domingo, 26 de abril de 2015

DOCE LUNAS - DAVID MONTEAGUDO

DOCE LUNAS

DAVID MONTEAGUDO
INVASIÓN

Una interesante conversación con David Monteagudo, al hilo de la publicación de su nueva novela, Invasión, un texto adictivo que no va a dejar indiferente a nadie.

1)    Recordando Fin, y tras leer Invasión, se tiende a buscar algunas pautas comunes entre ambas obras, ¿escribe David Monteagudo distopías, ciencia ficción, antiutopías, realismo onírico…? ¿Cómo podemos calificar sus novelas?

La verdad es que yo empecé intentando escribir género fantástico, pero parece ser que al final me salen unos libros tan enjundiosos, y con unas posibles interpretaciones tan sesudas, que se han acabado definiendo mis obras como novelas existenciales, o metafísicas, con unos ambientes realistas –o incluso costumbristas- en los que el elemento fantástico, o absurdo, es el que genera la reflexión, o la introspección en los miedos individuales y colectivos.

2)    Para Sartre el infierno eran los otros, para García, su personaje, son los gigantes que empieza a ver de repente, ¿qué infiernos ve usted en esta sociedad?

Aparte de la precariedad y la pobreza, la progresiva banalización que se basa en la imagen y la satisfacción inmediata, como forma sutil e indolora de imponer un pensamiento único castrador e incluso delirante. Y esto ya tira un poco más a Invasión.

3)    Imagino que es intencionado el hecho de que García no tenga nombre…

Sí, García es un individuo gris, sin relieve ninguno y sin ningún talento especial para ninguna actividad. Lo único que le hace especial es su soledad y su clarividencia, una lucidez que le hace ver monstruos, y que tal vez le viene un poco grande.

4)    En sus novelas anteriores ya aparecían personajes de un temple considerable, ¿cómo logra perfilar criaturas así, con la sangre fría que demuestra este García?

Me gusta pintar personajes muy racionales, muy analíticos, porque eso crea un contraste muy fuerte con el elemento fantástico que aparece en la novela, y lo hace todavía más espeluznante. El personaje, en su intento de encontrar una explicación a lo que le ocurre, lo analiza con pelos y señales, de una forma casi científica. No me cuesta reproducir esos procesos mentales, porque yo mismo soy muy racionalista y muy analítico, y un poco obsesivo.

5)    Sus novelas tienen siempre varios planos de lectura, ¿cómo se gestan, nace primero la idea capital y luego los planos simbólicos e interpretativos, o viceversa?

Primero nace la idea de origen, que a veces no es ni tan siquiera una idea, sino una simple imagen muy chocante u onírica. Después, al tirar del hilo y sacarle jugo, y buscarle juego a esa anécdota, ya van saliendo, como si de un psicoanálisis se tratara, todas las inquietudes, los miedos del propio autor y de la sociedad en la que vive.

6)    ¿Hay algún objetivo concreto que busque David Monteagudo con su literatura?

Busco permanecer, luchar contra el olvido, seguir viviendo en mis escritos. También busco un placer estético, que a ratos se consigue –no en el proceso de escritura, que para mí es arduo y trabajoso- cuando el resultado final es armónico y satisfactorio, según mis conceptos estéticos y mi cultura literaria.

7)    En la novela hay un conflicto soterrado entre dos fuerzas, la sumisión o la lucha, ¿usted sigue teniendo ganas de luchar o le tienta rendirse?

A mí me gusta ser diferente a los demás; sólo en la adolescencia, durante algún tiempo, quería ser normal. En ese sentido, no hay una verdadera pugna, no me cuesta nada mantenerme al margen de muchas cosas, sino que incluso me satisface. Probablemente ésta sea una forma de egolatría como cualquier otra, pero creo que para mi actividad como creador es una actitud que resulta beneficiosa. De modo que sí, sigo teniendo ganas de luchar; y no, no me tienta rendirme. Aunque la presión cada vez es más grande, y a menudo, como a García, me llega de las personas más cercanas: “No puede ser que aún no tengas una página en Facebook, si quieres yo te explico cómo se hace”.

8)    ¿Es bueno ser hoy un “García”, es bueno intentar rebelarse, al menos de pensamiento, ante la realidad que nos rodea?

Creo que sí, que es bueno intentar rebelarse, aunque comporte alguna renuncia, un cierto grado de ascetismo. Hay toda una masa que nunca podrá hacerlo, porque carece de una verdadera base, de una formación humanística (ya se han preocupado las grandes multinacionales de que no la tenga) que le permita tener un criterio propio, una verdadera libertad de pensamiento.

9)    García se siente bastante asediado en algunos tramos de la novela, ¿usted se ha sentido alguna vez así, y qué o quién le asediaba de tal forma?

Ya he contestado en parte a esta pregunta en la número siete. Bromeando con mi editora, le digo que cada vez que me riñe, cariñosamente, desde luego, por no estar en las redes sociales, yo la veo como a una giganta, como a una de las de mi libro.

10) Una de las mayores virtudes de sus obras es el ritmo narrativo, ¿cómo consigue alcanzar esa cadencia que atrapa al lector, con suavidad pero sin soltarlo, para llevarlo de paseo hasta el final de cada obra?

Cuando uno se “profesionaliza”, en el sentido de que se dedica a esto de escribir con continuidad, y publica, y recoge las sugerencias de los editores, y batalla con los correctores, aprende muchas cosas, y va perfeccionando su estilo, y descubre la parte ardua y trabajosa de este oficio. Pero tal vez sus principales virtudes como narrador, las más esenciales, no sólo son innatas, sino que son aquellas que consigue sin ninguna dificultad, pues le salen de forma natural, y sin que sea muy capaz de explicarlo.

11) Háblenos de la portada de la novela, a mi juicio una virtud más de la misma. ¿Tantos tubos de desescombro se ven hoy en esta sociedad?

Fui yo quien “pidió” esa portada –no desaprovecho la ocasión de apuntarme el tanto- y a los editores también les pareció muy apropiada, muy sintética. Yo veo muchos tubos de desescombro, a diario, hasta el extremo de que a veces llegan a inquietarme. Pero me permitiréis que no concrete cuáles son estos “tubos”.

12) ¿Qué le diría a un lector que no le conozca para que se acerque a esta novela?


Le diría que no se asuste por la etiqueta de “existencial” que va adquiriendo este libro, porque –y en esto coinciden todos los lectores- también es una novela entretenida, incluso divertida, y es uno de esos textos potentes, llamativos, cuya lectura crea adicción.




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