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martes, 25 de abril de 2017

CUENTOS SUSPENSIVOS EN EL NOROESTE

Basilio Pujante, un gran especialista en relato y microrrelato, me regala esta reseña en el Semanario El Noroeste, y también en su blog Lecturas Iletradas.

http://lecturasiletradas.blogspot.com.es/2017/04/cuentos-suspensivos-antonio-parra-sanz.html

Cuentos suspensivos - Antonio Parra Sanz



Cuentos suspensivos, Antonio Parra Sanz, La Fea Burguesía, 2017, 156 págs, 10€.

Ofrece la narrativa muchas variantes para que el autor cuente al lector esa historia que quiere relatar. Puede optar por el impacto del microrrelato, pergeñando un mundo de ficción en apenas unas líneas;  también cabe la posibilidad del cuento, con su mezcla de desarrollo y concisión; la novela corta es el siguiente paso que pone a disposición de los autores antes de la novela, el género narrativo por excelencia en nuestra época. Sin llegar a estas extensiones, los relatos deCuentos suspensivos de Antonio Parra Sanz se configuran como un muestrario de las distintas variantes que tiene la narrativa entre el microrrelato y el cuento, ya que podemos dividir los textos que en él aparecen en tres grupos según su extensión.

En primer lugar tendríamos las narraciones que, por longitud y características, podemos encuadrar dentro del cuento canónico. Se trata de historias en las que dentro de la cotidianeidad se introduce algún elemento perturbador, normalmente relacionado con la muerte o con el desamor. Destaca en primer lugar, dentro de este grupo de textos más extensos del volumen, “La tormenta”, que cuenta la estancia de un personaje en Lebozán, un siniestro pueblo gallego al que acude para reclamar una herencia. Tras sentirse extrañamente atraído por el lugar, acaba descubriendo una macabra costumbre arraigada en el villorrio que le afectará directamente. Destaca “La tormenta” por su humor negro y por los peculiares personajes que deambulan por Lebozán.

Otro de los cuentos mejor construidos del volumen es “El sueño de Tántalo”, protagonizado por el triángulo amoroso formado por Arturo, un curtido ex boxeador que trabaja de portero en un burdel, Karenina, una bella y fría prostituta, y Torres Vélez, turbio concejal del ayuntamiento local. Los tres se desenvuelven en un entorno marcado por la corrupción, la violencia y los intereses económicos. Diferente al resto de relatos es “Ite missa est”, que abandona el clásico narrador omnisciente para contar una historia de corrupción política y venganza a través de la perspectiva fragmentaria de varios personajes que acuden a una misa. En el resto de cuentos largos del libro encontramos asesinatos de naturaleza muy macabra, “Delicatessen”, protagonizados por persistentes insectos, “Inevitables golosas”, o con un giro final sorprendente, “Ícaro”.

Un segundo grupo de textos estaría  formado por cuentos breves, algo más extensos que lo habitual en el microrrelato. Se trata de narraciones en las que lograr el efecto deseado en el lector es más complicado ya que es difícil conjugar trama con omisión en un espacio tan reducido; además, suelen aparecer algunas referencias que el receptor puede no terminar de captar. De entre todos estos relatos breves sobresale uno que sí logra desarrollar en un par de páginas una historia que satisface al lector: “El Chancho”. Quizás la eficacia de esta narración radique en que aparece un estereotipo bien conocido por muchos lectores: el del dictador latinoamericano.

La última sección de Cuentos suspensivos lleva por título “Minificciones” e incluye doce microrrelatos que entran, esta vez sí, dentro del canon del género. Se trata de una manera muy eficaz de terminar el volumen, ofreciendo una variante narrativa que contrasta con los cuentos largos. En estos microrrelatos, Parra Sanz demuestra su oficio como narrador mediante textos concisos pero llamativos y que suelen esconder un giro sorprendente al final relacionado con un asesinato o una infidelidad.  

Reseña publicada en El Noroeste.

domingo, 23 de abril de 2017

PROGRAMA DOBLE - LOS TRAMPOSOS

LOS TRAMPOSOS
 
            Acabo de alquilarme un autobús. Tenía que decirlo. He intentado mantenerlo en secreto pero ya no puedo más, que se vayan preparando todos aquellos que me miren por encima del hombro, aquellos que no coman, lean, voten, amen o piensen lo que yo, porque lo voy a decorar convenientemente y me voy a echar a las carreteras y ciudades españolas para poner a cada uno en su sitio. A ver si yo no voy a tener derecho a tunear mi vehículo como quiera y a colocarle mi mensaje más honrado, sentido y justo por encima de todo en cualquiera de sus laterales. Hay chapa para rato y seguro que destinatarios también.

            En 1959, Pedro Lazaga filmaba las triquiñuelas de Virgilio y Paco, que de vez en cuando visitaban alguna “ciudad castellana enrejada” para expiar sus andanzas. En una de esas salidas hacia adelante, crearon VIRPA EXPRESS, y con un par de autobuses robaban turistas a otras agencias para regalarles verdaderos recorridos folklóricos por cementerios, tabernas y demás localizaciones típicamente hispánicas. Y no les fue mal, que hasta la empresa rival terminaba por absorberlos para sacar el ingenio de Tony Leblanc y Antonio Ozores del mercado turístico.

            Así que ya saben, espero que los de HazteOír.org me hagan una oferta, o los del autobús morado ese que habla de oscuras tramas. Vamos, bagatelas al lado del que pienso decorar. Tengo trabajando en él a dos ingenieros telemáticos de la Universidad de Wisconsin, de forma que le vamos a instalar un sensor camaleónico para que cambie la decoración a medida que en nuestros viajes nos vayamos encontrando colectivos o individuos poco deseables.

            Que pasamos cerca del Congreso, ilustramos con el símbolo del dólar, si nos coge un semáforo ante un banco la palabra desahucio se perfilará con unos colores fosforescentes, que nos da por ir a Cataluña, perfilaremos un buen jamón ibérico con forma de constitución, si llegamos a Sevilla lo teñiremos de olivos. Al paso por el Bernabéu se coloreará de rojiblanco, y ante el Calderón de blanco refulgente. Si paramos en la carnicería de mi barrio saldrá el color verde vegano y cuando estemos ante un McDonald’s la foto de una paella gigantesca les afeará la existencia a los hamburgueseros. Por supuesto, al paso de la sede de cada partido, pondremos los colores del contrario, o de todos los contrarios, será por dinero y mala baba…

            El caso es denunciar a todo bicho viviente y recuperar la esencia de la protesta, porque quien tiene un autobús tiene siempre la razón, sólo faltaría, y como tal nos lo tienen que reconocer, sobre todo ahora que estamos sindicándonos para crear la SAETA (Señalar Al Enemigo Tuneando Autobuses). A ver quién es el guapo que nos tose, la razón está de nuestra parte siempre, y el que no esté con nosotros, estará contra nosotros, así que se puede preparar porque los ingenieros de Wisconsin son incansables y le diseñarán su correspondiente amenaza.


            Ah, y como encontremos por ahí a esos que quieren defender la corriente nueva del cordurismo, que se den por atropellados, con ellos no gastaremos ni pintura ni ingenio. Hasta ahí podríamos llegar. Hale, todos a tunear o aténganse a las consecuencias.




UN FOTÓGRAFO CIEGO - JUAN DE DIOS GARCÍA

De la nostalgia

‘Solamente soy un hombre del sur. / Hay oleaje en mi taza de café’. Es una de las imágenes con las que el poeta Juan de Dios García se retrata a sí mismo en este poemario, galardonado con la humildad del hombre que mira y siente, que se empapa de la realidad que lo rodea para después convertirla en poesía, en versos que son lanzados hacia el lector como en botellas náufragas ávidas de cariño, y que llegan a buen puerto a poco que uno se siente con tranquilidad y abra las páginas de este libro.

En él encontramos ahora a un autor más sosegado, que apela con frecuencia a los recuerdos pero que sabe también lo que es el miedo, ese enemigo que a veces cuelga de nuestro cuello como la correa de un perro extraviado. Ese miedo que no impide vivir, pero que aparece reflejado en los versos con todo su equipaje de ilusiones y fracasos, ese equipaje que se vuelve sólida roca y que a diario empuja el moderno Sísifo, ciego también como el fotógrafo ente la monótona repetición de su destino.

Reniega a veces el poeta de los héroes, y se hace mil preguntas en poemas como ‘Tarde de domingo’, acaso el momento moderno de la nostalgia, hasta que él mismo, como cualquiera de nosotros, se encuentra saludando al hombre viejo que nos mira desde el interior de los espejos. En estos tiempos excesivamente prácticos necesitamos versos en los que volver a encontrarnos con el fondo de un verano o la playa de la infancia, donde las cuentas no se ajustaban hasta la siguiente noche, y donde al mar se le llamaba de usted por todo lo que había contemplado durante siglos.

Versos hondos, serios, necesarios a veces para entender nuestros propios destinos y no empujar más piedras a ciegas por las laderas de la monotonía.


Un fotógrafo ciego. Juan de Dios García.
Editorial Balduque. Cartagena 2017. 56 págs. 10 euros.
(ABABOL, "LA VERDAD", 22/4/2017)

miércoles, 19 de abril de 2017

CUENTOS SUSPENSIVOS EN CULTURAMAS

Magnífica reseña que le dedica Pedro Pujante a mis Cuentos suspensivos en la revista Culturamas.

http://www.culturamas.es/blog/2017/04/19/cuentos-suspensivos-de-antonio-parra-sanz/

Cuentos suspensivos, de Antonio Parra Sanz


Por Pedro Pujante.
Quienes hayan leído algún libro de Antonio Parra Sanz, cartagenero de Madrid, profesor y crítico literario, no se sorprenderán al comprobar que su prosa es como un estilete afilado que hiende las historias y las moldea a su gusto. Eficaz, ágil y preciso, Parra Sanz sabe economizar las palabras para, sin perder un ápice de belleza, contar una historia. Historias redondas que nos sumergen en distintos planos de nuestra realidad. En “La tormenta”, nos cuenta las peripecias de un heredero que viaja a un pueblo del norte de España para ser víctima y testigo de una superstición oscura. Parra Sanz nos traslada esta leyenda con tal desparpajo que no sabemos si temblar o reírnos, si la historia es un relato fantástico o un fragmento cotidiano, recortado por las casualidades y el destino. En “Ite Missa Est”, título con reminiscencias rubendarianas, el texto más experimental del libro, un coro de voces yuxtapuestas nos da cuenta de la realidad, los rencores, los deseos y las leves batallas de un grupo de parroquianos –clero, políticos, empresarios– que bien podrían servir para representar nuestra sociedad al completo. Monólogos interiores en el transcurso de una misa que radiografían el exterior de nuestra España.
“El sueño de Tántalo” es un relato negro. Cuenta la última batalla de un perdedor, la del boxeador Arturo, quien no ha tirado la toalla de la vida aún, enamorado de una belleza rusa de prepago. La derrota, los deseos incumplidos y las segundas oportunidades son los ejes de esta historia de superación y supervivencia existencial, que tampoco renuncia a esa vitriólica mirada del autor, tan ágil en mostrar las miserias humanas.
En “El holandés errante” rescribe la vieja leyenda, pero filtrada por la ironía y el cinismo, haciendo que la última frase dé un giro y el sentido final al relato.
Hay en estos cuentos un cierto aroma a las literaturas del Boom. Al paladeo impúdico de las frases que recuerda algunos cuentos de García Márquez, a los personajes melancólicos y fracturados de Cortázar, a las ambiguas lecturas, que oscilan entre lo maravilloso y lo cotidiano de aquella generación del Boom. A veces, su fabulación se concentra en la propia vida del autor, como ocurre en “Los viernes a última”, un cuento de misterio y literatura. También algún guiño al cine,  como sucede en “Delicatessen”, una comedia negra que parece extraída de una antología de Roald Dahl (final-revolcón incluido). Aunque debo reconocer que mi favorito es “Inevitables golosas”, un cuento en el que lo fantástico, lo grotesco y lo humorístico expanden las fronteras de su lectura. Es divertido, como lo podría ser una fábula kafkiana, es inusual e imprevisible, como una obra de Ionesco.
En general, y a pesar de la disparidad de argumentos y planteamientos, todas las historias están caracterizadas por escenarios reconocibles, contemporáneos. Los personajes son gente aparentemente normal que se ve abocada a sufrir las vicisitudes que la cotidianidad les depara. Pero nada es lo que parece en estos breves catálogos de ficción, y su lectura deparará más de una sorpresa.
Al final, hay una colección de microrrelatos, en los que en pocas líneas, con precisión y solvencia, se condensa una mueca, una fantasía, un argumento germinal.
Parra Sanz se muestra en un estado de plenitud literaria, equilibrado. Escribe lo que quiere escribir, sin renunciar a un estilo maduro y sin estridencias. Ha conseguido una voz propia que engancha, que se disfruta y que consigue mantener no solo el interés sino también el placer de la lectura.

jueves, 13 de abril de 2017

ENTREVISTA EN EL COLOQUIO DE LOS PERROS



Susana Montoya me hace esta magnífica entrevista para la revista digital El coloquio de los perros.

http://elcoloquiodelosperros.weebly.com/entrevistas/antonio-parra-sanz

Entrevista realizada por SUSANA MONTOYA DEL ÁLAMO
CUENTOS SUSPENSIVOS
     Cuentos suspensivos, el último libro de Antonio Parra Sanz, es una selección de cuentos, relatos breves e incluso microrrelatos que tiene como denominador común a unos personajes que no se resignan fácilmente, que no se dejan vencer por la adversidad y se enfrentan a su destino llegando incluso a salir airosos de tamaña empresa.
        El destino de este puñado de luchadores y de algún que otro perdedor no va a ser fácil, pero todos intentarán dar lo mejor de sí mismos para poder seguir con sus vidas lo más dignamente posible. Dignidad es precisamente lo que caracteriza a casi todos los personajes de estos cuentos, es algo que les rezuma por los poros.
          Y por este motivo es muy fácil encariñarse con Arturo, el boxeador en horas bajas de ‘El sueño de Tántalo’; con Antonio Yanto, el castellano que recibe un pazo en herencia en ‘La tormenta’; con Cortés, el sicario encargado de matar al Chancho; o incluso con Pilar, la mujer del alcalde corrupto de ‘Ite missa est’.
            Pero dejemos que sea el propio Antonio el que nos explique qué es exactamente Cuentos suspensivos.
—EL COLOQUIO DE LOS PERROS: ¿Qué es este libro, Antonio?
 
—ANTONIO PARRA SANZ: Cuentos suspensivos es una colección de historias que, andando el tiempo, han podido reunirse en este volumen. Algunos de ellos ya habían aparecido anteriormente en volúmenes colectivos, o en formatos diferentes y minoritarios, y la editorial La Fea Burguesía me ha dado la oportunidad de agruparlos en este libro para que vean la luz de forma conjunta. Además, hay también un puñado de microrrelatos, que es un género nuevo para mí.
 
—ECP: Como ya hemos dicho, el libro consta de cuentos, relatos breves y microrrelatos, pero con anterioridad ya habías publicado varios libros de novela negra. ¿Qué género prefieres?
 
—APS: Son diferentes. Esto es como preguntar si a uno le gusta más un amanecer o una puesta de sol, son cosas distintas, y cada una de ellas aportará algo especial. Como soy narrador, me gustan todos los formatos en los que se cuente una historia. Es evidente que tienen métodos particulares de creación y de trabajo, pero ambos proporcionan siempre la satisfacción de narrar, que para mí es lo más importante.


—ECP: El nombre de Cartagena no se menciona específicamente, pero cualquier cartagenero puede reconocer las localizaciones en las que nos colocas a los personajes. ¿Qué te inspira tu ciudad de adopción para retratarla explícita o implícitamente y hacerla escenario de buena parte de tu obra?
 
—APS: El hecho de ser la ciudad que mejor conozco actualmente, además de la que me acogió hace ya un cuarto de siglo. Aquí está mi mujer, aquí está mi trabajo, aquí nació mi hijo, aquí disfruto de la amistad de un buen número de personas, y por supuesto, aquí está el mar. Creo que un escritor, si escribe sobre un paisaje que conoce y ve a diario, tiene mucho ganado a la hora de conseguir una ambientación creíble, y además me gusta mi ciudad. Ya sé que Madrid es mi origen, y siempre lo será, y aunque de vez en cuando vuelvo a situar allí alguna de mis historias, vivo de su recuerdo, porque el Madrid de ahora no es el que yo recuerdo, ahora lo conozco menos, y conozco más Cartagena, como es lógico.

—ECP: ¿Crees que Cartagena tiene suficiente personalidad como para poder convertirse en un personaje más en tus relatos?
 —APS: Por supuesto que sí. Entre la ciudad que encontré al llegar aquí y la que es ahora hay una gran diferencia, ha crecido en todos los sentidos, tanto arquitectónica como urbanística y turísticamente. Creo que hoy es una ciudad mucho más acogedora de lo que era entonces. En aquel momento la que era acogedora era su gente, pero a la ciudad le faltaba un punto de hospitalidad que ahora ha conseguido con creces. Y como la ciudad ha crecido, sus posibilidades como escenario también lo han hecho.
 
—ECP: Tus relatos no son nunca lo que parecen y creo que el ejemplo más claro es el de ‘Inevitables golosas’. Uno empieza a leerlo creyendo que va a ser un homenaje a Machado y resulta ser una historia de lo más kafkiana. ¿Tienes alguna fobia a las moscas y has querido resarcirte con este cuento?
 
—APS: Absolutamente. No soy una persona de muchos odios, pero cuando tengo uno, lo tengo con toda su intensidad, y las moscas me parecen seres aborrecibles, porque hay que ser muy aborrecible para perpetuarse y criar en el interior de un cadáver. La idea al escribir este relato era sacarme de encima ese odio, pero lo más curioso es que, conforme lo iba escribiendo, veía que eso no iba a ser posible, así que me limité a reflejar una historia en la que cupiera toda la repulsión que esos animales me producen.
 
—ECP: Otra característica de casi todos tus cuentos es la ironía, y creo que donde mejor se refleja es en los microrrelatos. La realidad de esta España de charanga y pandereta en la que vivimos supera a la ficción con creces. ¿Te inspiraste en los sucesos diarios para estos microrrelatos?
 
—APS: En alguna ocasión, en los casos en los que hay una crítica social hacia el egoísmo, o en la crítica hacia los malos tratos. Pero no ha sido esa realidad diaria el motor de los microrrelatos. Creo que han nacido porque me apetecía jugar, jugar escribiendo y jugar con el lector, por eso hay tanta variedad, hay homenajes literarios, textos negros, infantiles, distópicos… Es que es un género que permite muchísima variedad a poco que uno decida abrir un poco la mente y dar rienda suelta a la imaginación, pero siempre contando con la cooperación del lector, algo sin lo que el microrrelato no existiría.

—ECP: Sabemos que eres un gran cinéfilo. En el relato de ‘La tormenta’, y sobre todo con el personaje de Xerimo, yo no podía evitar pensar en el pocero de El bosque animado, e incluso Antonio El Castellano acaba pareciéndose al alma en pena que interpretaba Miguel Rellán. ¿Tienes en cuenta la Galicia de José Luis Cuerda?
 
—APS: Me inspiré más en la Galicia de Cela y de Álvaro Cunqueiro, en la magia de sus historias, pero sobre todo en la naturalidad con la que eran transmitidas. Siempre se ha hablado mucho del realismo mágico sudamericano, la exuberancia del Caribe, García Márquez y compañía, y parece que nos hemos olvidado de un territorio español en el que hay más realismo mágico que en el resto del mundo, como es Galicia. Yo recomendaría a los lectores que se interesen por esa realidad paralela de la que puede hablarles cualquier gallego, porque aquella tierra está llena de tradiciones, costumbres y leyendas que son un filón para cualquier escritor.


 

—ECP: El destino, tal y como lo entendían los griegos, esa fuerza superior a los hombres, incluso a los dioses y contra la que no se puede luchar, está muy presente en estos relatos. Sin embargo, tus personajes no se resignan fácilmente y se enfrentan a éste con mucha entereza. Por ejemplo, la asesina a sueldo de ‘La esquela’. Una vez más pienso en cine y veo a la Kathleen Turner de El honor de los Prizzi, o ¿soy yo que he visto muchas películas? 
 
—APS: Te refieres a Lali Boamorte. La verdad es que más que la Turner, debe su existencia a Mia, el personaje que Uma Thurman interpretaba en Pulp fiction, al menos en lo que a su físico se refiere, la personalidad ya es otra historia, empezando por su nombre, que me pareció más que acertado tratándose de una asesina a sueldo. Ha sido un personaje de factura agradable porque, además, me ha enseñado muy pronto sus posibilidades, que son muchas, lo que me ha llevado a recuperarla en la novela en la que estoy trabajando ahora mismo. En cuanto al destino, no se le puede vencer, en todo caso convencer para que nos dé una tregua. Ninguno de mis personajes es capaz de vencerlo, aunque tampoco me importa mucho si lo consiguen o no, lo que me parece atractivo es el proceso en el que luchan contra él, porque eso es lo que los mantiene vivos.
 
—ECP: Aunque sin duda el personaje que no puede hacer nada, a pesar de intentarlo todo, para vencer a su nefasto destino es Abilio Mosquera, el protagonista de las ‘Inevitables golosas’.
 
—APS: Sí, yo creo que es el ejemplo palpable de lo que antes comentaba. Él podrá luchar y luchar, intentarlo todo, pero está condenado a la derrota. ¿Entonces por qué convertirle en protagonista de un relato? Precisamente porque nunca se rinde, y de esa tenacidad sale su fuerza como personaje, aunque uno sepa desde el principio que será vencido, él lo sigue intentando porque no le queda otro remedio. Dar un paso atrás supone encontrarse con un callejón sin salida que además le mataría como personaje.

—ECP: ¿Por qué has tratado tan mal a este pobre personaje? ¿Te inspiraste en alguien en concreto?
 
—APS: No creo que le haya tratado mal, al contrario, con todo lo que le ocurre lo que demuestra es que está dotado de una fuerza y una determinación extraordinarias, al menos eso es lo que yo creo. No todos seríamos capaces de hacer lo que él hace, y sin rendirse nunca. No está inspirado en nadie en concreto. Quería una persona en apariencia del montón para exaltar precisamente lo que es capaz de hacer, pero es un hombre sencillo, definido como un ferretero borgiano, pero no por sus inquietudes filosóficas, sino porque tiene una biblioteca junto a la ferretería en la que se gana la vida. Con eso está dicho todo.
 
—ECP: Hay algunos personajes que aparecen en más de un relato, por ejemplo, Arturo el boxeador o doña Aurori, la madame de ‘El sueño de Tántalo’, que aparecían también en La mano de Midas
 
—APS: Hay personajes que de pronto parece que toman vida propia, que van creciendo y pidiendo más protagonismo, de ahí que no haya más remedio que darles cabida en otras tramas, en otras obras, porque en su primera aparición se nos han quedado cosas de ellos en el tintero. Además, el hecho de que reclamen más presencia responde también a la intención del autor de crear una especie de universo con voces que poco a poco vayan resultándole conocidas al lector. A mí me gusta rebuscar de vez en cuando en esa lista de criaturas y comprobar que puedo volver a contar con ellos una vez más, me resulta muy reconfortante porque entonces pienso que los he creado con tintes de realidad suficientes como para permitirles seguir viviendo.


 

—ECP: ¿Te gusta ir desarrollándolos poco a poco? ¿Vamos a volver a encontrarnos con algunos de ellos en próximos relatos?
 
—APS: Es que si vuelven a aparecer van aumentando su desarrollo como seres literarios, y eso no es nada despreciable. Forman parte de una galería de creaciones a la que uno puede ir volviendo de vez en cuando, así que sí aparecerán en próximas tramas, ya sean de relatos o de novela, como de hecho está ocurriendo ahora mismo con algunos de ellos. Eso sí, también se da el caso contrario, algún personaje que otro que ha aparecido varias veces, como un arquetipo o un símbolo, y que de repente un día debe morir en otra trama, porque ya ha agotado su recorrido. Si lo miras bien, es un poco una alegoría de la vida y del camino que recorremos en ella, hay personas que nos acompañan y reaparecen, formando parte de nuestro particular universo, y otras que desaparecen sin más.

—ECP: El mito de Tántalo y la imposibilidad de satisfacer las tentaciones ¿es lo que mueve a los personajes de ‘El sueño de Tántalo’?
 
—APS: Por supuesto. Al menos al protagonista, Arturo Barrios. Pero más que una tentación, lo que él quiere satisfacer es un deseo, algo que tiene al alcance de su mano todos los días y de lo que sin embargo no puede disfrutar. Y de la búsqueda de esa satisfacción nace el motor que le impulsa a retomar su antigua existencia, a hacer algo que llevaba muchos años sin hacer y que en el fondo le va a devolver las ganas de vivir. Otra cosa es lo que ocurra al final, pero como ya hemos dicho antes, lo importante no son los resultados, sino el camino que se recorre en su búsqueda.
 
—ECP: ¿Por qué colocas La Bámbola, el prostíbulo de ese relato, al lado del tanatorio?
 
—APS: Ah, eso fue una cuestión muy práctica, a la hora de situar la trama de ‘El sueño de Tántalo’ necesitaba un prostíbulo, y se me ocurrió que ningún sitio mejor que tras el tanatorio más conocido de Cartagena, porque cuando alguien se desvía con su coche bajo el puente de la autovía, todo el mundo piensa que va al tanatorio, y si en lugar de quedarse allí avanza un kilómetro más, en cambio, va a recalar en un lugar prohibido, pero libre de las miradas curiosas. Ahora que lo pienso, podría ponerme profundo y decir que era un mensaje simbólico, y que mis intenciones eran situar en el mismo plano a Eros y Tánatos, pero mentiría. Ya digo que fue por una cuestión puramente práctica. Lo del simbolismo será cosa del subconsciente.
 
—ECP: ¿Cómo surgió el relato de la misa, ‘Ite missa est’?
 
—APS: Recibí el encargo de escribir un relato para un volumen colectivo, y tenía que versar sobre la corrupción. Ha sido la única vez que he escrito un cuento por encargo, y la verdad es que la obligatoriedad llega a limitar un poco la creación. Pero la génesis fue bastante curiosa. Yo no soy una persona muy creyente, más bien soy muy dudoso, pero a veces asisto a alguna celebración eclesiástica familiar, y en una de ellas, en una misa, fue cuando se me ocurrió el relato, incluso tomé alguna nota durante la celebración. De esa forma curiosa fue como nació la idea de escuchar los testimonios de cuatro personas acerca de la crisis, un cura, una mujer desahuciada, un político corrupto y un agente judicial, y que el lector conociera sus pensamientos en una circunstancia tan concreta.



—ECP: ¿Por qué ese título?
 
—APS: Soy muy reacio a usar el título de un relato para denominar al libro entero, aunque alguna vez ha ocurrido. Esta vez no quise que fuera así y decidí hacerle un guiño doble al lector. Como ya he dicho, a veces es bueno jugar con la literatura, y eso he pretendido con este volumen, incluso en el título. Por un lado, jugar con la palabra suspense, porque no son relatos de género negro, y por otro hacerlo con la expresión “puntos suspensivos”, porque este volumen parece inaugurar una especie de pausa en mi vertiente de escritor de cuentos, a la par que quizá cierra también una etapa en mi relación con el género.
 
—ECP: En tu opinión, ¿cuáles son las claves para escribir el cuento perfecto? 
 
—APS: Uf, no creo ser el más indicado para dar una respuesta, cuando ha habido grandes maestros en el género que han dado pautas de altísima calidad. De hecho, me remitiría a algunos de ellos, como por ejemplo Julio Cortázar, que fue quien me hizo amar los relatos y rebuscar en mi interior a la hora de crearlos. Probablemente no exista el cuento perfecto, eso dependerá de la percepción de cada lector y sus preferencias, pero vuelvo a Cortázar y suscribo algunas de sus instrucciones, como el hecho de contar con un arranque potente que agarre al lector por el pescuezo y que lo suelte únicamente cuando le hayamos regalado también una sorpresa final. Además, creo que otro valor al alza del buen cuento debe consistir en apresar un fragmento de la realidad y darle varias vueltas de tuerca. Pero como ya sabemos, no hay fórmulas mágicas.
 
—ECP: Una inevitable pregunta. ¿Para cuándo una nueva entrega de las aventuras y desventuras de Sergio Gomes?
 
—APS: Gomes y yo nos hemos hecho ya inseparables, pero nos respetamos mucho, y nos concedemos pausas que a veces duran incluso más de lo necesario. Ahora andamos en tramas diferentes, yo trato de terminar una novela satírica sobre el mundo de cierto tipo de periodismo y él en cambio está documentando el que será nuestro próximo caso, que transcurrirá en las calles de Cartagena y que, por lo que me ha contado, no dejará indiferente a nadie. El cuándo aún es un misterio, pero confío en que dentro de unos meses podamos ya ponernos a trabajar en serio.

miércoles, 12 de abril de 2017

PROGRAMA DOBLE - UN MUNDO FELIZ

UN MUNDO FELIZ

     Los niños al Bernabéu, las niñas a hacer ganchillo o a visitar comedores sociales, Franco ha inaugurado un nuevo pantano, las autoridades eclesiásticas descubren que las mujeres tienen alma, incluso podrán votar en un futuro muy muy lejano, Fraga se ha bañado de nuevo en Palomares, y no hay patrocinador que sufrague este viaje por el túnel del tiempo. Sólo las dos primeras aseveraciones de la lista anterior son ciertas, aunque a estas alturas los jefes del Colegio Religioso Juan Pablo II (flaco favor le hacen a la figura de aquel pontífice con barbaridades como ésta), de Alcorcón, ya se han apresurado a desmentirlas, especialmente alegando que todo es falso porque “las clases de ganchillo están abiertas a todos los alumnos”, de la visita al Bernabéu, en cambio, ni palabra, no sabemos si las féminas tendrán el honor de pisar su césped u hollar sus asientos con tan nobles posaderas.

      La versión cinematográfica más reciente (a falta de la que prepara Spielberg) de la novela de Aldoux Huxley es de 1998 y en ella los actores Peter Gallagher y Leonard Nimoy, entre otros, dan vida a esa sociedad utópica y dictatorial que separaba a los humanos en castas, y en la que los niños eran concebidos en probetas y genéticamente condicionados para pertenecer a varios grupos: la elite (Alphas), los ejecutivos (Betas), los empleados subalternos (Gammas), y los Deltas y Epsilones, a los que les esperaba el trabajo más arduo y desagradable. En este colegio madrileño lo han reducido todo mucho más, estamos en España, así que aquí no nos andamos con zarandajas, y distinguimos entre dos tipos de seres: los hombres, llamados a manejar los destinos del mundo, y las mujeres, cuyo fin en la vida será el de procrear y alimentar a la prole, al tiempo que hacen más placentera la vida de ese líder indiscutible que es el varón, ya saben: esposa y sierva.

       La dicotomía se ha dado, no me tomen por avieso o malintencionado, en una simple actividad extraescolar, o sea que no es para tanto, porque en las clases, las programaciones y demás actitudes del día a día del colegio, seguro que la igualdad y la democracia están más que garantizadas. No puede ser de otra manera en un centro que tiene en su fachada la siguiente inscripción: “Educar en la verdad para ser libres”, cómo vamos a dudar de ellos con semejante frase, ni que tuviéramos el alma negra, por favor, yo tampoco dudaba lo más mínimo de la bondad de otros lugares en cuyas puertas se podía leer aquello de: “El trabajo os hará libres”, allá por ciertas localidades alemanas de los años cuarenta.


  Como ya hemos dicho, todo se ha desmentido, las acusaciones provienen de un contubernio judeomasónico de rojos y demás progresistas que pretenden manchar la buena reputación de este colegio CONCERTADO, es decir, sostenido en una parte no pequeña con fondos públicos, que a nadie se le olvide. A los que trabajamos en la educación pública nos tildan de egoístas y a veces hasta de vagos, me pregunto qué barbaridad habrá que hacer para que a uno de estos centros PRIVADOS las autoridades educativas le retiren el concierto o la subvención correspondiente. No quiero túneles en el tiempo ni saltos sin red, sólo en el cine, pero como se permitan este tipo de deslices –y ahora soy yo el modoso con los términos-, tiraremos por el retrete casi un siglo de lucha por la igualdad entre sexos. Así que si me quieren dar soma para que no piense, como a las criaturas del mundo de Huxley, al menos tengan un poquito más de ingenio.



domingo, 2 de abril de 2017

CUENTOS SUSPENSIVOS EN LA OPINIÓN Y EN LIBRARIO ÍNTIMO

No tengo palabras suficientes para agradecerle a Rubén Castillo que haya puesto, negro sobre blanco, sus impresiones sobre Cuentos suspensivos, tanto en el diario La Opinión como en su blog Librario íntimo.

http://rubencastillo.blogspot.com.es/2017/04/cuentos-suspensivos.html?spref=fb


Cuentos suspensivos


El sello La Fea Burguesía, que nació de la confluencia entre los editores Paco Marín y Fernando Fernández y el escritor Paco López Mengual, prosigue en su ambicioso camino de consolidación en el mundo de las letras. Y llega a su volumen número 13 (rotulado en el lomo como 12 porque hubo un tomo inicial 0) con la obra Cuentos suspensivos, del narrador madrileño Antonio Parra Sanz, crítico, cuentista y novelista, además de organizador de eventos culturales relacionados con la novela negra y con el mundo de la lectura.

Quienes frecuentamos sus obras desde hace tiempo encontramos en las páginas de este nuevo libro dos alegrías complementarias: la primera, volver a disfrutar con relatos que ya conocíamos, pero que nos siguen maravillando con su humor, la riqueza de su vocabulario, su ritmo espléndido, sus protagonistas inolvidables y sus finales calculados con pericia; la segunda, ampliar nuestra admiración por Antonio gracias a los nuevos textos que completan el libro. En el primer bloque tenemos al tierno exboxeador que se obstina en recuperar migajas de su gloria pretérita para impresionar a la Karenina, una prostituta que se incorpora al club de alterne donde trabaja como portero (“El sueño de Tántalo”), a la mujer que cocina atroz y primorosamente para su marido (“Delicatessen”) o a los policías Carmona y Palazuelos, que investigan la extraña muerte por cremación de un personaje de la calle (“Ícaro”).

Por lo que respecta a los nuevos relatos, otra sorpresa aguarda a sus lectores: Antonio Parra diversifica su oferta y suministra cuentos de extensión parecida a los ya mencionados pero también microficciones, lo que sirve para enriquecer la visión que tenemos de su talento narrativo. Una docena de éstas últimas sirve para demostrar su pulso en el terreno corto. En suma, recibimos un gran arco temático y estilístico, donde el autor nos traslada a pueblecitos pontevedreses taladrados por la lluvia y por la superstición (“La tormenta”), a celebraciones eucarísticas salpicadas por la actualidad más putrefacta (“Ite missa est”) o a situaciones donde el humor y el horror conforman una masa compacta (“Inevitables golosas”).

Antonio Parra Sanz ha conseguido, obra tras obra, aquilatar un modo narrativo que ya resulta inconfundible en el panorama regional y que es admirado por un número creciente de lectores. Si ustedes asocian su nombre con la obtención del más reciente premio Libro Murciano del Año por su novela La mano de Midas, amplíen el ámbito de su curiosidad y acérquense hasta sus cuentos. En pocas voces narrativas podrán encontrar tanta calidad y tanto disfrute.

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