RELLAMADA
Lo primero es volver a coger el auricular, el angustioso
silencio que le llega le confirma que Tony sigue al otro lado. Sí, ha de ser él
forzosamente, esperando para comprobar que todo se haya cumplido, ignorante de
lo que acaba de pasar, de la vida que se ha esfumado ante ella.
Reuniendo en la garganta toda la angustia posible, lanza
al aire una y otra vez la pregunta hasta que la voz dubitativa de su marido le
arranca media sonrisa. Tartamudear ahora es casi lo más sencillo, extraviarse
en frases inconexas no le cuesta trabajo alguno, incluso le apetece jugar con
una pizca descriptiva, como si ella no hubiera visto en su momento aquella
raída gabardina, y el lacio bigote del ahora difunto Alex Swann.
Como suponía, Tony retoma el control, solícito y
caballeroso, no le queda otra y se deshace en atenciones verbales, tan
correctas como frías, incluso cuando le promete que será él mismo quien avise a
la policía, y ella se lo permite sin dudarlo, así debe ser.
Margot sigue dejando que el llanto fluya, y los sofocos,
y la voz entrecortada, aunque mataría, de nuevo, por servirse una copa y
paladear un cigarrillo recostada en el sofá. Pero los plazos son los plazos y
ahora ya no puede cometer error alguno.
Pasados esos eternos minutos, cuelga apretando la clavija
con dos dedos y sin retirarse el auricular de la oreja se apresta a realizar
otra llamada, quizá la más importante, antes de que se le ocurra llegar a algún
policía demasiado diligente.
- Hola Mark. Sí, tal y como suponíamos… Sí, Swann. Todo
bien, deseando que las cosas echen a rodar… No te preocupes, te llamarán, así
que no te derrumbes. Antes de lo que crees volveremos a cruzar ese maldito
océano para siempre.
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