Reseña de la novela La melodía del sueño
Título: La melodía del sueño
Autor: Rafael Quereda
Editorial: MurciaLibro
Año: 2019
Páginas: 431
Calificación:
AUTOR
RAFAEL QUEREDA DEL ÁGUILA nació en 1971 en Almería y reside en Murcia. Licenciado en Ciencias Económicas y Empresariales por la Universidad de Murcia, toda su trayectoria profesional ha estado vinculada al mundo de la economía; primero trabajando durante 19 años en una entidad de crédito y, en la actualidad, para una empresa propiedad de un fondo de inversión estadounidense, referencia en el mercado nacional de la gestión de deuda y activos inmobiliarios.
Con su primera novela, inicia su andadura por una de sus grandes pasiones: la literatura. Lector impenitente desde muy pequeño, cuando devoraba libros semanalmente en la biblioteca pública de Almería, combina esta afición con su entusiasmo por los viajes, la historia y el deporte. A través de un estilo propio, nos sumerge en una intriga en la que la música y la propia ciudad de Madrid, forman parte del elenco de personajes que atrapan al lector en una novela que se aleja de los cánones habituales de la literatura policiaca.
SINOPSIS DE LA OBRA
Una serie de cadáveres van apareciendo en diferentes descampados de Madrid, con inquietantes mutilaciones macabras. El primero es Carlos Irigoyen, el dueño de una óptica al que han extraído salvajemente los ojos; el segundo es Eduard Baguer, un conocido fisioterapeuta al que el despiadado asesino ha seccionado los dedos de la mano. Uno tras otro, aparecen también en diferentes zonas de la capital unos frascos con las partes amputadas. ¿Quién es el psicópata que ha urdido esta perturbadora cadena de crímenes y por qué lo hace? César y Lola serán los policías encargados de investigar el caso, que tiene a la opinión pública desazonada. Una historia asombrosa que constituye el debut novelesco de Rafael Quereda del Águila y que nos propone un argumento angustioso y cautivador, resuelto con envidiable maestría.
RESEÑA
ESTRENO
¿Cómo juzgar el debut de un autor en el género negro? Cuando me encuentro ante una primera publicación me surgen siempre las mismas dudas. ¿Actitud canónica, crítica, benevolente, dura con los fallos (si los hubiera), condescendiente? Y siempre termino dejando que la propia novela me guíe, dejando que me regale un conjunto antes que anclarme en pequeños detalles.
El caso de Rafael Quereda me reafirma en esta táctica, porque el planteamiento de su trama es en verdad contundente, amén de que la desarrolla en zonas de Madrid que, por razones obvias, son muy queridas para un servidor, pero esto es secundario, sin duda alguna. Hablaba de la trama, que suele ser el cebo que primero debe morder el lector, y en este caso la carnada era soberbia, porque nos planta delante a un asesino que cercena partes de sus víctimas, relacionadas con los cinco sentidos, y luego deja los cuerpos por un lado y los trofeos en botes de cristal en lugares muy emblemáticos de la capital. Bueno, el primer golpe, el que deja huella, está dado, un directo a la mandíbula del lector curioso.
Pero esa trama, lo hemos comentado ya muchas veces, debe sustentarse, y además del mayor o menor ingenio o desparpajo del autor, hay que andamiarla con buenos pilares, es decir, con personajes que merezcan la pena, y de nuevo Quereda acierta con una pareja de policías, César y Lola, que si bien a veces caen en diálogos algo tópicos y formales en exceso (detalles que pulir de un primer trabajo), poco a poco van armando una investigación y una relación profesional que termina por deleitar al lector, volviéndole incluso más ávido por conocer cada vez más detalles de sus vidas. Ellos tampoco están solos, hay un superior preocupado pero no gritón (aquí en cambio se agradece la huida del tópico), y algunos compañeros entre los que hay cierta envidia pero también un afilado sentido de la profesionalidad.
¿Y qué nos queda tras la trama y los cimientos? Pues el asesino, que no en todas las novelas está tan presente (otra virtud a destacar en Quereda), y que aquí en cambio vemos trabajar con detalle, y con qué detalles, y de cuyo pasado el autor también nos desliza información. A veces parece que fuera tan fácil cometer un crimen…, y eso es gracias a la pericia narrativa, que a nadie se le olvide.
Además de esta especie de santa trinidad, tenemos también víctimas peculiares, zonas de alta alcurnia madrileña, sofisticados bares de ambiente, algún exclusivo centro de masajes, y una ciudad muy muy presente. La novela por tanto, se vuelve adictiva, y encima tiene un final absolutamente épico; el todo es, pues, más que satisfactorio. No se arrepentirán.
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