sábado, 21 de noviembre de 2009

CRÍTICAS LITERARIAS - FERNANDO IWASAKI


Burla esdrújula

Suripantas de ayuntamiento, coaliciones políticas imposibles, celebraciones de centenarios futboleros, alardes de la cocina patria, damiselas del feminismo más recalcitrante disfrazadas de progres culturales, defensores de la memoria histórica de las guerras carlistas y hasta de las guerras púnicas, espeleólogos de grutas vecinales con ínfulas de novena maravilla mundial, presentadoras casposas y cadenas televisivas leonadas en busca de reventar los índices de audiencia. Cualquiera de estos especímenes puede, a poco que se lo proponga, convocar un concurso de cuentos a lo largo del panorama nacional, y Fernando Iwasaki, un escritor al que le sobra tanto humor como ingenio derrocha, ha decidido reírse en este volumen de toda esa fauna y demostrar que con un solo relato, modificado para cada ocasión, se pueden ganar, por lo menos, siete de esos concursos.


Con japoneses insertados en España como protagonistas, no hay relato que no provoque en el lector varias carcajadas, tanto por los disparatados planteamientos como por el desarrollo de los mismos, hilarante a más no poder, amparando la decisión de Iwasaki de burlarse, al tiempo que los defenestra, de los mercaderes de los certámenes literarios, entre cuyos jurados no duda en incluir al concejal o director general de turno, escoltado por un grupo de escritores conocidísimos. Y eso sin respetar autonomía ni región ibérica alguna, al contrario, colocando con un tino considerable tanto el elogio como la crítica costumbrista de todas ellas, con el fin de alinearse con una de las dos Españas: la que es capaz de reírse de sí misma.


Este libro es histriónico, sarcástico, hiperbólico, satírico, fantástico, crítico, muy crítico, sardónico, enigmático, teológico, histórico, memorístico, homérico, un pelín satánico pero también angélico, caótico, asiático, peripatético, humorístico, drástico, cadavérico, futbolístico, gastronómico, acrobático, político, sintético, jesuítico, lúcido, muy lúcido, folklórico, pictórico, algo sátiro, pedagógico, cúbico, apocalíptico, melancólico, académico, simbólico, anticarpetovetónico, idílico, un poco telúrico, magnético, filosófico, astrológico, anárquico, zoológico, calórico, psicológico, sociológico, elíptico, atlántico, tantálico, también fóbico, lúdico, huracánico, estrambótico, pacífico, ecléctico, eléctrico, homogéneo y, sobre todo, cáustico, muy cáustico.


‘España, aparta de mí estos premios’. Fernando Iwasaki.

Páginas de Espuma. 160 páginas.


(LA VERDAD, ABABOL, 21/11/09)


martes, 17 de noviembre de 2009

LA LINTERNA MÁGICA - EL NOMBRE DE LA ROSA



EL NOMBRE DE LA ROSA


Desde Rusia, pero sin amor, así le han regalado a Arturo Pérez-Reverte una “matrioska” rellenita de trampas y censuras. Y todo porque el Servicio Antidroga de allá ha incluido a su novela “La reina del sur” en una lista negra de más de treinta títulos, por incitar al consumo de estupefacientes, nada menos. Será que como no hay mafias rusas suficientes, ahora temen que aparezca alguna nueva, de importación, eso en un país en el que la nieve cae no sólo durante el invierno, el mismo que tiene a un presidente de bíceps exhibicionistas y que antes tuvo a otro que conservaba su propia momia en vodka, y no como la de Lenin, que debe de andar ya parcheadita de ver tanta tontería.


Esto de elaborar índices de libros prohibidos ya lo han hecho antes los hijos de Obama, sobre todo tras el jaque mortal que recibieron sus torres, pero entre todos tendríamos que conminar a Zapatero para que entrase a exigir lo que nos toca, a saber, los derechos de la exclusiva que creó el Santo Oficio y que el gran Cervantes puso en el papel en aquel donoso escrutinio. Desde aquí propongo la creación de una plataforma reivindicativa de la memoria negra histórico-literaria, que por algo nos lo trabajamos a conciencia en su momento.

Rabietas aparte, imagino al bueno de Arturo, barbado ya como el Fray Guillermo de Baskerville de la pantalla, dispuesto a batirse por defender a su Teresa Mendoza, y dispuesto también a decirles a estos ex bolcheviques que, ya puestos, tendrán que censurar “Romeo y Julieta”, por incitar al suicidio, y lo que es peor, al amor, o “Los tres mosqueteros”, que fomentan las intrigas gubernamentales, o “Cyrano de Bergerac” por instigar la superchería del buen poeta, o “La Regenta”, no vaya a ser que las rusas quieran sentirse queridas, o hasta “Cien años de soledad”, no sea que rusos y rusas quieran vivir y soñar.


Estoy, no me importa repetirme, hastiado de tanta falsaria corrección política, mejor dicho, de tanta ultracorrección política. Si yo llamo tonto a un alumno mío, en un alarde de enajenación impropio de mi persona, me pueden arruinar la carrera aunque a la criatura le falten dos o tres hervores, pero si un politiquillo se empeña en condenar libros, no pasa nada. Vamos, será que las obras de la literatura rusa no eran perniciosas, “Crimen y castigo”, una antología del gerontocidio, “Ana Karenina”, la apología del adulterio, y “El idiota”…, bueno, ¿a qué incitaría esta otra? Esperemos que, ahora que nos falta invierno, los rusos no nos hagan más regalitos de este jaez.


sábado, 7 de noviembre de 2009

OJOS DE FUEGO

Queridos amigos, dejo aquí la gran (y un tanto desmedida, me parece a mí) crítica que Gonzalo Gómez Montoro ha publicado en La Verdad sobre mi novela "Ojos de fuego". Vaya desde aquí todo mi agradecimiento para mi amigo Gonzalo, no sólo por sus palabras, sino por incitar a los demás a sumergirse en esta historia, ya no seré yo el único que prometa que nadie se arrepentirá de hacerlo.

Dejo también el enlace de la página de Gonzalo, donde siempre hay interesantes comentarios literarios: http://aguasdeceniza.blogspot.com/2009/11/critica-de-ojos-de-fuego-de-antonio_07.html

SÁBADO 7 DE NOVIEMBRE DE 2009

Crítica de "Ojos de fuego", de Antonio Parra Sanz


Desopilante metafísica de bar

“Ojos de fuego”. Antonio Parra Sanz. Tres Fronteras. 177 páginas / 14 euros.

Con Ojos de fuego inaugura el escritor madrileño Antonio Parra Sanz la serie de novelas negras protagonizadas por Sergio Gomes, un peculiar y entrañable detective abonado al vodka y al sándwich mixto, e influido en su nacimiento por la mejor tradición hard-boiled norteamericana —léase Raymond Chandler, Dashiell Hammett, Jim Thompson y un largo etcétera— así como por el Montalbano de Andrea Camilleri o los grandes autores nacionales del género: Francisco García Pavón, Manuel Vázquez Montalbán y, ya en nuestros días, Lorenzo Silva o Alicia Giménez-Bartlett (por citar sólo algunos nombres).

Partiendo de tan ilustres influencias, Parra Sanz ha compuesto una historia de ritmo trepidante, plagada de corrupciones empresariales y negocios oscuros, de asesinatos turbios y amores imposibles con femme fatale incluida. La sensación de verosimilitud atraviesa todas las páginas de esta novela que disecciona, con un gran sentido del humor en los diálogos y situaciones (formidable el encuentro de Gomes con Claudio Rubins en la torre de oficinas o el interrogatorio con los policías Palazuelos y Carmona), las altas y bajas esferas de la sociedad madrileña, unidas ambas por un hilo aparentemente invisible y que el autor hace palpable en los constantes cambios de escenario. Por otra parte, las conversaciones de Gomes en Bocaccio con el barman Cordero y en la agencia con su jefe Galindo resultan igualmente destacables, un derroche de agudeza y desopilante metafísica de bar.

Ojos de fuego está narrada con un estilo ágil, de adjetivos inesperados y descripciones expresivas que dan lo mejor de sí mismas en las ambientaciones callejeras de Madrid (es reseñable, en este aspecto, el seguimiento de Gomes a Cartujo por el centro de la capital o la persecución a los gemelos en el secuestro de la Cari). La novela representa, pues, un comienzo muy digno para una saga que encierra muchas posibilidades por explotar y, al mismo tiempo, la prueba fehaciente de que el género negro puede estar al nivel de la mejor literatura, aportándole al lector un extra de diversión. A buen seguro, aquellos que hayan leído esta primera entrega aguardarán la segunda historia de Sergio Gomes con la misma impaciencia que con la que ya lo hace un servidor.

Publicado el 7-XI-09 en el semanario cultural Ababol del diario La verdad.