sábado, 23 de febrero de 2013

ME HALLARÁ LA MUERTE - JUAN MANUEL DE PRADA


Sosias

            Regresa Juan Manuel de Prada al panorama literario más enamorado que nunca del género folletinesco, y lo hace con una historia que se extiende en gran parte por la fría Unión Soviética que tanto castigó a los ilusos miembros de la División Azul. Ilusos no por exceso de inocencia, sino porque fueron dados de lado por el incipiente régimen franquista, y posteriormente ninguneados por el propio pueblo español, tal y como se encarga de recordarnos el autor en el último tercio de la novela.

            Dos hombres entrelazados, dos personalidades opuestas y quizá complementarias, dos coincidencias brutales del destino y una segunda oportunidad concedida a uno de ellos. Así podríamos simplificar la estructura de esta novela, pero Prada no es precisamente un autor simple, ni mucho menos, ni en sus argumentos ni, desde luego, en su escritura, que sigue teñida de un elevado nivel lingüístico y retórico digno de enconadas envidias, aun cuando en alguna ocasión caiga en un exceso barroquizante un tanto cuestionable.

            Antonio Expósito es un ladronzuelo de poca monta que se ve envuelto, junto a su cómplice Carmen, en un asesinato, y como solución se alista en la División Azul; ni fue el único que lo hizo para huir, ni tampoco el peor, sino un hombre necesitado de una válvula de escape, que encuentra en los páramos rusos a Gabriel Maldonado, su sosias físico, que no ideológico ni espiritual. Prada cifra en Gabriel los mejores ideales del movimiento, y le convierte en símbolo de un ultracatolicismo del que en algunas páginas hace una gala que resulta un tanto pedante y latosa, aunque son sólo pizcas. El demonio del comunismo, encarnado en varios traidores y en un enloquecedor súcubo estalinista, conduce a Gabriel a la muerte y le abre a Antonio una nueva existencia, porque él volverá a España usurpando la persona del amigo difunto.

            Un argumento atrayente que contribuye a impulsar los aires folletinescos de la novela, aunque no libra a Prada del maniqueísmo más evidente, este hombre no es Gabriel y su conducta le irá corrompiendo hasta límites execrables, en principio por supervivencia, pero después como si le hubiera cogido cierto cariño a la práctica del mal. Con todo, es un novelón que atrae e incita a continuar su lectura, y aunque quizá haya un par de situaciones un tanto fáciles de adivinar para un lector avezado, el talento de su autor es innegable, sólo cabe desear que en la próxima entrega abandone un poco tanto exceso dogmático y vuelva a ser el que siempre había sido.
  
Me hallará la muerte. Juan Manuel de Prada.
Editorial: Destino. Barcelona 2012. 589 páginas.
(LA VERDAD, "ABABOL", 23/2/2013)

LIQUIDACIÓN FINAL - PETROS MÁRKARIS


            Y si un justiciero anónimo decidiera acabar con el Bárcenas de turno, ¿le acogería la sociedad española como a un héroe?, algo así se plantea Petros Márkaris en esta entrega de su ‘Trilogía de la crisis’, y con esa sombra ha de lidiar el comisario Kostas Jaritos, además de ver cómo el futuro de su hija se oscurece cada vez más. Trágica actualidad la que reflejan estas páginas, porque esa justicia, por desgracia, sobrevuela ya más de una voluntad, asentándose en las conciencias de la desesperación, allí donde la ética va dejando huérfanos.
  
Liquidación final. Petros Márkaris.
Editorial: Tusquets. Barcelona 2012. 341 páginas.
(LA VERDAD, "ABABOL", 23/2/2013) 

domingo, 17 de febrero de 2013

EL DULCE VENENO DE LA LITERATURA

Éstas son las grandes palabras que me dedicó José Belmonte en el diario La Verdad.


BILLIE RUTH - EDMUNDO PAZ SOLDÁN



            Niños que reniegan de sus padres, asesinos idílicos, realidades volteadas, reveses de lo usual, trampantojos para el lector, estos son algunos de los recursos que prodiga Edmundo Paz Soldán en este volumen de relatos, formado por quince piezas que funcionan como una clepsidra de aguas a ratos turbulentas y a ratos pantanosas, en las que el lector debe ir buscando la claridad entre los retazos más intensos del desasosiego y unas existencias un tanto violentas. Una buena herencia de los grandes relatos de la literatura hispanoamericana.
  
Billie Ruth. Edmundo Paz Soldán.
Editorial: Páginas de Espuma. Madrid 2012. 150 páginas.
(LA VERDAD, "ABABOL", 16/2/2013)

LA CAJA NEGRA - MICHAEL CONNELLY


            Michael Connelly se alzó con esta novela con el último Premio RBA de Novela Negra, y con toda justicia, pues su detective Harry Bosch capea cada vez con más solidez por sus nuevas entregas. Un crimen sin resolver cometido durante los célebres disturbios raciales de Los Ángeles sobrevive dos décadas después para que este sobrio e intuitivo policía asuma que ha llegado el momento de hacerle justicia a una periodista danesa, víctima foránea también de aquella lejana ya Guerra del Golfo, y es que la justicia no debe reparar nunca en antiguas servidumbres militares.

La caja negra. Michael Connelly.
Editorial: RBA. Barcelona 2012. 393 páginas.
(LA VERDAD, "ABABOL", 16/2/2013)

viernes, 15 de febrero de 2013

OFICIO MISERABLE - ALFREDO GÓMEZ CERDÁ


Verdadera calidad

            Podría ser una sorpresa encontrarse con unos relatos de Alfredo Gómez Cerdá cuyo destinatario no fuese un público juvenil, que es al que, de momento, ha brindado su trayectoria literaria. Claro que, leyendo precisamente sus obras juveniles, tampoco podemos extrañarnos de la calidad que rezuman estas seis historias, dedicadas de una u otra forma al mundillo cruel (oficio miserable como bautiza su autor) de la escritura.
 
            Y es que Alfredo ha tomado el crisol de la creación y le ha dado las vueltas necesarias para ofrecernos una buena galería de casos, de ejemplos variopintos. Un autor obsesionado con seguir a quien compre su libro, y que termina bañándose en mitos sin saberlo, otros que quieren huir del triunfo y no lo logran, por mucho que se empeñen en “malescribir”, fugas a torres de marfil que presentan trampas de aislamiento, fenómenos del western literario con ínfulas de comprar un pueblo, premios Nobel involuntarios, quemas de manuscritos, giras interminables en hoteles solitarios.

            La trastienda de la literatura como materia literaria, pero elaborada con un gusto exquisito por parte de Alfredo Gómez Cerdá, y una potencia narrativa que encandila y arrastra como un torrente al lector. Deberíamos pedir, entre todos los enamorados de las buenas historias, una reedición de esta obra, o una redifusión masiva de la misma. Lo merece.

Oficio miserable. Alfredo Gómez Cerdá.
Ediciones de la Discreta. Madrid 2005. 159 páginas. 

lunes, 4 de febrero de 2013

LAS VOCES BAJAS - MANUEL RIVAS


La boca de la literatura

            Convertir los recuerdos en materia literaria lleva su tiempo y su proceso, hay que permitir que las imágenes y las voces se acomoden en el estrato adecuado de la memoria, antes de poder filtrarlas al papel. Que Manuel Rivas es un fiel custodio de esa memoria no es nada nuevo, sus obras muestran siempre un gran respeto por la herencia que el pasado y la tradición le regalan, y así ocurre también en esta última novela.

            La infancia y primera juventud en los aledaños de A Coruña constituyen el germen de estas páginas, por las que sobrevuelan las figuras de su hermana María, incansable y adelantada a su tiempo en todo, o de la madre, experta en emitir esas voces bajas, esas palabras dichas casi en soledad que se erigen, para los oídos atentos, en la boca de la literatura. Figuras que alternan con avatares escolares, fiestas populares, trabajos ingratos, terror cerval a los gigantes cabezudos, y la idiosincrasia gallega del padre y otros familiares, capaces por sí solos de modelar universos narrativos para llenar otra docena de novelas.

            Si hoy hubiera juglares, tendrían la retentiva de Manuel Rivas, y su capacidad para fabular sin fin, para adentrarnos en esos ambientes mágicos (no de realismo mágico, como afea el autor a los críticos perezosos) que a los gallegos les provocarán saudade, y a los foráneos una atracción sin límites por las buenas historias. El último tamo de la novela, con el meritorio Manuel trabajando en El Ideal, crece en interés sociológico, y se convierte, además, en una crónica fiel de los últimos años franquistas, las primeras sombras de la transición, y la dureza del mundillo periodístico de una época en la que trabajar en un diario era el último asidero del romanticismo, y en la que aquel joven coruñés reafirmó su afortunada vocación por la literatura, la misma que nos permite a todos seguir disfrutando de su palabra.


Las voces bajas. Manuel Rivas.
Editorial: Alfaguara. Madrid 2012. 201 páginas.
(LA VERDAD, "ABABOL", 2/2/2013)

PROSPECTIVAS - VARIOS AUTORES


            Los aficionados a la ciencia ficción están de suerte, y los aficionados a la buena literatura, también, porque esta antología a cargo de Fernando Ángel Moreno (quien además realiza un brillante prólogo) recoge casi una veintena de los mejores relatos del género, con rincones reservados para visitantes siderales, ucronías, distopías, visiones y saltos temporales, y nombres tan significativos como los de Elia Barceló, Matías Candeira, Juan Jacinto Muñoz Rengel, Daniel Mares o César Mallorquí, entre otros. No es una predicción adivinatoria saber que tendrán lectores tan inquietos como satisfechos.

Prospectivas. Varios autores.
Editorial: Salto de Página. Madrid 2012. 426 páginas.
(LA VERDAD, "ABABOL", 2/2/2013)

viernes, 1 de febrero de 2013

RESEÑA DE ACABO DE MATAR A MI EDITOR

Grandes y exageradas palabras de Rubén Castillo sobre mi última novela.


Acabo de Matar a mi Editor


Rubén Castillo

Autor: Antonio Parra Sanz. Editorial: Seleer. 226 páginas. 18 €

Existen escritores que, por un misterioso dictamen del ánimo o de la afinidad, nos seducen y encandilan desde que comenzamos a leerlos. Algo en sus líneas (algo que quizá ni seamos capaces de definir) se convierte en un imán irresistible que nos atrapa, nos invade, nos convence y nos lleva a perseguir todos sus libros, allá donde estén editados, para sumergirnos en sus páginas. En mi caso, es evidente que el madrileño Antonio Parra Sanz ocupa uno de esos lugares de privilegio, tanto por sus relatos breves (Desencuentros, El sueño de Tántalo) como por sus novelas (Ojos de fuego, Apocalipsis 17,1) o sus colecciones de artículos (La linterna mágica). Ahora llega a mis manos su recentísima última producción: la novela Acabo de matar a mi editor, que nos propone una historia bien singular. Y no sólo porque sea atractiva y chocante en sí misma, sino porque lo es en relación a la anterior obra de Antonio Parra. En efecto, cuando apenas nos hemos introducido en la peripecia de Jaime Loynaz (protagonista del volumen) nos vamos dando cuenta de que es un hombre aguijoneado por afanes literarios, que lleva mucho tiempo incurso en la redacción de una novela. Y esta novela no es otra que Apocalipsis 17,1. Durante las 226 páginas de esta intensa narración se nos explica el proceso mediante el cual el personaje de Acabo de matar a mi editor se convierte en el autor de Apocalipsis 17,1. De ahí que las conexiones que podamos establecer entre ellas no sólo serán importantes sino iluminadoras, porque nos ponen ante los ojos un juego de cajas chinas de lo más sugerente. Quienes eran criaturas dibujadas por el escritor madrileño pasan ahora a convertirse en espíritus modelados por Jaime Loynaz, un tipo atormentado, incomprendido, con una vida familiar defectuosa, aficionado a unos licores que, según cree, lo auxilian en la creación... y que recibe unas visitas pintorescas, que le serán tan útiles para redactar su obra como perturbadoras desde el punto de vista personal. Si don Miguel de Unamuno escribió aquel opúsculo titulado Cómo se escribe una novela, el escritor madrileño nos propone un ejercicio mucho más fascinante: ver cómo es la vida de alguien mientras escribe una novela. Contemplarlo en el trance dificultoso, agónico, lento y terrible del parto literario. Ver la manera en que Jaime Loynaz constata lo terrible de su condición (“Cuanto más despreciable era mi comportamiento con los que me rodeaban, mejor era mi rendimiento literario”, p.111) y cómo se ve afectado por su golem, Marcos Galván (“Galardonado con el privilegio de señalar y castigar”, p.144); y, sobre todo, la forma en que su vocación de escritor lo convierte, al pasear por las calles, en un “coleccionista de almas” (p.168). En Acabo de matar a mi editor (singular crónica de una muerte anunciada), Antonio Parra Sanz logra un texto memorable, una exploración meticulosa por las cuevas del fracaso y una bitácora llena de meandros y ángulos oscuros, redactada con prodigiosa brillantez. Nadie en su sano juicio se aplica a la tarea de explicar por qué está bueno un bombón de chocolate: simplemente nos invita a que lo paladeemos. Igual haré yo. Acérquense a esta obra y lo comprenderán por sí mismos.

http://www.agitadoras.com/Febrero%202013/ruben.html