martes, 16 de junio de 2020

METRÓPOLIS - LIBRE ALBEDRÍO


LIBRE ALBEDRÍO

   - Es que yo quiero oler a lomo de ángel.
   - Pero alma de cántaro, N’gé, ¿cómo se te ocurre? Que tú no eres extranjero.
  - No lo tengo yo tan claro. Tiene que ayudarme, cabo Gutiérrez, usted es el cabo santo.
   - Sí, hombre, a buen árbol te vas tú a arrimar, a mí, que terminé liándome a tiros con el sol.
    - Usted es la autoridad.
   - Pero eso es más cosa de los poderes superiores, hijo mío. Yo ya no puedo enmendarle la plana a nadie.
   - Pues me cago yo en los poderes superiores, que para hacer estampas con las ovejas muy bien, pero en cuanto uno quiere realizarse, llegan los problemas.
   - No digas eso, tú sabes que estás muy bien considerado en el pueblo.
    - Claro, por lo folklórico de la minoría étnica, por eso no se ríen abiertamente de mí, pero ya me dirá, ni huelo a ángel, ni puedo escribir como Faulkner.
    - Calla, eso ni lo mientes, que te llevan al cuartelillo.
  - Pues eso, nada de lo importante, ni presentarme a alcalde, ni ser maestro, es que ni monaguillo.
    - Hombre, es que apuntas muy alto tú. ¿Y no te basta con esa amante que tienes? Sé de buena tinta que muchos te envidian por disfrutar de sus turgencias.
   - Eso, usted también con el racismo, que los negros sólo valemos para la coyunda por las dotaciones naturales, ¿no? Pue eso ofende, cabo, ofende como no se puede usted imaginar.
    - Perdona, N’gé, yo no sabía…
  - No, si aquí nadie sabe nada, porque a ninguno le conviene ponerse en mi lugar, pero yo quiero ser alguien per se, no por el color de mi piel.
    - Y eso es muy loable, hijo, muy loable.
   - Loable los cojones, si no me dejan ni practicar mi libre albedrío, encasillado que me tienen.
   - Oye, hablando del libre albedrío, ¿no has notado que estamos un poco solos?
    - Eso será por lo del virus.
    - ¿Qué virus?
    - Uno que dicen que ha llegado de China y que viene con los dientes afilados.
  - Venga ya, los chinos van a llegar hasta aquí. Qué disparate.
   - Lo que usted diga, pero el alcalde convocó a todo el mundo en la plaza para hacer eso que hacen ustedes de vez en cuando y que a mí tampoco me dejan.
    - ¿Pero cómo van a hacer flashback sin mí, hombre? Eso sería un sindiós.
   - Que decían que regresando al otoño ya se anulaban los efectos del virus.
  - ¿Y nos dejan aquí a nosotros, abandonados a nuestra suerte?
   - Pues ahora ya sabe lo que se siente, cabo.
  - Hay que ver lo que les está costando perdonarme, si fueron sólo cuatro tiros de nada.
  - Sí, y lo mío cuatro reivindicaciones y aquí estamos. Bienvenido a la minoría silenciosa.
    - Yo me voy a volver a cagar en el misterio, coño.




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