Muerte en el Noir
Así
de contundente es el inicio de la cuarta novela de Valentina Negro y Javier
Sanjuán, salida una vez más de las manos de Vicente Garrido y Nieves Abarca,
con la fuerza demoledora que supondría el hecho de que empezasen a aparecer
cadáveres en las semanas negras más reputadas del panorama nacional, comenzando
por la de Gijón. Ahí está la apuesta, disparatada pero muy atractiva, llena de
guiños que harán las delicias de todos los aficionados al género y que pondrán
a pensar a un buen número de los autores practicantes del mismo, atentos a un
juego diabólico a ver si encuentran alguna figura reconocible.
La
fuerza, como es obvio, no radica únicamente en la trama, sino en la naturaleza
de los propios crímenes, en los que siempre están presentes tanto una extrema
violencia como un elevado componente sexual, algo que ya parece casi marca de
la casa, crímenes que se ven salpimentados también con la reaparición de
algunos inquietantes personajes, ya presentes en entregas anteriores, cuya
sombra permanece indeleble y muy alargada, tanto como para continuar amenazando
la existencia de una inspectora Negro cuya vida personal sigue dando unos
tumbos en los que acaso no pueda estar siempre presente el criminólogo Javier
Sanjuán, tan dubitativo en lo sentimental como certero en lo profesional.
Esta
vez el escenario principal queda mucho más reducido al terreno de Valentina
Negro, A Coruña, y se extiende durante casi toda la novela, con su certamen noir
en primera plana, conformando así un espacio en el que se nos van a presentar
inquietantes damas de la novela negra, ex presidiarios que han encontrado un
nuevo camino en la literatura, jóvenes autores musculosos pero sin demasiado
talento, críticos adictos sólo al colmillo retorcido, e incluso jovencitas
aspirantes capaces de vender su virtud por un buen apadrinamiento en el
mundillo. En ese caldo de cultivo se moverá el Fantasma, quien se dedica a
ajustar cuentas con autores que han hecho del fraude un modo de vida, y cuyos desmanes
tendrán que ser desentrañados por la pareja Negro-Sanjuán.
Los
adeptos a la otra pareja, Abarca-Garrido, encontrarán también guiños del
pasado, tramas ocultas en las que nadie es quien parecía ser, crímenes antiguos
y personajes del universo de la Negro, tales como la periodista Lúa Castro o
Marta, la hija de la juez que tuvo un papel protagónico en la entrega anterior.
Ambos autores echan de nuevo el resto, porque manejan una fórmula que funciona
muy bien, sumando valores fundamentales como el buen conocimiento del género y
el derroche de un considerable talento literario.
Los muertos viajan deprisa. Vicente Garrido, Nieves
Abarca.
Ediciones B. Barcelona
2016. 448 págs. 21 euros.
(LA VERDAD, "ABABOL", 28/5/2016)