novela histórica, demasiado
rígida, que no acababa de parecerse a lo que intuía que tenía dentro de mí y no
sabía aún como extraer. Transcurrieron los primeros años de documentación y, al
fin, di con la idea que necesitaba: mi personaje, Popoulos, tenía que ser un
imaginador sin límites. Esa hipótesis imposible convertiría toda la novela en
fantástica. Y, al mismo tiempo, era lo más coherente: podría hablar de los
orígenes de la ficción desde la ficción misma, desde de la más pura y excesiva imaginación.
Y, de este modo, el viaje a través de los distintos géneros literarios también
quedaba asegurado.
3) Ha
confesado que ésta es la novela de su vida, ¿cómo se lleva convivir todo este
tiempo con una criatura literaria como El
gran imaginador?
El mayor desafío de esta
novela se encontraba precisamente en este planteamiento. Tenía que medirme en
todo momento con el mayor soñador de todos los tiempos, con un imaginador sin
ninguna de las limitaciones con las que nacemos todos los seres humanos. Se
trataba, por supuesto, de una competición desigual y de partida imposible. Pero
aun así me ha llevado en muchos casos al límite de mis fuerzas y al borde de la
crisis. Por suerte, Popoulos es también un personaje entrañable y generoso, con
quien después de una década de convivencia he trabado una estrecha relación de
amistad. Ahora lo echo de menos cada día.
4) Realismo,
imaginación, ficción, ¿con cuál de las tres se quedaría?
Entiendo que la ficción es
un intento de conciliar la realidad con lo imaginado. La ficción lo es todo. Es
nuestro único instrumento para conocer la realidad. Tanto las hipótesis
científicas como los conceptos filosóficos son ficcionales, conjeturas
provisionales que nos son de utilidad durante un tiempo, aunque nunca
alcanzaremos la cosa en sí, el noúmeno.
Y creo que ahí radica la principal función de la literatura. La literatura
aspira a mostrarnos cómo es, cómo se ordena y de qué manera se aplica sobre el
mundo la jerarquía de la ficción. Cuáles son los distintos grados de veracidad
de todo lo que ocupa nuestra mente, desde personajes históricos a los que nunca
hemos visto, pero en los que creemos, como Vlad Tepes, príncipe de Valaquia, o Erzsébet
Báthory, la Condesa Sangrienta, hasta personajes legendarios como los vampiros,
o literarios como Drácula, en los que no creemos, pero que sin duda también
forman parte de la realidad de un modo diferente. O los recuerdos. O las ideas
abstractas, como la teoría cuántica de campos, el principio de incertidumbre, el
amor, la verdad, las leyes bursátiles o la noción de mí mismo.
5) ¿Alguna
vez se ha visto sometido a los impedimentos para escribir que asaltan a Popoulos
en algunos momentos de la novela?
En realidad, la maldición
que parece perseguir a Popoulos es una metáfora de todo lo que frustra las
intenciones literarias del escritor en particular —los compromisos sociales,
familiares y laborales, la necesidad de tener que ganarse la vida con algo
distinto de su verdadero trabajo, la tiranía del cuerpo sobre la mente, que lo
arranca de su mundo interior una y otra vez— y las aspiraciones de cualquier
persona en general. Quién no ha sentido alguna vez cómo su vida se dirige en
una dirección distinta a la que había planeado, cómo van quedando atrás los
sueños y lo verdaderamente importante, cómo nos convertimos en alguien que no
se parece a quien de verdad somos o creíamos ser, y nos vamos rodeando de obligaciones
que seguirán frustrando en el futuro nuestros deseos por el resto de los días.
6) En
el libro se percibe un gran homenaje a la literatura, especialmente a algunos
clásicos, ¿qué supuso para usted la lectura de los mismos?
Sin ellos no sería quien
soy. Al fin y al cabo, un noventa por ciento de lo que somos está hecho de
imaginación. Todos los libros que aparecen en mi novela, de una manera directa
o subconsciente, forman parte de mi mundo interior, tanto como mis propias
vivencias y recuerdos, que después de todo en gran medida estarán adulterados. Somos
lo que vivimos, pero también somos lo que leemos. Y, por supuesto, sin esas
lecturas El gran imaginador nunca
habría llegado a existir.
7) De
las múltiples situaciones y lugares que aparecen en la novela, señale qué fue
lo más dificultoso a la hora de su creación, y qué otros momentos le resultaron
más sencillos o placenteros.
Me supuso grandes desvelos
la búsqueda del narrador idóneo para conducir una historia como esta. En
concreto, me di cuenta de la dificultad a la que me enfrentaba después de
concluir el primer capítulo, que está narrado con un tono elevado y con mucho
vuelo, porque no acertaba a encontrar la forma de descender para contar el siguiente,
que escribí innumerables veces. El problema era que necesitaba un narrador muy
flexible, capaz de adaptarse a todas las situaciones, de cambiar de registro y
atemperar su tono, de hacer barridos panorámicos o introducirse en el universo
de lo microscópico, de adecuarse a los cambios de géneros y de pasar del humor
al drama o al terror. Otro de los retos técnicos del libro era doblegar la
ingente cantidad de información que debía manejar. No me importaba que la abundancia
de personajes, escenarios y detalles históricos confiriesen un cariz exuberante
a la novela, porque era parte de su naturaleza esencial. Pero tuve que luchar
para que siempre hubiera una trama en movimiento en el primer plano, una
historia y una acción sucediendo ante el lector, y que los datos se mantuvieran
serenos en un conveniente segundo plano, sin entorpecer la experiencia de la
lectura.
Por otra parte, disfrutaba
muchísimo cuando, después de vencer estos y otros obstáculos, y tras
predisponer una situación durante páginas y páginas, llegaba por fin donde en
realidad siempre había querido estar: entre mis episodios favoritos se
encuentran la invasión extraterrestre de la capital del Imperio Otomano, las
perversiones de la Condesa Sangrienta o los disturbios del gólem en Praga.
8) El
encuentro entre Popoulos y Cervantes es verdaderamente antológico, ¿alguna vez
tuvo usted un encuentro así con un escritor al que admirase?
Sería difícil asemejar un
encuentro así, si tenemos en cuenta la talla del escritor en cuestión, que ambos
se hallaban en el centro de la más memorable y sanguinaria batalla que vieron
los pasados siglos ni esperan ver los venideros, y la desatinada escena en la
que los hago coincidir. En una ocasión conocí en persona a José Saramago, justo
después de que hubiera sido jurado del Premio Clarín Alfaguara de Argentina, en
el que El asesino hipocondríaco resultó
finalista, y poco antes de morir. Pero el encuentro no duró más que unos
segundos. No obstante, no pierdo la esperanza de que la vida pueda reservarnos
sorpresas tan épicas como las de Nikolaos Popoulos.
9) Y
ya que hablamos de Cervantes, ¿hasta dónde llega su admiración por él?, ¿sería
igual la historia de nuestra literatura de no haber existido El Quijote?
No, no lo sería. Para mí
es el hombre que inventó la ficción. Al menos la idea de la ficción y la novela
contemporáneas. Mezcló y reinventó como nadie los géneros literarios, y de
alguna manera mi libro nace como un homenaje a esa hazaña, y de la pregunta de
cómo podría un escritor hoy abordar un intento semejante de hibridación de
géneros populares, en pleno siglo XXI. Y no olvidemos que El Quijote está recorrido además por la metaficción. Resulta
gracioso advertir cómo algunos autores creen haber recién inventado
determinados recursos metaliterarios, que no son ni la sombra de los que ya
empleaba Cervantes hace cuatrocientos años. Él fue sin duda, como mi personaje,
un escritor anacrónico, incomprendido y adelantado a su época.
10) ¿Cómo
cree que encajaría en el mundo de hoy un personaje como Popoulos? ¿Cree que hay
gente así a nuestro alrededor, y sobre todo, cree que somos capaces de
percibirlo?
No podría haber nadie
igual, por cuanto su capacidad no es menos fantástica que la de Funes el
memorioso. Todos necesitamos apoyarnos en los descubrimientos de los demás para
imaginar algo nuevo, en eso se fundamenta la civilización. La historia y el
progreso comienzan con la palabra escrita y ni médicos, ni científicos, ni
músicos ni escritores pueden crear desde la nada. Aun así, desde luego, el
mundo está lleno de imaginadores. Imaginadores de distinto grado y condición,
pero que tienen en común con Popoulos la riqueza de su mundo interior y que,
con probabilidad, son incomprendidos y maltratados por su entorno inmediato.
11) Imagino
que tras esta novela se habrá tomado un respiro antes de embarcarse en otros
proyectos, ¿o tal vez no?
Sí, mi cabeza ha decidido
tomárselo por mí. Aunque ya me rondan tres o cuatro ideas distintas para
novelas cortas. Lo que ocurre es que, después de tantos años de compromiso y
disciplina con este proyecto, no quiero forzarlo, quiero que la idea se acabe
imponiendo sola. Eso sí, después de tantos centenares de páginas y de tantos años
de documentación, no contemplo otra cosa que no sea breve.
12) ¿Cómo
convencería a un lector que no conozca su obra para que se acerque hasta esta
novela?
Le diría que si es entusiasta
de lo histórico, de lo fantástico, de la ciencia ficción, de la literatura de
terror o de las aventuras, quizá este sea su libro. Eso sí, que no espere
encontrar uno solo de esos géneros ni que la novela se ciña a las normas tradicionales
de cada una de las categorías. A cambio, le garantizaría que he intentado
escribir una novela que apele al más puro placer de la lectura, capaz de recuperar
aquellas sensaciones inigualables que todos sentimos con los primeros libros
que cayeron en nuestras manos. Todo lo que yo pueda haber sacrificado con la
escritura de este libro, todo lo que pueda haberme esforzado o haber padecido,
así como todo lo que he disfrutado, ha sido con el único objetivo de que mis
personajes y sus andanzas consigan ilusionarlo, involucrarlo, hacerlo vivir, sufrir,
amar, viajar y soñar con ellos.