DOCE LUNAS
ESTEBAN NAVARRO
LA
PUERTA VACÍA
- La
puerta vacía es
la tercera entrega de Diana Dávila, ¿cómo se consigue que sobreviva un
personaje como para continuar protagonizando una serie?
Son los lectores los que consiguen que
el personaje sobreviva y perviva con sus opiniones e interés por Diana. Esta
joven, prometedora y extrovertida policía nacional nació literariamente en La noche de los peones, se formó como
agente en Los crímenes del abecedario
y ha madurado en La puerta vacía. Es
así porque los lectores lo han querido. Y espero que sigan apoyándola para que
Diana progrese en la policía y no se desvanezca en la literatura.
- Que
se sepa, es usted el único autor que ha perfilado una protagonista
femenina para sus novelas negras sin emparejarla con otro compañero, ¿ha
sido algo premeditado?
Posiblemente sí, ya que ha llegado un
punto de realismo en la novela policíaca nacional en la que hay que darle a la
mujer el protagonismo que se merece. No tendría sentido que en las Brigadas de
Investigación de la Policía Nacional haya desde inspectoras jefas, inspectoras
y agentes, que incluso en ocasiones actúan solas o en parejas con otras
mujeres, y que en la literatura eso no tuviera su reflejo.
- ¿Se
atreve a valorar el papel que estaba teniendo hasta ahora la mujer en la
novela negra?
Sí,
por supuesto. Pero antes hay que recordar que hace casi noventa años Agatha
Christie ya utilizó a una mujer, Miss Marple, como protagonista de algunas de
sus más reputadas novelas. En la actualidad hay muchas y buenas obras cuya
protagonista es una mujer. Podía estar horas nombrándolas, pero hay que
destacar a Dolores Redondo y su inspectora de homicidios de la Policía
Foral de Navarra Amaia Salazar. Y,
cómo no, a la reciente ganadora del Premio Planeta Alicia Giménez Bartlett
y su inspectora Petra Delicado.
- Un
hombre de negocios asesinado, un periodista que parece tener poderes
adivinatorios, una esposa un tanto libertina y la propia Diana Dávila,
¿con cuál de los cuatro personajes se ha sentido mejor y a cuál ha odiado
más?
Con Diana siempre me siento bien. La
conozco. Me conoce. Y de esa simbiosis surge una forma fluida de hacer
literatura. Es imposible llevarse mal con Diana. De los otros personajes no
puedo decir nada, ya que desvelaría parte de la trama, pero en cualquier caso
siento cierta simpatía por todos, cada uno a su nivel.
- ¿Cómo
se lleva la convivencia entre el policía y el escritor?
Mal. O muy mal. Pero ahora creo que no
podría existir uno sin el otro. Los turnos de trabajo, las noches y los fines
de semana, poco ayudan a estar despierto y concentrado en escribir, pero gracias
a mi profesión puedo alimentar a mis personajes para que sean lo más reales
posible.
- De
momento han visto la luz tres entregas de Diana, ¿tiene prevista ya la
continuidad de la serie?
Sí. Hay una cuarta y en vías de
conclusión una quinta. Diana es mucha Diana.
- Usted
es un hombre de orígenes meridionales que ahora está en el norte, ¿se nota
mucho ese cambio a la hora de investigar o escribir crímenes?
Respecto a la investigación lo
desconozco, ya que nunca he trabajado en el sur, pero imagino que sí, que cada
zona tiene sus peculiaridades. Y respecto a la hora de redactar esos crímenes,
estoy convencido de que sí hay diferencias. Y si no, sólo hay que fijarse en la
literatura noruega, por ejemplo, para distinguirla de la nuestra.
- ¿Qué
opina sobre el “boom” de los certámenes de literatura negra que hay en
nuestro país? ¿Son una señal de que el género está sano?
El género siempre ha estado sano, otra
cosa es que haya tenido altibajos. Pero el hecho de que hayan crecido como
setas un sinfín de semanas y festivales de novela negra no es más que un
termómetro que indica que hay pasión por este tipo de literatura.
- ¿Cuál
es la espoleta que pone en marcha sus novelas, qué es lo que le hizo
arrancar con la trama de La puerta vacía?
Un instante. Un momento. Una duda. Una
novela surge en un periquete, en una reflexión, en una pregunta. En su
respuesta. En el caso de la puerta vacía estaba sentado en una terraza de un
hotel, al lado de la piscina, en verano y de noche. En uno de los balcones
había una chica rubia, en bikini, fumando un cigarro. Me pregunté cómo actuaría
yo si a esa chica la asesinaran. Pensé que una persona normal llamaría a la
policía. Pero, ¿y un policía? El policía correría hacia la habitación en su
ayuda. Tuve claro que había de comenzar una novela inspirándome en esa imagen.
- ¿Cree
que la situación sociopolítica que hemos vivido puede haber marcado el
tono de la literatura negra que se está haciendo en España en los últimos
años?
No lo creo, estoy convencido de ello.
La actualidad, en este caso, es la mejor novela negra.
- ¿A
quién tenemos que agradecerle que Esteban Navarro escriba novela negra? ¿Cuáles
son sus autores de cabecera o los que más le han influido?
De
niño me enganché a Ellery Queen, devorando sus novelas. Pero la atracción
total hacia el género llegó de la mano del maestro Georges Simenon y su
Comisario Maigret.
- ¿Qué
le diría a un lector que no le conozca para que se acerque a esta novela?
Que la lea. Y luego hablamos...
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