miércoles, 10 de marzo de 2010

TRAMPANTOJOS



Las casas en las que se instala la vejez dejan asomar sus huellas de forma paulatina, un pañuelo olvidado sobre un lavabo, una pelusa resistente aferrada a un sillón, migas rancias colonizando los rincones. Hasta el papel higiénico tiene algo de hoja caduca y triste. A veces creo que uno de los peores inconvenientes de llegar a la senilidad es el acopio de manías insalubres que se produce. He de guardar un remanente monetario para dedicárselo, llegado el momento, a un asesor que me susurre en el oído, tal y como hacían los césares triunfantes, no sólo el recuerdo de que soy mortal, sino la obligación de conservar cierta decencia, cierto mínimo decoro a pesar de los años caídos.


5 comentarios:

  1. Puf... Y, si es factible con nuestro destino, todos llegaremos, estimado Antonio.
    Roguemos a la belleza por la armonía de nuestros deshechos.
    Un abrazo.

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  2. Lo que hace falta, Isabel, es llegar en unas condiciones aceptables, lo demás siempre terminan siendo cuentos.

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  3. etPues mi ratón rejuvenece cada vez que paso por aquí.

    Es pronto todavía para plantearnos estas miserias. Mi papel higiénico aún luce esplendoroso, tanto que a menudo prefiero usar cualquier diario de prensa.

    Un abrazo y que no decaiga.

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  4. No me extraña que uses la prensa para según qué menesteres. Un abrazo. Nos vemos pronto

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