PROTEGER LA MEMORIA
Respetar al máximo las fuentes, proteger la memoria y el patrimonio, ser rigurosos en la investigación o no manipular las circunstancias del pasado, fueron algunas de las ideas que se desmenuzaron en la mesa redonda dedicada a Historia e Investigación, celebrada en el Salón de Actos de la UNED, y coordinada por Juan Ignacio Ferrández, quien además la inició brindándole un nuevo tributo a Ángel Márquez, verdadero impulsor de la investigación histórica en Cartagena, y fundador de la editorial Áglaya y de la señera revista Cartagena Histórica.
Con la llegada, a última hora, de Luis Miguel Pérez Adán y Luis Delgado Bañón (éste último casi casi recién bajado del tren que le trajo de Madrid), la tercera jornada del encuentro transcurrió por los límites trazados entre la novela y la investigación históricas, dos caras a veces de una moneda pareja, tal y como señaló Delgado Bañón, puesto que sería una errónea frivolidad pretender escribir novela histórica sin preocuparse de la investigación, sin prestar atención a los datos, que deben ser respetados por encima de todo.
Algo en lo que coincidieron tanto Pérez Adán como el joven arqueólogo Pedro Huertas, añadiendo también la necesidad de que los libros de investigación histórica se escriban de forma amena para el lector, tal y como ocurre en otros países de Europa, en los que, además, estas obras son respetadas y no expuestas a la manipulación ideológica, como ocurre en España en muchas ocasiones.
Juan Ignacio Ferrández,, Eva Márquez, José Luis Domínguez y Francisco Gijón |
Y es que, como señaló José Luis Domínguez, esa manipulación puede contribuir también a que el lector de novela histórica no le preste la debida atención al proceso investigador, sino que se quede más con los atractivos novelescos, que nunca podrían producirse, de manera fiable, desdeñando el proceso anterior de documentación. Francisco Gijón defendió la gran responsabilidad que debe sentir el autor de novela histórica, porque manejar el pasado real no puede darle carta blanca para tergiversar los datos, sino que debe obligarle a mostrar el máximo respeto por ellos.
Eva Márquez, desde su posición de editora y librera, propugnaba la independencia de los diferentes géneros que tienen un fondo histórico, al tiempo que lanzaba al aire una pregunta de difícil respuesta: por qué en Cartagena triunfa la novela histórica y en cambio fracasa la escrita por cartageneros o, salvo excepciones, la que tiene como escenario la ciudad. El público puso, como siempre, su grano de arena, interpelando a los miembros de la mesa acerca de las mentiras históricas, los mecanismos de los que se sirven los autores a la hora de investigar, y el avance que ha supuesto Internet en ese sentido, o la inferioridad que parece haber entre los historiadores españoles y los de otros países, especialmente del área anglosajona.
A partir de ahí, las intervenciones se fueron sucediendo de manera tan fluida como interesante, y mientras Luis Delgado defendía la honestidad de los historiadores y la calidad del historiador español, Luis Miguel Pérez Adán y Pedro Huertas volvían a coincidir en la necesidad de rescatar la historia que no conocemos, y el patrimonio local, porque lo que hoy es etnografía, mañana puede convertirse en arqueología.
La jornada finalizó después con la Tertulia Literaria coordinada por Francisco Marín, celebrada en la Real Sociedad Económica de Amigos del País, y en la que se debatió sobre la parafernalia que a veces rodea las celebraciones del día del libro, el panorama editorial en la región de Murcia, y el sentido recuerdo que merece la figura del recientemente desparecido José Luis Sampedro.
Luis Delgado Bañón y Juan Ignacio Ferrández |
Luis Miguel Pérez Adán y Pedro Huertas |
José Espinosa, Francisco Marín, Ignacio Borgoñós, Eduargo Borgoñós y Antonio Lois |
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