sábado, 3 de octubre de 2015

UN MILLÓN DE GOTAS - VÍCTOR DEL ÁRBOL

Matrioskas

            Uno de los retos más complejos que se pueden dar en una novela es la alternancia temporal, y no tanto los saltos al pasado o el futuro como la coexistencia de dos líneas temporales que vertebren cada una su correspondiente trama narrativa. Y es complejo porque hay autores que luego no logran hacerlas confluir con lógica, con éxito, claro que por suerte hay otros que no sólo las hacen coincidir, sino que las van hilvanando poco a poco hasta completar una mixtura cuyo único objetivo es abrirle los ojos al lector y aumentar un poco más su disfrute.

            Víctor del Árbol es de estos autores, de los que saben manejarse entre la memoria con tanto cuidado como determinación, sólo así se explica que la trama de la familia Gil adquiera las dimensiones que toma en esta novela. El abogado Gonzalo Gil, que intenta sobrevivir en una dinámica que no le acaba de llenar, con un suegro despótico, una mujer a la que siente lejana y unos hijos intermitentes (él muy distante, ella todavía muy pequeña), se verá sacudido por el suicidio de su hermana, agente de policía a quien también acusan de haber torturado hasta la muerte al hombre que mató a su hijo.

            Sólo esta trama sería capaz de seducir a cualquier lector, pero el autor barcelonés va mucho más allá, porque todo empieza con una gota, la que puede provocar el desbordamiento, y para encontrarla hay que bucear en los secretos de otro miembro de la familia Gil, Elías, el joven ingeniero republicano que se fue a la URSS y ya nunca volvió igual, porque no se regresa igual del cautiverio siberiano. De aquellos años padecidos en la cuna del comunismo, y de cómo se proyectaron después en nuestra guerra, dependerán muchos de los acontecimientos que salpican, y amenazan, la vida de Gonzalo Gil.

            Poco a poco vamos descubriendo, mejor dicho, Víctor del Árbol nos va abriendo nuevas muñecas rusas, nuevas matrioskas en cuyo interior se halla alguna clave, nunca todas, para que sigamos el camino de Gonzalo hacia la verdad, aunque no dejemos nunca de preguntarnos si esa verdad no será mucho más dolorosa que vivir en el engaño. Pero así es el juego de la vida, la partida que se nos propone en una novela que roza la adicción, y en la que nunca podemos estar seguros de conocer del todo a quienes transitan por sus páginas.

            Novela con mayúsculas, con muchas mayúsculas, y con unos personajes dotados de una potencia narrativa y vital como pocas veces se ve. Hay que zambullirse en ese océano de gotas temporales y rezar para ser capaz de respirar en él.

Un millón de gotas; Víctor del Árbol

Destino, Barcelona 2014. 670 páginas.


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