MI GRAN AMIGO JOE
Ha vuelto, con sus mandíbulas encasquilladas y esa mirada venenosa ha regresado el gran gorila vasco, el eslabón perdido, el homínido por cuyas venas corre el RH más puro del universo, el mismo que no necesita ser trasladado a ningún zoo, porque ya estaba escondido en la reserva natural de la Euskal Herria más dura. Mi adorado Xabier Arzallus ha salido de entre la niebla, y el mundo tiembla por las náuseas.
Y no salió de ese ostracismo por deferencia a la viuda de Ignacio Uría, ese empresario antipatriota que sólo quería llevar el AVE a Euskadi, aunque sin soltar un euro revolucionario. No señor, surgió para sentar cátedra, como siempre, para decirle a los vascos que lo mejor es aguantar, mejor incluso que las policías de Pérez Rubalcaba, y ante la pregunta de qué podían hacer los ciudadanos vascos que ya no aguantan más, soltó la perla: “que se tomen un valium”. Con un par de buenas pelotas vascas.
Así que aquí estamos el resto de los mortales, los ignorantes que nos estremecemos cada vez que ETA dispara, los ignorantes que explotamos a los gudaris y que no sabemos nada de patrias, agradecidos de que al fin nos ilumine una mente tan preclara como la de este simio –con perdón para todos los simios que en el mundo han sido-. Es igual que Zapatero y Rajoy acudieran juntos, por fin, al sepelio del señor Uría, en un gesto que este país llevaba necesitando más de cuatro años, eso da lo mismo, lo importante era escuchar las sentenciosas palabras de este hijo putativo (y no es un término precisamente jurídico) de aquel otro santurrón que fue Sabino de Arana.
No importa que De Juana siga pululando libre por Europa, ni que los cachorros de Arzallus se rían y desafíen a los magistrados en cada juicio, ni que la Constitución cumpla treinta años. Lo verdaderamente importante es que no se nos olviden las intenciones de esta gentuza, para ver si, de una vez por todas, este estado represivo y policial que conformamos todos los maquetos y txakurras (o perros si cometemos el pecado de lesa castellanidad de no hablar una lengua minoritaria) entiende que ellos tienen derecho a su independencia.
Porque si eso se nos olvida, volverán a resonar tiros y explosiones, y volveremos a escuchar las sentencias del gran mono vasco, eso sí, hasta las cejas de valium para no ver la sombra de la muerte y la serpiente. Para que luego vengan algunos organismos internacionales hablando del “problema del independentismo vasco”, con lo fácil, aunque duro, que es llamarles por su verdadero nombre, tres palabras que todos conocemos de sobra.
Un abrazo, y saluda a tus escoltas de mi parte.
ResponderEliminarHola Antonio:
ResponderEliminarQué buena tu entrada y cuánta razón tienes en tantas cosas de las que hablas. De un sólo martillazo has dado en muchos clavos.
Un saludo
se me ha escapado el acento en "solo", con perdón
ResponderEliminar¡Qué asco, hermano! Qué bien dices el horror; y qué tristeza tener que seguir diciéndolo.
ResponderEliminarQuerido Antonio: Estoy completamente de acuerdo con tu "Linterna", clara y alumbradora, de concisas y sabias opiniones. No se puede despreciar tanto la vida humana. Quien lo hace -creo- no llega ni a la categoría de homínido. Gracias por incluirme en tu lista de contactos. Un abrazo.
ResponderEliminarGracias a todos por vuestros comentarios. Como ya dije al estrenar este rincón, la linterna no sería nada sin vosotros. Abrazos.
ResponderEliminarCuanta razón y que bien expresada. Estupendo...como siempre.
ResponderEliminarAy, para quienes hemos nacido y vivido allí un buen montón de años, qué dolorosamente ciertas son esas palabras y qué decir, salvo compartirlas.
ResponderEliminarHola Antonio:
ResponderEliminarFelicidades por el blog y muchas gracias por regalarnos estos artículos. Expresas genialmente lo que muchos pensamos.
De nada, Salud, y me alegra ver que, al final, el que la sigue, la consigue, jajaja.
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