MILHOJAS DE JAMÓN, de José Francisco Alonso, por Antonio Parra
Título
Milhojas de jamón
Datos publicación
Cosecha Negra Ediciones. Huelva 2022. 360 págs.
Datos del autor
JOSÉ FRANCISCO ALONSO (Bilbao 1968), es licenciado en Filosofía y Ciencias de la Educación por la Universidad de Deusto. Trabaja como profesor de Filosofía en la ciudad de Valladolid. Partidario de una novela negra cercana, sin violencia expresa y de contenido social, utiliza la gastronomía y el humor como armas narrativas. El éxito de su primera novela, Pisto a la bilbaína, le tiene algo sorprendido. Jamás pensó ser finalista del premio ICUE Negro 2022 en Cartagena Negra, a la mejor primera novela negra editada en 2021. Milhojas de jamón es el siguiente caso del profesor Loizaga.
Sinopsis de la obra
Un hombre aparece asesinado por disparos de bala en un contenedor cercano a la Torre de Iberdrola. El muerto es un varón, de mediana edad y no perteneciente a ningún colectivo desfavorecido. No hay revuelo social. En consecuencia, en Bilbao, a nadie le importa su muerte. Solo Loizaga cree que algo extraño se está cociendo dentro de la Torre de Iberdrola. Pero, ¡qué imaginación! ¿A quién se le ocurre vincular un acto violento con una gran multinacional? ¿Y sin pruebas? El profesor promete a la madre que descubrirá al asesino de su hijo, y no piensa faltar a su palabra. Las preguntas le martillean la cabeza. ¿Quién te ha matado, Jesús Ahaztu? ¿Y por qué?
Reseña
CRECIMIENTO
Lo hemos visto en innumerables ocasiones, la segunda novela de una serie, o de un personaje que aspire a perdurar en una serie, es peligrosísima, un arma de tres o cuatro filos que puede llegar a dejar manco a su autor. Por eso es necesario abordarla con sumo cuidado, con muchas prevenciones y con el cargador repleto de balas pesadas, que aseguren disparos certeros hacia el corazón y la inteligencia del lector.
José Francisco Alonso ya demostró en la primera entrega de Loizaga que era un autor dotado de una voz firme, curiosa y original, y eso colocó Pisto a la bilbaína en unas cotas de aceptación bastante elevadas. Y como sigue atesorando esas mismas virtudes, y además es un hombre inteligente que mira al mundo literario buscando aprender siempre algo en cada ojeada, ahora le ha dado la mano a ese profesor de Filosofía, y le ha puesto nada menos que frente a la tiranía de los más poderosos, esos que nos miran a los mortales desde su atalaya como si fuéramos meros insectos, que pagamos todo lo nuestro, sí, pero meros insectos.
El universo del profesor sigue ahí, apuntalando la novela como la fiel infantería que forman sus miembros: la jueza que le rasca el corazón, su amigo Ramiro, el ertzaina con el que el detective aficionado colabora, ama Loizaga y sus camaleónicas aficiones, y el padre Aguirre, el jesuita que a veces sujeta al filósofo al suelo. Ah, y por supuesto, los otros dos grandes amigos de Loizaga: la comida y el Athletic, no sé si necesariamente en ese orden.
Con ese respaldo, algún iluminado pensará que él también haría una buena novela negra, bueno, que se ponga a ello y luego nos cuente. Por si acaso, que considere algunas virtudes que esta debería tener, y que José Francisco sí que posee: capacidad para refrenar el ritmo de la prosa, ajustándolo a cada paso de la trama, temple para su personaje, vemos a un Loizaga un poco más pausado aunque los poderosos le toquen mucho la moral, y oportunidad para hacer que la trama gire, e incluso explote, en el momento adecuado, garantizando así la sorpresa para el lector. Si se atreven a cumplir con esos requisitos, ya saben, pónganse a la faena.
La comida juega su papel, medido, sin empachos peligrosos, los sicarios el suyo, los muertos de primera y segunda categoría están en su sitio, y Loizaga (impagable en las aulas) hace de la tenacidad virtud, pero también es capaz de emocionarnos al final de la novela. Lo dicho, José Francisco Alonso ha crecido como autor tanto como su serie y su personaje.
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