lunes, 30 de noviembre de 2015

TRAMPANTOJO

       En Getafe, una docena de personas asistimos a la presentación de dos novelas. Sus autores conversan entre sí, cruzan preguntas mientras los transeúntes siguen su camino por la Plaza de la Cibelina, los niños con sus prisas y carreras, los jóvenes con sus peinados y sus ignorancias. Y en mitad del trasiego, un hombre cano, rozando la setentena, acude presuroso hasta un banco, se sienta y enciende un pequeño puro, con la determinación de lo clandestino, de transgredir prohibiciones médicas y cuerdas. Se lo va fumando con tanta calma como delectación, y entonces el mundo parece detenerse a su alrededor, porque en ese momento él es el símbolo máximo de la libertad.


SANGRE FRÍA - CLAUDIO CERDÁN

Perrolobo

          Hace ya bastante tiempo que Claudio Cerdán tiene, sin duda, una mano especial para crear personajes tan broncos como atrayentes e inolvidables, y ha vuelto a hacerlo en esta novela con el Perrolobo, un hombre agrietado y solitario que sale del talego tras unos cuantos años de guardar silencio sobre la identidad de su jefe, y después de que le hubieran encerrado gracias a un guardia civil descompuesto (llamarle corrupto sería quedarse corto) y a los miembros de una familia que poco a poco sólo podrán recordarse leyendo el libro que los acreditaba como tal.

          Con esa prosa golfa que Cerdán ya ha hecho tan suya, el lector puede disponerse a disfrutar, pero será sorprendido de nuevo, porque esta vez el orden capitular ha sido alterado como si le hubieran encargado la corrección del manuscrito a un yonqui en plena abstinencia. Eso sí, esas disrupciones numéricas no afectan a lo argumental, sobre todo si el lector es hábil a la hora de apreciar las elipsis y los saltos temporales, vamos, nada que no sepamos reconocer tras más de cien años de cine.

          Al Perrolobo le toca, como siempre, bailar con la más fea, vengarse del clan que le encerró, recuperar la droga que su jefe nunca vio, y hacerlo con intereses, e intentar acercarse a un hijo al que no sabe si será capaz de llegar. Eso sin olvidar que es necesario reorganizar a la banda, y engolosinarla con la promesa de un golpe final, el golpe con mayúsculas que los saque para siempre de la cloaca en la que han tenido que sobrevivir.

          Complicado, la verdad es que sí, pero Claudio Cerdán es un tipo especial, y para rizar el rizo no se le ocurre otra cosa que desatar un apocalipsis zombi en mitad del golpe. Antes de que los alérgicos a los muertos vivientes (entre los que me incluyo) se lleven las manos a la cabeza, hay que decir que el disparate enriquece tanto la trama como la narración, hace que el ritmo y la diversión aumenten hasta el delirio gracias a un lenguaje canalla y tan descarnado como los propios caminantes, sin olvidar la aparición de un peculiar artista que merecería él solito la producción de una novela propia. El acoso que sufre la banda es digno del mejor celuloide del género, los callejones sin salida se suceden sin descanso, hasta que llegan los momentos en los que ya no se puede dar un paso atrás. La sombra que se cierne sobre el Perrolobo y los suyos es cada vez mayor, así que denle la mano al narrador pero, eso sí, sin quitarle los ojos de encima.
 
Sangre fría. Claudio Cerdán.
Dolmen. Barcelona 2015. 345 págs. 17’95 euros.

(LA VERDAD, "ABABOL", 28/11/2015)



sábado, 21 de noviembre de 2015

lunes, 16 de noviembre de 2015

MÚSICA PARA FEOS - LORENZO SILVA

El corazón al aire

          Ésta es una historia de amor. Tal cual, así reza la contraportada de la novela. Lorenzo Silva avisa a navegantes y lectores para que nadie se llame a engaño, y la promesa queda más que cumplida en cuanto empezamos a percibir esa primera persona poderosa, esa voz profunda de Mónica dispuesta a contarnos su historia y la de Ramón, dos seres muy baqueteados por la vida, fugitivos ya de la juventud, uno más que otra, que se encuentran una noche y deciden darle una nueva oportunidad a sus destinos.

          ¡Qué fácil podría sonar! Lorenzo Silva aprovechando su tirón y su bagaje narrativo para colocarnos una novelita menor, apta sólo para almas enamoradizas e impresionables. Quien así piense errará, aunque si le sirve para comprarse la novela, bienvenido sea el error, al poco de empezarla se dará cuenta de que aquí no hay ñoñerías empalagosas ni romanticismos de manual, lo que hay son cicatrices que palpitan ante la posibilidad de que otras manos vuelvan a recorrer sus fronteras. Hay años pasados en balde en los que lo único que se podía hacer era lamer las heridas propias. Hay trabajos sobre los que no es fácil hablar, por causas muy diferentes, y sobre todo hay parcelas de silencio y privacidad ante las que sólo se pueden empuñar el respeto y la paciencia.

          Si el amor se pudiera escribir con mayúsculas, estaríamos bastante cerca en estas páginas, porque también está presente, y sin renunciar a ninguno de los pasos más o menos habituales: localización y encuentro dubitativo, desajuste inicial de pasiones, demora caballeresca hasta comprobar si el poso permanece, diálogos de nadar y guardar la ropa, cotos privados para heridas antiguas, equipajes de temores, sexo reencontrado, ausencias y conversaciones a distancia, dolor por la pérdida presentida. Toda la panoplia sentimental volcada por un autor sosegado y que parece conocer el paño, o al menos conocer muy bien el paño que tienen que cortar sus dos personajes.

          Y por si fuera poco, la música, una de las debilidades del autor, las canciones que tanto Mónica como Ramón se van intercambiando, no sólo para estrechar lazos, sino también para demoler las fronteras cronológicas que los separan. Hubiera sido una idea magnífica acompañar la novela con un cedé que recogiera todas las piezas, pero el lector curioso encontrará al final la lista de reproducciones de estos dos corazones hallados en mitad de la tormenta. Ojalá muchas de las historias de amor que se nos presentan en la literatura tuvieran la mitad de la autenticidad e intensidad que ésta.

Música para feos. Lorenzo Silva.
Destino. Barcelona 2015. 215 págs. 18 euros.

(LA VERDAD, "ABABOL", 14/11/2015)