El primer perdedor
Caín, el primero de los perdedores, el primero de los antihéroes, despierta rápidamente las simpatías del narrador, lejos de la tibieza de sus progenitores y de la ñoñería del hermano perfecto. De esa simpatía se alimentará toda la novela, y Saramago la comparte con el lector al tiempo que le muestra a un Creador caprichoso y cruel, constantemente cuestionado por el propio Caín, en unos debates en los que el fratricida siempre sale triunfante, porque utiliza una dialéctica y una lógica siempre aplastantes.
Quienes busquen rigor histórico, textual o sacro, en estas páginas, deben buscarse otros títulos, Saramago sitúa a su Caín en diferentes momentos de
Y siempre acumula, con cada episodio de esta especie de “road movie” a lo divino, numerosas razones para cuestionar a un Dios al que no respeta ni siquiera cuando le mete de polizón en el arca de Noé. Da gloria leer a un Saramago provecto cuya mano literaria sigue rezumando casi el elixir de la eterna juventud.
Alfaguara. 189 páginas.
Lo pongo en la carta a los Reyes Magos. No he leído nada suyo desde "Ensayo sobre la ceguera", quizás porque nadie me había hablado demasiado bien de su obra posterior. Viniendo esta recomendación de ti, lo retomo encantado.
ResponderEliminarUn abrazo.