Vuelve la
Feliz Gobernación
Las cinco
castas presentes en estas páginas: mandarines, legos, becarios, alcaldes de
cabezas rapadas y gentes de estaca, se han visto multiplicadas ante su incesante tarea de
bañarse en lodos corruptos, perfumarse con eternas esencias de poder y
solazarse con el maltrato y el desprecio hacia la sexta y última casta: el
pueblo. A ese desdichado pueblo no le vendría nada mal la lectura de la novela,
para saber que hace casi cuarenta años, y con el pensamiento y la palabra por
bandera, hubo un escritor capaz de asumir la valentía de conmover los cimientos
de los poderosos, mucho antes de los quince de mayo y de los móviles blandidos
en lugar de los puños o los claveles que enmudecían fusiles.
Obesos de la
faltriquera llena, principescos amanerados del asesoramiento falaz, suripantos
sureños mercaderes del empleo público, zarinas televisivas del perdigón y la
mala pronunciación, togados iscariotes que niegan la exhumación de las cunetas,
enmucetados hipócritas que venderían a su madre por un discurso en Princeton,
becarios lamelotodo satarines ideológicos, profesionales de la estaca de caucho
que buscan enemigos púberes, edilas capaces de multar la mendicidad,
fabricantes de bolsillos carentes de fondo, burócratas rijosos, banqueros
paletos, asambleístas y califas por vía inguinal o sanguínea, tanto da,
mandarines ocultos bajo la griega máscara… Como ratas de una misma cloaca han procreado
esas castas que tan bien reflejara Miguel Espinosa, como gusanos purulentos que
han brotado de un cadáver social cada vez más apaleado.
Si él pudiera
hoy vernos por los resquicios de esta Feliz Gobernación, tal vez multiplicara
las páginas de esta novela. Un texto que requiere una lectura demorada y
paciente, porque el viaje del Eremita está lleno de etapas cervantinas, siempre
aliñadas con la imaginación portentosa y la palabra derrochadora de un hombre
que no se dejó tentar por los oropeles académicos, y que quiso ser libre para
denunciar las taras sociales.
‘¡Abajo la reflexión y muera el juicio!
¡Viva la Feliz Gobernación !’
En nuestras manos estará, leyéndole, la posibilidad de condenar estos dos lemas
mandarinescos.
‘Escuela de mandarines’. Miguel Espinosa.
Editorial: Alfaguara. Madrid, 2006. 600 páginas.
(LA VERDAD, "ABABOL", 31/3/2012)
En muy poco tiempo, Alfaqueque Ediciones, publicará la primera versión de "Escuela de Mandarines" bajo el título HISTORIA DEL EREMITA.
ResponderEliminarEste primer manuscrito inédito lo escribió Espinosa 18 años antes de la primera edición de su gran obra.
Más que apropiado siempre Miguel, porque me temo que, en cualquier tiempo, existen castas y tienden a multiplicarse de tal forma que, como bien dices, si hoy viviera no le quedaría más remedio que ampliar su ya vasta "Escuela de mandarines" con las muy obscenas manifestaciones de un poder, un poder que corrompe a quienes lo ejercen, sean del signo ideológico que sean.
ResponderEliminarAbrazos, Antonio, especialmente agradecidos por traernos a Miguel Espinosa.