El oráculo de Vigata
En
medio de una inexplicable ola de paz, calma y falta de asesinatos, el comisario
Salvo Montalbano se ve convertido en un héroe mediático capaz de trepar hasta
un balcón sorteando múltiples disparos para neutralizar a dos ancianos que se
han liado a tiros con el vecindario. El resultado: una muñeca hinchable de
cuatro décadas de edad, una habitación llena de crucifijos de innumerables
tamaños, y la agridulce sensación, instalada en el estómago del comisario, de
que extrañas fuerzas han empezado a jugar con su destino.
Andrea
Camilleri le ha reservado a su vástago literario un desafío inquietante para
que, a sus cincuenta y tantos años ya, vea si todavía es capaz de descifrar
enigmas que aumentan la complejidad de su ya intrincada vida, con sus
discusiones con Livia, las inquietantes visitas de la siempre turbadora Ingrid,
los devaneos de Mimi Augello, e incluso las barbaridades del inefable
Catarella. Un misterioso rival, en el que acaso se reflejen influencias de los
‘serial-killers’ anglosajones, le va dejando a Montalbano una serie de pistas
con objeto de que entre a formar parte de un macabro juego, oculto tras el
inocente nombre de la búsqueda del tesoro.
El
ritmo narrativo de Camilleri no decae ni un ápice, los diálogos siguen
guardando la misma sorna zumbona de siempre, y el universo montalbaniano está
reflejado de manera incólume. ¿Qué hace a esta entrega diferente a las demás?
Tal vez el hecho de que el comisario sea más capaz que nunca de asumir sus
carencias, y también que al mismo tiempo empiece a cultivar un cierto desapego
a la hora de deshacerse de algunas obligaciones. En cualquier caso, el
resultado sigue siendo brillante, la acción envolvente, con sus dardos de
crítica social y su geografía humana propia del sur italiano, toda una mezcla
de la que el lector saldrá con la satisfacción habitual que provocan las
novelas de Camilleri.
La búsqueda del tesoro. Andrea Camilleri.
Salamandra. Barcelona
2013. 221 páginas. 14’50 euros.
(LA VERDAD, "ABABOL", 26/10/2013)