Reseña: LOS MIÉRCOLES SALVAJES de Susana Hernández por Antonio Parra
Datos publicación
Editorial Milenio. Lleida 2019. 212 págs.
Autora
Susana Hernández (Barcelona) ha estudiado Imagen y Sonido, Integración Social, Investigación Privada y Psicología. Ha colaborado en diversos medios de comunicación ejerciendo como crítica musical, redactora de deportes, y locutora de radio. Ha publicado las novelas: La casa roja, La puta que leía a Jack Kerouac, Curvas peligrosas, Contra las cuerdas, Cuentas pendientes (ganadora del premio a la mejor novela negra en el Festival Cubelles Noir 2016), Males decisions (Premio Cubelles Noir a la mejor novela negra en catalán 2018) y La reina del punk. Ha participado en las antologías: Elles també maten, Fundido en negro, Diez negritos, nuevas voces del género negro, Obscena, Lecciones de asesinos expertos, Hnegra y Barcelona, viatge a la perifèria criminal. Es autora de diversas piezas de teatro breve. En su haber cuenta con diversos premios de relato, novela y poesía. Imparte talleres literarios desde 2011.
Sinopsis de la obra
Samanta y Hugo, amigos desde la infancia en las duras calles de Ciudad Meridiana, en el extrarradio barcelonés, trabajan juntos en la empresa de seguridad propiedad de Hugo. Sam necesita dinero, mucho más dinero del que gana como escolta privada, para procurarle un tratamiento a su novio que padece una grave lesión medular desde hace doce años. Su amigo y jefe le propone un trabajo ilegal y muy bien pagado que los arrastrará a ambos al oscuro mundo del tráfico de medicamentos en un espiral de violencia y traiciones.Los miércoles salvajes nos lleva desde las chabolas de Accra, en Ghana, donde Sirhan y Lewa luchan por conseguir medicinas que traten la diabetes tipo 1 que aqueja a su madre, a los entresijos del tráfico ilegal de medicinas comandado por María y Joao, dos hermanos portugueses, y al frío y hermético universo de la industria farmacéutica.
Curar o matar
En el plano humano, la autora barcelonesa ha perfilado a tres mujeres de enorme potencial, cada una en lo suyo, Samanta, verdadero eje de la novela, que busca el golpe de fortuna que reconduzca su vida, María la Coja, portuguesa fría como un témpano que maneja el mercado negro sin titubeos, y Lewa, que en la lejana Accra intentará conseguir que su madre sobreviva, a pesar de tener que obtener medicinas de estraperlo. No están solas, con cada una de ellas hay una o dos figuras masculinas, Hugo y Asier con Samanta, Joao, hermano de la Coja y aspirante a padrino del clan, y el joven e impetuoso Sirhan, que trata de abrirse camino en Ghana a golpe de puño boxístico.
Pero volviendo a Samanta, hace falta tener muy buenos mimbres para aceptar el trabajo de Hugo, para no dejarse cegar por los sentimientos, para saber qué hacer en cada momento, para no cejar en la lucha, para no sucumbir a la tentación de esos miércoles salvajes que el lector debe ir descubriendo. Susana Hernández carga en sus hombros casi todo el peso de la novela y ella no sólo aguanta, sino que aprieta los dientes y sigue luchando.
No hay un horizonte claro al final de esta novela, hay cruces de caminos, guerras, odios antiguos y ajustes de cuentas, pero también hay un mensaje que no debe caer en saco roto y que afecta a los grandes emporios farmacéuticos y a sus líneas de negocio en países desfavorecidos, conviene que el lector recuerde en todo momento de qué lado deberíamos estar.
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