Ha
regresado Diana Dávila, y eso significa que ha regresado también Esteban
Navarro, esta especie de chamán de la novela policiaca que va sembrando de
ejemplares las librerías patrias, y es lógico, si nos atenemos a la manera en la
que estructura sus tramas, que a ratos parecen un laberinto del que uno duda
que podamos salir. Pero si el lector se deja llevar, y tiene paciencia, el
autor murciano afincado en Aragón alcanza siempre el malabarismo justo para que
todo cuadre al final con una pasmosa naturalidad.
Esta
inspectora atípica aterriza ahora en Murcia, en mitad de una comisaría
dominada, como tantas otras, por hombres que la verán un poco como una amenaza,
tanto profesional como sexual, y llega justo cuando estalla toda una bomba de
dimensiones imposibles, nada menos que el asesinato de uno de los empresarios
más conocidos de la ciudad, y casi casi del país. Así que Diana no tiene ni
tiempo para instalarse antes de empezar a lidiar con una viuda de legendario
furor uterino, el amante de ésta, un pelele en sus manos, y un joven periodista
que ha aparecido junto al cadáver sin que pueda recordar cómo llegó hasta allí.
Los
tintes sociológicos, como no podía ser de otra forma, están muy presentes, para
bien y para mal, y los escenarios oscilan entre Murcia, Cartagena y Moratalla,
pero sobre todo adquiere un brillo especial el hotel en el que ocurrieron los
hechos, un lugar al que Esteban Navarro ha logrado sacar un gran partido. Hay
tópicos del género, por supuesto, alguna que otra intimidad policial que su
autor conoce a la perfección, y un ritmo de capítulos breves y rápidos que
logra contagiar al lector con la celeridad con la que se mueven los
investigadores, sabedores de que sólo tienen setenta y dos horas para dilucidar
si el joven periodista es el culpable o sólo otra víctima más.
La puerta vacía. Esteban Navarro.
Ediciones B. Barcelona
2015. 320 págs.
(LA VERDAD, "ABABOL", 10/10/2015)
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