En Getafe, una docena de personas
asistimos a la presentación de dos novelas. Sus autores conversan entre sí,
cruzan preguntas mientras los transeúntes siguen su camino por la Plaza de la
Cibelina, los niños con sus prisas y carreras, los jóvenes con sus peinados y
sus ignorancias. Y en mitad del trasiego, un hombre cano, rozando la setentena,
acude presuroso hasta un banco, se sienta y enciende un pequeño puro, con la
determinación de lo clandestino, de transgredir prohibiciones médicas y cuerdas.
Se lo va fumando con tanta calma como delectación, y entonces el mundo parece
detenerse a su alrededor, porque en ese momento él es el símbolo máximo de la
libertad.
ANTONIO PARRA SANZ (Madrid 1965), profesor de Lengua y Literatura, de Escritura Creativa y crítico literario. Novelas: Ojos de fuego, La mano de Midas (Premio Libro Murciano 2015), Los muertos de las guerras tienen los pies descalzos; Acabo de matar a mi editor, Dos cuarenta y nueve y Entre amigos (Serie Sonia Ruiz 6). Relatos: Desencuentros, El sueño de Tántalo, Polos opuestos, Cuentos suspensivos, Malas artes. Artículos: La linterna mágica, Butaca de patio. Ensayo: Tres heridas.
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lunes, 30 de noviembre de 2015
SANGRE FRÍA - CLAUDIO CERDÁN
Perrolobo
Hace
ya bastante tiempo que Claudio Cerdán tiene, sin duda, una mano especial para
crear personajes tan broncos como atrayentes e inolvidables, y ha vuelto a
hacerlo en esta novela con el Perrolobo, un hombre agrietado y solitario que
sale del talego tras unos cuantos años de guardar silencio sobre la identidad
de su jefe, y después de que le hubieran encerrado gracias a un guardia civil
descompuesto (llamarle corrupto sería quedarse corto) y a los miembros de una
familia que poco a poco sólo podrán recordarse leyendo el libro que los
acreditaba como tal.
Con
esa prosa golfa que Cerdán ya ha hecho tan suya, el lector puede disponerse a
disfrutar, pero será sorprendido de nuevo, porque esta vez el orden capitular
ha sido alterado como si le hubieran encargado la corrección del manuscrito a
un yonqui en plena abstinencia. Eso sí, esas disrupciones numéricas no afectan
a lo argumental, sobre todo si el lector es hábil a la hora de apreciar las
elipsis y los saltos temporales, vamos, nada que no sepamos reconocer tras más
de cien años de cine.
Al
Perrolobo le toca, como siempre, bailar con la más fea, vengarse del clan que
le encerró, recuperar la droga que su jefe nunca vio, y hacerlo con intereses,
e intentar acercarse a un hijo al que no sabe si será capaz de llegar. Eso sin
olvidar que es necesario reorganizar a la banda, y engolosinarla con la promesa
de un golpe final, el golpe con mayúsculas que los saque para siempre de la
cloaca en la que han tenido que sobrevivir.
Complicado,
la verdad es que sí, pero Claudio Cerdán es un tipo especial, y para rizar el
rizo no se le ocurre otra cosa que desatar un apocalipsis zombi en mitad del
golpe. Antes de que los alérgicos a los muertos vivientes (entre los que me
incluyo) se lleven las manos a la cabeza, hay que decir que el disparate
enriquece tanto la trama como la narración, hace que el ritmo y la diversión aumenten
hasta el delirio gracias a un lenguaje canalla y tan descarnado como los
propios caminantes, sin olvidar la aparición de un peculiar artista que
merecería él solito la producción de una novela propia. El acoso que sufre la
banda es digno del mejor celuloide del género, los callejones sin salida se
suceden sin descanso, hasta que llegan los momentos en los que ya no se puede
dar un paso atrás. La sombra que se cierne sobre el Perrolobo y los suyos es
cada vez mayor, así que denle la mano al narrador pero, eso sí, sin quitarle
los ojos de encima.
Sangre fría. Claudio Cerdán.
Dolmen. Barcelona 2015. 345 págs. 17’95
euros.
(LA VERDAD, "ABABOL", 28/11/2015)
sábado, 21 de noviembre de 2015
lunes, 16 de noviembre de 2015
MÚSICA PARA FEOS - LORENZO SILVA
El corazón al aire
Ésta es una historia de amor. Tal
cual, así reza la contraportada de la novela. Lorenzo Silva avisa a navegantes
y lectores para que nadie se llame a engaño, y la promesa queda más que
cumplida en cuanto empezamos a percibir esa primera persona poderosa, esa voz
profunda de Mónica dispuesta a contarnos su historia y la de Ramón, dos seres muy
baqueteados por la vida, fugitivos ya de la juventud, uno más que otra, que se
encuentran una noche y deciden darle una nueva oportunidad a sus destinos.
¡Qué fácil podría sonar! Lorenzo Silva
aprovechando su tirón y su bagaje narrativo para colocarnos una novelita menor,
apta sólo para almas enamoradizas e impresionables. Quien así piense errará,
aunque si le sirve para comprarse la novela, bienvenido sea el error, al poco
de empezarla se dará cuenta de que aquí no hay ñoñerías empalagosas ni
romanticismos de manual, lo que hay son cicatrices que palpitan ante la
posibilidad de que otras manos vuelvan a recorrer sus fronteras. Hay años
pasados en balde en los que lo único que se podía hacer era lamer las heridas
propias. Hay trabajos sobre los que no es fácil hablar, por causas muy
diferentes, y sobre todo hay parcelas de silencio y privacidad ante las que
sólo se pueden empuñar el respeto y la paciencia.
Si el amor se pudiera escribir con
mayúsculas, estaríamos bastante cerca en estas páginas, porque también está
presente, y sin renunciar a ninguno de los pasos más o menos habituales:
localización y encuentro dubitativo, desajuste inicial de pasiones, demora
caballeresca hasta comprobar si el poso permanece, diálogos de nadar y guardar
la ropa, cotos privados para heridas antiguas, equipajes de temores, sexo
reencontrado, ausencias y conversaciones a distancia, dolor por la pérdida
presentida. Toda la panoplia sentimental volcada por un autor sosegado y que
parece conocer el paño, o al menos conocer muy bien el paño que tienen que
cortar sus dos personajes.
Y por si fuera poco, la música, una de
las debilidades del autor, las canciones que tanto Mónica como Ramón se van
intercambiando, no sólo para estrechar lazos, sino también para demoler las
fronteras cronológicas que los separan. Hubiera sido una idea magnífica
acompañar la novela con un cedé que recogiera todas las piezas, pero el lector
curioso encontrará al final la lista de reproducciones de estos dos corazones
hallados en mitad de la tormenta. Ojalá muchas de las historias de amor que se
nos presentan en la literatura tuvieran la mitad de la autenticidad e
intensidad que ésta.
Música para feos. Lorenzo Silva.
Destino. Barcelona 2015. 215
págs. 18 euros.
(LA VERDAD, "ABABOL", 14/11/2015)
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