lunes, 31 de mayo de 2021

METRÓPOLIS - NORIA

 

NORIA

    Al tercer estornudo, Holly siente unas ganas enormes de bajar a tierra firme, ni lo entendía cuando su amigo le citaba allí ni lo entiende ahora, cuando esa infección está arrasando la ciudad. Se ajusta la mascarilla y mira de nuevo el reloj, intentando averiguar quién de los presentes en aquella cabina es el hombre que le ha hecho subir hasta allí.

    Una nueva tos y un nuevo escalofrío, la noria sigue girando sobre el Prater y aquellos enormes vehículos apenas se balancean. Han pasado ya unos cuantos años y no quiere volver a examinar una conciencia que le ha traicionado. Tanto juzgar al inclemente Harry y ha terminado como él, a punto de convertirse en traficante.

    La palabra ya no es tan fuerte pero continúa significando lo mismo, la enfermedad no, la penicilina ya no es necesaria porque no puede con este nuevo virus, media Viena se ha infectado y los aeropuertos han cerrado. El destino le ha arrinconado en una ciudad que odia y en la que empezaron a morir sus sueños literarios.

    Ni una novela más de aquellas lejanas praderas, ni una historia de espías, ni siquiera una trama costumbrista, el vacío que Harry le regaló en aquella alcantarilla le ha colonizado hasta el último rincón del alma. Los prejuicios también han huido, como lo han hecho los que tienen dinero, como lo harán los que le compren una vacuna que hoy va a pagar a precio de oro.

    Ni chocolate ni niebla, ni posguerra ni democracia, sólo células infectadas, es lo único que le importa, eso y la posibilidad de salir de aquella maldita ciudad. Todo lo que le afeó a Harry ha terminado repitiéndolo, todo lo que juró que nunca haría está a punto de ser su único salvoconducto para la libertad.

    Ya no queda ética, quien pueda pagar se librará del virus, y él se librará para siempre del pasado, sonríe bajo la mascarilla porque Harry tenía razón. Aún está sonriendo cuando un hombre se le acerca esquivando a las familias suspendidas en la noria.

    - Un placer conocerle, señor Martins – susurra mientras pone en su mano media docena de viales.



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