Reseña de Los lagos de Norteamérica
Obra ganadora del Premio Libro Murciano del Año 2019
Título: Los lagos de Norteamérica
Autor: José Daniel Espejo
Editorial: Pre-Textos
Género: Poesía
Año: 2019
Páginas: 64
Sobre el autor
JOSÉ DANIEL ESPEJO, escritor, activista, cuidador y librero, es autor de los poemarios Los placeres de la meteorología (Nausícäa, 2000), Quemando a los idiotas en las plazas (Editum, 2001), Música para ascensores (Tres Fronteras, 2007), Mal (Balduque, 2014) e Id (Ediciones del 4 de Agosto, 2016), así como de las plaquettes El tiempo hace fú (Colectivo Iletrados, 2011) y Psycho Killer Qu´est Que C´est (Ad minimum, 2014), y del volumen misceláneo Habla con medusas (La Galla Ciencia, 2015). Es uno de los poetas seleccionados por Martín Rodríguez Gaona en su estudio Mejorando lo presente. Poesía española última. Posmodernidad, humanismo y redes (Caballo de Troya, 2010), y hasta la fecha ha aparecido en numerosas antologías poéticas. Ha participado con poemas, artículos y traducciones en revistas: Litoral, Josefina la cantante, Hache, Manual de lecturas rápidas para la supervivencia, Quimera, Rebelión.org, Manifiesto azul y El coloquio de los perros. Mantiene un espacio semanal de periodismo social y político en el diario La Opinión de Murcia, y dirige el suplemento literario de la edición regional murciana de eldiario.es, #LeerElPresente. Asimismo coordina en Murcia la librería solidaria y espacio cultural “Libros Traperos”. Vive en el Sur, con sus hijos.
Sinopsis de la obra
¿De qué habla esa música que habla de moverse,
amar todos los cuerpos y bailar en los tejados
pegarle fuego al mundo y hacer otro
más justo y luminoso? ¿A quién espera
quien confía en encontrarse con alguien, un día feliz,
y nunca separarse? No a mí,
no a mi hijo y a mí. Cuanto más
hermosa la fábula menos sitio
nos queda a nosotros en ella. Si a veces cantamos
pues nos sabemos la letra al oírla por la radio
es la vida de otros.
Reseña de Los lagos de Norteamérica
Cuando la vida duele
Un latido, pero de un tamaño inconmensurable, es lo que mueve este poemario de José Daniel Espejo, con el que encara la vida, con el que muestra al lector cómo se puede convivir con ella aunque ésta te haya mordido en la yugular de la conciencia. No renuncia en ningún momento a lo que tiene delante, su viudedad, el autismo de uno de sus hijos, y no lo hace porque eso conforma la existencia del poeta, porque en esa existencia se sobrevive por encima de todo.
Con esos versos ganó esta obra tanto el Premio de Poesía Juan Rejano, de Puente Genil, como más recientemente el Premio Libro Murciano del año 2019, y no es casualidad, porque en estas letras hay alma y corazón, sin desgarros fáciles, sino duros como los costurones de un latigazo, pero cerrados ya con la sal de la metáfora, de la sensibilidad de quien nunca se ha rendido, ni siquiera cuando los demás, la sociedad, se dedica a opinar, e incluso a valorar lo que este padre debe hacer con su cotidianidad, nada más fácil para quienes nunca han vivido en el anverso de una cinta de Moebius.
Y todo ello sin renunciar tampoco a la memoria, porque el equipaje del pasado también ayuda a construir las vivencias del hoy, hay poemas que nos lo dejan contundentemente claro, como el titulado Charo 2:
“A veces veo en sueños a la mujer que falta.
No habla. Se mira las sandalias. Lleva un vestido
de color azul oscuro. Cuando se lo quita
ya ella no está allí. Nos cubre con él
a los niños y a mí
ahora nos refugian infinitas
constelaciones desconocidas”.
En esa voluntad de seguir siempre adelante, el mundo del pequeño Martín conduce a veces al aislamiento social que no todos entienden, un aislamiento que deja al poeta frente a sí mismo, en esas madrugadas interminables en las que la sordidez incluso llega a susurrarle al oído que se rinda, que puede rendirse. Pero ahí están los versos a los que aferrarse, gracias a los cuales José Daniel aprieta los dientes, los aprieta fuerte y arranca a seguir viviendo, porque en ese camino cada uno debe emplear las armas que tenga a mano, aunque a veces no sean lícitas, legales, morales o bien vistas, como refleja el poema Armisticio.
“Un hombre borracho que abre el frigorífico
Y sabe que guarda comida podrida
Y cierra el frigorífico
Como firmando una tregua con todo lo podrido
Con todo lo sórdido
Con todo lo que viene
Con el presente”.
Con estos poemas logramos acompañar no sólo a su autor, sino también a Martín, cuando se refugia en la enumeración de esos lagos de Norteamérica que dan nombre al título, un refugio al que únicamente puede guiarnos una poesía limpia y trabajada como ésta.
https://www.elquintolibro.es/2020/12/resena-de-los-lagos-de-norteamerica/?fbclid=IwAR1n9gsqmkgIstlJT7uDn_DC8UOJCiBC-Yn5lMA-t1scdc-26jqi-b5lb80