Buenas manos narrativas
Intentar
descubrir ahora a una autora como Lola López Mondéjar sería una osadía injusta,
osadía porque ya se ha hecho un nombre en la narrativa española, primero como
novelista y recientemente en el ámbito del relato, e injusto porque la calidad
de su literatura ha quedado más que demostrada en sus últimas obras.
Con
los relatos de este volumen, además, vuelve a mostrar el profundo conocimiento
que va atesorando de la naturaleza humana, producto de su experiencia como
psiquiatra tanto como de su pasión lectora, y lo despliega a la hora de
perfilar esta galería de biografías familiares, mejor dicho, de universos en
los que las relaciones entre los miembros de las familias se convierten en cometas
cuyas estelas nos hipnotizan en cada relato.
Hay
mujeres celosas del bienestar de sus hijos, a los que protegerán por encima de
todo, hijas que harán lo propio con sus padres cuando los apuros lo requieran,
pero también hermanos dispuestos a ajusticiar el pasado redimiendo a quien
sufrió los abusos más execrables, hay herencias tardías dejadas por un proyecto
frustrado de hermano gemelo, rincones que ofrecen una segunda oportunidad para
el amor, sobrinos muy díscolos, burlas a la muerte, porque no hay mayor burla
que encarar a la parca con desprecio, y hasta el deseo de alguna familia de
retirarse a vivir de la tierra en su particular locus amoenus.
Y
cuando ya creemos que se ha satisfecho nuestra curiosidad acerca de los
vínculos de la sangre, la última parte del volumen recoge una serie de piezas
más breves que demuestran que las vertientes de las relaciones familiares son
infinitas, pero también que Lola López Mondéjar posee una mano experta, con un
estilo muy propio, y que además de esa profundización psicológica antes citada
es también capaz de sorprendernos con un sinfín de curiosidades y finales
abracadabrantes. Un homenaje al género del cuento gracias a unas muy buenas
manos narrativas.
Lazos de sangre.
Lola López Mondéjar.
Páginas de Espuma. Madrid 2012.
218 páginas.
Realmente no te pueden dejar indiferente porqu e¿quién no ha sentido alguna vez un lazo de sangre?
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