SIEMPRE JACK
‘Diario de la última víctima de Jack el Destripador’, ese subtítulo marca la historia de una pelirroja irlandesa en el otoño más sangriento de la historia británica, 1888, cuando Whitechapel era una boca de lobo llena de muerte y vísceras.
Con un tono netamente decimonónico, y una alternancia muy lograda entre pasado y presente, Covadonga González-Pola nos va contando las andanzas de la esforzada Mary Jean Kelly, su periplo desde el Limerick natal hasta el refugio en el que ahora sobrevive, o lo intenta, junto a Joe, un hombre humilde pero de convicciones un tanto rígidas, que padece ecolalia y que busca también el equilibro junto a una mujer que guarda unos cuantos secretos.
Lo ocurrido en su tierra natal, el repudio de su madre, un orfanato incendiado o el misterioso incidente del gato, que la narradora escamotea hasta el final, marcan el pasado de Mary Jane. El presente, por el contrario, está salpicado por la presencia y los crímenes de Jack el Destripador, pero sobre todo por la miseria, el ninguneo y los maltratos que sufren las mujeres, la impunidad con la que los ricos acuden a rebozarse en el barro del vicio y las mafias de proxenetas.
Covadonga González-Pola logra mantener el equilibrio entre ambos planos temporales, a la vez que entra sin tapujos en la dureza entre la que las clases británicas más bajas sobrevivían, sin olvidarse del papel de la amistad, algo que a veces era tan nimio como compartir un trago en una mugrienta taberna. Eso sí, procuren llegar hasta el final, no solo para saber qué le ocurrió al dichoso gato, sino para poder disfrutar de dos o tres sorpresas que la joven Kelly guarda en su mano.
‘Mary Jean Kelly. Diario de la última
víctima de Jack el Destripador’.
Covadonga González-Pola
Pez de Plata. Oviedo 2024.
187 páginas.
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