miércoles, 29 de abril de 2020

METRÓPOLIS - VERDE BOTELLA


VERDE BOTELLA

Para Amalia

     No sabes si el color será el más adecuado, una viuda debería ser más recatada, pero a fin de cuentas casi no eres ni viuda, apenas te duró un suspiro el matrimonio. Te duelen las manos al coser, el terciopelo es una tela demasiado fuerte, demasiado rígida, pero te encanta su apresto. No sabes nada de mujeres empresarias que no llegarás a conocer, y nadie te ha hablado de empoderamiento, bastante tienes tú con sobrevivir.

      Soplas las yemas para que la aguja no te maltrate tanto, y maldices las heridas como si fueran de guerra, esas mismas guerras a las que las mujeres no vais, las que no provocáis. La misma guerra que le tiene a él encarcelado, aunque no estás segura de que esté precisamente sufriendo mucho.

      Te tragas el orgullo del sur con cada puntada, con cada dobladillo, con cada jaretón, y lamentas lo que podrías haber hecho con mejores telas, pero él tampoco está en condiciones de apreciarlo, o de exigir mucho, ya no estaréis en aquel baile en el que te atrapó con su descaro. Ojalá te resultara ahora tan fácil como entonces darle color a esas mejillas desnutridas, que ya no se ruborizan ni con los pellizcos, porque el hambre no sabe de recuerdos.

       Das la última puntada y apagas la vela, quieres dormir pero no puedes, ensayas de nuevo tu discurso y te engañas pensando que es sólo por el dinero, por la familia, por las tierras…, hasta que evocas de nuevo sus hoyuelos y sus ojos pícaros, y se te escapa una sonrisa.

    Pero mañana no, no vas a sonreír, sólo firmeza y determinación, la misma con la que le has enseñado al mundo que no hay penurias que puedan con una mujer capaz de hacerse semejante vestido con unas viejas cortinas.



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