La pelirroja ausente
Carlos
Salem vuelve a asestarnos un golpe certero a los aficionados a la novela negra,
y lo hace con la aparente facilidad que transmiten estas páginas, algo irreal,
por supuesto, porque nunca es sencillo conseguir que una trama como esta fluya
con naturalidad. Y es que detrás de cada situación y cada diálogo, nos aguarda
una sonrisa, en ocasiones incluso una carcajada, aunque lo narrado sea una
medida paliza, o la amenaza inclemente de un tipo inquietante y pálido apodado
El Muerto.
El periodista
argentino Nicolás Sotanovsky está, como él mismo proclama, ‘jodido pero
contento’, queriendo hacerse un hueco en
un Madrid postmoderno y postodo, y se encontrará en mitad de una conspiración
urdida por una pelirroja ausente, Noelia, que ha buscado varios candidatos
sudamericanos para colocarlos como cebo y tapar su desaparición y de paso su
desfalco. Para encontrar ese dinero, El Muerto envía nada menos que al matón
más atípico que haya nacido nunca en una novela negra, el señor Jamón calibre
45, de apellido Serrano para más recochineo tanto de Sotanovsky como del propio
Salem. Un matón apasionado de las viudas y la poesía, que pronto se ganará el
corazón del lector y de algún que otro personaje más de la obra.
Para
complicarle aún más la vida al periodista, emerge la figura de Nina, socia de
la ausente Noelia, lúbrica donde las haya y capaz de hacer desaparecer de la
memoria del hombre (y de otros lugares más corpóreos), el nombre de cualquier
novia. Así se muestra Carlos Salem en una novela que pisa poco a poco el
acelerador, y que alcanza una velocidad endiablada salvo cuando aparece cierto
gato parlanchín con el que conversará, con gran derroche de buen juicio,
Sotanovsky. Hay pasajes sexuales verdaderamente antológicos, justo es reconocerlo,
y diálogos deslumbrantes, algo que no es nuevo en la narrativa del argentino,
así que la mezcla forma un todo de lo más atractivo.
‘Un jamón calibre 45’ . Carlos Salem.
Editorial: RBA. Barcelona, 2011. 300 páginas.
(LA VERDAD, "ABABOL", 18/2/2012)
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