miércoles, 13 de julio de 2011

EL VALLE DE LAS SOMBRAS

Literatura total

¿Sería posible que dos hombres de bandos enfrentados colaborasen para resolver un crimen? ¿Podría darse una investigación policial en plena construcción del Valle de los Caídos? ¿Cabrían conspiraciones magnicidas en un entorno carcelario? A todas estas preguntas es capaz de responder Jerónimo Tristante en su última novela, una obra con la que ha dado un paso más que firme en una carrera literaria que se va jalonando de éxitos porque es el resultado de las virtudes de un extraordinario narrador.

Sin dejarse llevar por sentimentalismos maniqueos, Tristante nos habla de la recién terminada Guerra Civil, y lo hace sin pelos en la lengua, consiguiendo que sus personajes incluso reconozcan las brutalidades cometidas por sus respectivos bandos, algo que fuera de la literatura ha costado unas cuantas décadas, y a veces incluso no ha terminado de lograrse. El panorama es real pero no extremadamente desolador, porque lo que se busca también es hacer un elogio de la amistad que surge entre dos hombres cosidos por las cicatrices de la guerra y el dolor, dos hombre, Roberto Alemán y Juan Antonio Tornell, que arrastran sus miserias pero a los que el valor, el honor y el interés por la justicia terminarán por unir, aun en las circunstancias más extrañas.

Jerónimo Tristante demuestra, una vez más, el absoluto dominio que tiene de la tensión narrativa, la capacidad para urdir los hilos y ocultárselos al lector hasta el momento idóneo, pero también destila en sus páginas rigor histórico y documental, porque el dato más insignificante, en sus manos, puede convertirse en un “leiv motiv” que se extienda durante toda la novela. Quienes busquen aquí una narración histórica, mejor que huyan hacia otros títulos, esta novela es literatura pura, total y de la buena, aderezada con un marco histórico más que fiel, pero sólo marco cuya función es la de albergar la desaforada imaginación de su autor y la existencia de dos personajes que el lector tardará mucho en olvidar.


‘El valle de las sombras’. Jerónimo Tristante.

Editorial: Plaza y Janés. Barcelona, 2011. 379 páginas.

FÁCIL DE MATAR

Debut vertiginoso

Ha debutado Maruja Torres en el mundillo de la novela negra con toda la desfachatez del mundo, o lo que es lo mismo, como debía hacerlo una autora curtida como ella, sin miedos ni reparos, y manteniendo el aire zumbón que ha caracterizado a su prosa, el que siempre ha utilizado para hablar de los hombres, las mujeres y hasta los viceversas, que alguno hay en esta novela. Y lo mejor de todo, tal vez, sea que no ha inventado a un agente de la ley, o a un detective al uso del “hard boiled” norteamericano, sino que ha acudido a lo que mejor conoce: el periodismo, para gestar a Diana Dial, una reportera prejubilada que ha decidido cambiar la redacción por la investigación.

Pero Diana es más especial todavía, porque jamás cobra, elige ella misma los casos que acepta y lo que busca es el resplandor de la verdad, el brillo de la justicia, para lo cual no dudará, en cambio, en echar mano de todas sus fuentes acumuladas a lo largo de su carrera periodística. Moviéndose entre lo más granado de Beirut, Diana, y Maruja Torres con ella, ha de esclarecer el atentado que ha terminado con la vida de uno de los hijos de las familias más influyentes de Líbano: Tony Asmar, curiosamente casado con una española recauchutada y despampanante.

Embajadores rijosos, directivos del Instituto Cervantes (o Quijote como ladinamente transforma la autora), gigolós de gimnasio, matriarcas libanesas dueñas de apriscos familiares, políticos corruptos, espías por afición, policías fieles, un chófer de la guarda… Todo ello acompaña a Diana Dial en este vértigo de novela que no defraudará a nadie, incluidos los más puristas del género negro.


‘Fácil de matar’. Maruja Torres.

Editorial: Planeta. Barcelona, 2011. 254 páginas.

CRÍTICAS LITERARIAS - MIGUEL PAZ CABANAS

Las memorias, o las intimidades de un escritor, son un territorio espinoso a la hora de convertirlas en un texto, en ocasiones lo que es materia literaria para el autor no lo es para el lector, y llega el correspondiente rechazo. Miguel Paz Cabanas no es uno de esos casos, al contrario, durante algunos años ha desgranado en un blog sus reflexiones acerca de la realidad, de lo que ve, de lo que vivió, de lo que recuerda, y ahora esas páginas virtuales se han visto reunidas en un libro de lectura muy gozosa, porque su autor sabe dosificar experiencias propias con visiones del mundo que le rodea, de ahí la frescura de cada texto, y también la humildad que destilan, algo que sólo es privativo de quien ha vivido siempre con los pies en el suelo y los ojos puestos de cuando en cuando en la memoria.

‘Memorias de un cabrón resentido’. Miguel Paz Cabanas.

Editorial: Los libros de Camparredonda. León, 2011. 218 páginas.

sábado, 9 de julio de 2011

CRÍTICAS LITERARIAS - JM GUELBENZU


De brumosas flaquezas

Para que un detective, o un investigador literario, sea creíble, ha de evitar ser inmune al paso del tiempo y mostrarse humano y hasta vulnerable. Los héroes ácronos pasaron hace mucho a la historia, y aunque el lector los recuerde con un deje de nostalgia en su corazón, por lógica tuvieron que dar un paso a un lado y dejar el campo libre a la lógica argumental. J.M. Guelbenzu, conocedor de los avatares cronológicos, presenta en esta entrega a una juez Mariana de Marco asaltada por alguna que otra flaqueza y zarandeada por las circunstancias, desde la impresión que le provoca una joven víctima cuyas manos han sido cortadas, hasta la reaparición, tras quince años alejados, de su hermano pequeño, el bon vivant Antonio de Marco.

La ciudad de G…, siempre lluviosa y esquiva, se alía con el mal prohibiéndole la salida al sol y alimentando los malos augurios de la juez, extraviada entre sus calles con la única ayuda de su orgullo y de su amiga Julia. El caso se irá complicando hasta mostrar la idiosincrasia hermética de los campesinos norteños, pero también la fascinación de un par de potentados capaces de erguirse sobre el bien y el mal, y de poner en jaque algo más que los principios de la juez.

Hasta tal punto conseguirán entre todos hacer tambalearse su carrera, que Guelbenzu no tendrá más remedio que apartarla del caso, por razones de interés más que evidentes; poderes fácticos, sexualidades sorpresivas, explotaciones milenarias, matrimonios blancos y de conveniencia, chantajes sentimentales y soledades demoledoras irán haciendo acto de presencia en el último tercio de la novela, justo en el momento en el que el lector debe notar que el suelo de las suposiciones desaparece bajo sus pies.

Los incondicionales de la juez disfrutarán con esta entrega, y quienes se acerquen a conocerla por vez primera no podrán evitar, además, desear que haya más elementos como ella al mando de la judicatura española.

‘El hermano pequeño’. J.M. Guelbenzu.

Editorial: Destino. Barcelona, 2011. 389 páginas.

(LA VERDAD, "ABABOL", 9/7/2011)

martes, 5 de julio de 2011

TRAMPANTOJOS


Una pareja de púberes se detiene en la calle, sus mochilas estudiantiles cuelgan laxas derramándose por sus espaldas. Ella le saca una cabeza, un poco de experiencia y bastantes redondeces, pero a él no le importa mirar hacia arriba. Se miran el uno al otro con las manos cogidas y sin dejar de susurrar. De pronto ella mira a uno y otro lado, y cuando se cerciora de que en la acera del mediodía no hay nadie conocido, le planta a él un rápido beso en los labios, beso que se convierte en dos, en tres, pero todos igual de apresurados. Al separar sus bocas inician la despedida, y entonces el motor de su libido vuelve a su ser, se empujan un poco y corretean, aún tienen en el rostro el rótulo de la adolescencia en prácticas.

sábado, 2 de julio de 2011

CRÍTICAS LITERARIAS - RUBÉN CASTILLO

Cuando duele pulsar "enter"

Rubén Castillo muestra su vertiente más camaleónica para abordar arriesgados cambios argumentales.



Dos soledades bañadas por la amargura, un mundo en el que acechan el asilamiento y la incomunicación, unas cuantas noches eternas, un océano de ceros y unos que surcar como barcos ciegos en busca de algún faro salvador, Tristam y Marge, dos personas doloridas que anhelan, en un chat de sexo, paliar el abandono al que han sido sometidas. Y todo con un formato novedoso, deudor de las nuevas tecnologías, vertiginoso como son los diálogos informáticos, pero sin los desmanes ortográficos cometidos por los jóvenes, y manejado con extrema soltura por Rubén Castillo, un autor que vuelve a demostrar, para gozo de los lectores, su inmensa capacidad de adaptación como narrador, su vertiente más camaleónica para adentrarse en arriesgados cambios argumentales a la hora de escribir.


Porque hasta la mitad de la novela, el lector no es más que un simple espectador de las miserias de dos seres huérfanos de afectos, y asiste contemplativo a las primeras aproximaciones, siempre dubitativas, de estas tertulias cibernéticas, contemplando con perplejidad las palabras de un hombre cuya esposa duerme siempre dándole la espalda, y de una mujer mucho más liberada que no parece precisamente novata en las lides de los chats eróticos. Y para que ese marco sea absolutamente realista, el autor no duda en ningún momento en mostrar un lenguaje procaz, de un nivel erótico altísimo, rozando la pornografía lingüística, como corresponde al decoro narrativo.


Pero todo ello salta por los aires cuando Rubén Castillo decide detonar su bomba argumental, ejerciendo entonces como dueño absoluto de la narración, puesto que en ese momento le da una vuelta de campana a la novela, y ya nada vuelve a ser como había sido, al contrario, desde entonces el lector ha de ir siguiendo el paso de los dos personajes, pero siguiendo también las trampas que tanto el narrador como ellos mismos han decidido sembrar. Porque tras el escudo de la pantalla se agazapan cientos de secretos, algunos vivirán eternamente protegidos, pero otros terminarán por desvelarse por mucho que duela pulsar la tecla "enter".


Que Rubén Castillo sabe muy bien qué hacer con los caracteres humanos no es ninguna novedad, lo había demostrado en novelas anteriores, peo ahora riza el rizo de las sombras, de las penumbras que nacen en los armarios de las conciencias, por eso parte de una situación sencilla en apariencia, para ir complicando poco a poco el diálogo, mejor dicho, para ir enriqueciéndolo y demostrándole al mundo la inutilidad de los juicios, la falsedad de los apriorismos, el sinsentido del maniqueísmo. Ojalá más escritores nos hicieran reflexionar con la mitad de la calidad literaria que atesora esta novela.


‘Las hogueras fosfóricas’. Rubén Castillo.

Editorial: Ediciones Baladí. Madrid, 2011. 190 páginas.

(LA VERDAD, "ABABOL", 2/7/2011)