LA ESCOPETA NACIONAL
LA ESCOPETA
ADVERTENCIA: ABSTÉNGANSE DE LEER ESTAS PALABRAS LOS FANÁTICOS DEL NACIONALISMO EXACERBADO. DEDICADO A LOS CATALANES Y VASCOS SENSATOS, QUE, HABERLOS, HAYLOS, Y MUCHOS.
Si el comerciante catalán que encarnaba el gran Saza en la película de Berlanga se hubiera dedicado a la política, se habría enriquecido en menos de lo que canta un gallo, pero claro, sólo era un empresario de porteros electrónicos en pleno franquismo. Hoy las cosas han cambiado tanto que quienes no tenemos un baldón de autonomía histórica no podemos hacer nada más que ver pasar los euros ante nuestros tristes ojos.
Hoy, los “históricos periféricos”, en cambio, se dedican, con toda la hipocresía del mundo, a poner a caer de un burro a todo lo que huela a español, tal y como ocurrió, una vez más, en el último evento deportivo,
Pero, eso sí, de renunciar a los beneficios económicos que les pueda reportar este estado ultra-represor, fascista y explotador llamado España, de eso ni hablamos, se quedan con las taquillas de los partidos, los derechos televisivos, con las subvenciones y con las financiaciones autonómicas, siempre y cuando no se las envolvamos en rojo y gualda o en un impreso con membrete de ancestrales escudos, y que no se nos ocurra enviarles ese impreso en castellano, vade retro.
A estos históricos, quienes, por cierto, tendrían que fusionarse y pasar a propugnar un nuevo estado, qué sé yo, Cataluskadi, o Euskataluña, que nadie se sienta discriminado, habría que recordarles que las identidades nacionales más particulares no están reñidas con el amparo de un país, que existen otras quince autonomías que nunca los despreciarían, y en las que nadie se rasga las vestiduras por ser español, y que, por último, con qué carita se habrían quedado si cualquiera de los españoles no fanáticos se hubiera puesto a abuchear “Els Segadors” o a partirse de risa en pleno “Alderdi Eguna”.
A ver si dejamos a un lado la hipocresía, corren tiempos de globalización y dárselas de ombliguismo parece más bien retrógrado, así que lo más sensato sería dejar de practicar esa ley del embudo. O si no, si de verdad hay quienes anhelan esa independencia a toda costa, que se gestionen solos, que con este pedazo de crisis, los millones que liberen nos vendrían muy bien a los rancios españolotes, y que se vayan a jugar sus ligas y copas particulares. Que yo sepa, quince comunidades autónomas son capaces de sobrevivir en España sin esa doble moral.
Pues sí. Ya lo cantaba Bunbury en su tema "El extranjero": "los nacionalismos, qué miedo me dan".
ResponderEliminarA mí me apetece de vez en cuando quemar una icurriña, pero es que como las cerillas están tan caras... No merece la pena la inversión
ResponderEliminarNAZI-onalismo... ya lo dice la palabra.
ResponderEliminarO mejor sería decir: NAZI-onanismo... por aquello de la autocomplacencia.
ResponderEliminarY tanto que dan miedo, Juan de Dios. Hombre, hermano, unos euritos para mixtos sí tendrás. Y a Patrick, hay que agradecerte la mejor definición de estos fanáticos que he oído en mucho tiempo. Abrazos para los tres.
ResponderEliminarOjo, también, con los nacionalismos nacionales. ¿Se dirá así?¿Se me entenderá?
ResponderEliminarSi desde una postura medianamente razonable se tiende a la unidad y el mundo va camino de la globalización, con pleno respeto la diversidad y a la idisosincracia propia de cada pueblo, la falta de transigencia hacia los distintos sólo demuestra posturas fanáticas, intransigentes y salvajes.
ResponderEliminarLa violencia nunca está justificada, nunca. Ninguna idea ni doctrina puede amparar actos salvajes.
Respeto y soy transigente, excepto con los intrasigentes y violentos. Los considero una lacra.
Muy buena entrada, Antonio, muy valiente y muy oportuna. De vez en cuando, conviene hablar bien clarito.
Un beso.
Peligrosísimos también, Thornton, porque siempre están ahí agazapados esperando, y lo que más me molesta es que sus miembros seguro que se frotarían las manos cada vez que se silba el himno, porque viven de esas bacterias
ResponderEliminarIsabel, yo tampoco puedo con la intransigencia, con el salvajismo y con los fanáticos, por eso traté de hilar un poco fino al hablar de este tema, pero sí, lo mejor a veces es hablar clarito. Besos
ResponderEliminarHola, Antonio, por fin vengo, me copio la uerrele y me la llevo para mi casa, a ver si te pongo de una vez ahí y no tengo que ir por los callejones para visitarte de vez en cuando.
ResponderEliminarDe paso, te digo que estoy un poco hasta los pelos de España, Cataluña y Euskadi como tema de conversacion, que no como tema de viajes, por ejemplo, o de literaturas, que todos las tenemos y buenas, ni de gente corriente que hace su vida y se preocupa más bien de politica local, o sea, de que no les jodan mucho la vida. También me gusta la música, culta o popular, venga de donde venga, y me parece, como me ha parecido siempre, que las fronteras, en todos sus sentidos, junto con las religiones, son la máquina de generar odios más potentes que se han inventado. Pues mucho habría que hablar de esto, pero es que, ya te digo, se genera demasiado discurso interesado detrás de cada frontera.
Tienes toda la razón del mundo, Fuensanta, a mí las fronteras me molestan si se notan, por eso me queman las faltas de respeto hacia otras culturas u otras regiones, ¡qué trabajo costará respetar a cada uno, y aprovecharse de lo bueno que hay en cada sitio! No creo que sea tan complicado. Un beso.
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