lunes, 19 de marzo de 2018

MATAR EN MENOS DE TRES MINUTOS

Matar en menos de tres minutos

Presentación de la novela negra Dos cuarenta y nueve (Ediciones Del Serbal), de Antonio Parra Sanz


Por ahí se inició la presentación de la novela Dos cuarenta y nueve (Ediciones Del Serbal), de Antonio Parra Sanz, que tuvo lugar el pasado 16 de marzo en el Centro de Arte Moderno (http://www.centrodeartemoderno.net/), ubicado en la calle Galileo, en el madrileño barrio de Argüelles.
Un lugar regentado por Raúl Manrique y que alberga, además de varios millares de títulos, una buena muestra de objetos pertenecientes a diversos autores, cedidos para su exposición por la Asociación de Escritores, entre los que se pueden encontrar, por ejemplo, el revólver de Onetti o la canana de Delibes, además del gorro ruso que portó Julio Cortázar en sus inviernos parisinos, objeto este que, según comentaron algunos asistentes, fue mirado con ojos casi delincuentes por el autor de la novela.
Madrileño aunque afincado en Cartagena, Antonio Parra se presentó acompañado de la también escritora Mónica Rouanet, quien ejerció de maestra de ceremonias y durante más de una hora conversó con el autor en una sala repleta en la que se lanzaron unos cuantos dardos negros, empezando por esa posibilidad de poder acabar con una víctima en menos de lo que dura un movimiento de Vivaldi, tal y como reza el título de la novela.
Poco a poco se fueron desvelando las curiosidades que esconden las almas de los tres protagonistas de la novela, la locutora Elisa Montes, el inspector Alonso Marquina (a quien los lectores ya se han encontrado en otras obras del autor) y el joven Marcos Galván, lector impenitente de la Biblia, entomólogo humano y vengador justiciero que se arroga la potestad de impartir justicia.
De los tres se habló durante la conversación, pero también de la ambientación de la novela, que fue escrita íntegramente de madrugada, y de la dureza que le supuso a su autor alcanzar la introspección necesaria para poder entrar en la memoria de cada personaje. Poco a poco de la novela se pasó a la literatura en general, y en ocasiones la charla derivó en una especie de recital de confesiones de ambos escritores, para disfrute del público.
Un público entre el cual se camufló algún escritor que otro (Jesús Zaplana, Rosa Huertas, Rubén F. Uceda), y que no se quedó mudo ni mucho menos, sino que fue capaz de lanzar preguntas llenas de interés, tales como si la persona narrativa ya estaba determinada al iniciarse la novela o si el autor dudó a la hora de darle la voz a alguno de los personajes; si los asesinatos que se narran estaban ya previstos o surgieron sobre la marcha; si el escenario es fiel o una recreación de la ciudad de Cartagena… Y posiblemente la mejor por venir de una jovencita que rondaría los doce años: si el asesino, al cometer sus crímenes, no iba dejando algún rastro que permitiera su posterior identificación. Hay madera de futuros criminólogos, sin duda, o al menos de nuevos aficionados al género.
Para todo hubo tiempo, incluso para otras particularidades literarias ajenas al género negro, y ambos contertulios lograron llevar a buen puerto una extraordinaria velada en la que, por encima de géneros y aficiones, se respiró en el lugar algo fundamental en la presentación de cualquier libro: la pasión por la literatura.

Redacción Solo Novela Negra
(PUBLICADO EN SOLO NOVELA NEGRA: https://punica.es/dos-cuarenta-y-nueve/)

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