DOCE LUNAS
JUAN SOTO IVARS
AJEDREZ
PARA UN DETECTIVE NOVATO
1)
El protagonista de la novela pasa de la servidumbre
hacia un escritor consagrado a trabajar para un afamado detective, ¿es que
padece algún tipo de síndrome de admiración ciega hacia los genios?
Pues usted me ha pillado en un rasgo
autobiográfico del personaje del que yo no me había dado cuenta. Es así. Admiro
a los genios y admiro a mis maestros. Hago lo que hago gracias a que personas
que sabían más que yo me pusieron en la senda. Escribir, sin ir más lejos, fue
una idea de mi profesora de literatura, Pilar García Madrazo. Desde entonces he
intentado admirar mucho a las personas que saben, y más de una vez he salido
escaldado. Hay quien percibe la admiración como una amenaza.
2)
¿Qué figura narrativa le resultó más compleja de
crear, el melifluo escritor Vélez de Pucela o el dandy detective Marcos
Lapiedra?
La creación de los personajes tiene
una complejidad misteriosa para el escritor. Yo no soy amigo de decir que oigo
voces, más que nada por lo que puedan pensar las autoridades psiquiátricas.
Pero si le soy sincero es un poco así. En este sentido, Lapiedra era mucho más
hablador que Vélez de Pucela. Es un personaje mucho más complejo.
3)
Y resulta difícil sustraerse a la siguiente pregunta:
¿alguno de los dos tiene un referente real conocido?
Me imagino al gordo Vélez de Pucela
como un Balzac en decadencia y a Marcos Lapiedra como una mezcla entre Poirot,
Arturo Fernández y Julio Iglesias. Pero el lector tiene derecho a buscar sus
propios referentes.
4)
Ahora una doble: ¿por qué juega con la identidad del
protagonista, manteniéndolo en el anonimato durante casi toda la novela? ¿No
tiene un cierto aire a un “Lázaro del futuro”?
Posiblemente ésa sea una buena imagen,
pero si lo admito me llamarán vanidoso. La razón por la que el narrador
protagonista oculta su identidad es que es un hombre de mi tiempo y de mi edad.
Nuestra vida laboral es tan cambiante, tan insegura, que tenemos una pata menos
de la identidad. No podemos decir “soy alfarero” o “soy mecánico naval” porque
lo más posible es que cambiemos mil veces de trabajo. Eso le pasa a él. Y nos
oculta su identidad hasta el final porque su identidad importa tan poco como la
nuestra.
5)
Usted habla de una sociedad en un futuro cercano que
no sale muy bien parada, ¿cree que en la actualidad nos vamos acercando a una
distopía que puede terminar haciéndose real?
Yo retrato una España criminal, y
tengo la certeza de que somos un país sumamente honrado. Si nadie ha matado ya
a algún banquero o algún político en un arrebato, no creo que vaya a ocurrir.
Me parece que el futuro es precario, que la crisis ha terminado y que no habrá
ni crimen de sangre ni justicia ni venganza. Quizás la de mi novela es una
España paralela donde las cosas van siempre un paso más allá que aquí.
6)
¿Por qué emplea el humor y la parodia como elementos
principales a la hora de ejercer la crítica?
Cuando me pongo solemne con algún tema
social en mi columna de El Confidencial
siento que no he hecho bien lo que tengo que hacer. La parodia es una
deformación, y la deformación a veces es la forma más precisa de retratar.
Estoy pensando en el Hitler de Chaplin. ¿No le resulta mucho más real que el de
los documentales? Creo en la parodia como método para conseguir retratos
perfectos.
7)
Letras y crímenes, su personaje pasa de ser negro
literario a detective privado, ¿disfrutó mucho como narrador provocando
semejante cambio?
Disfruté
mucho escribiendo toda la novela, nunca me he divertido tanto. Se supone que la
tarea de escribir es dura y laboriosa y en este caso no lo fue. El cambio de
vida del personaje me parecía apasionante como narrador, me daba la oportunidad
de pensar cuánto de realidad estaría dispuesto a soportar alguien que vive
fundamentalmente de la ficción.
8)
Tres novelas, mucha juventud y el Premio Ateneo Joven
de Sevilla con una obra que habla de ciertos entresijos literarios, ¿qué
opinión le merece el mundillo de la literatura?
Pues veo que hay: mucho talento,
demasiados autores, infinita mediocridad, escasísimo dinero y lectores muy
desorientados. Trato de relacionarme lo menos posible con el mundillo literario
aunque tengo fama de lo contrario. Tragar con el mundillo literario es el pago
que hay que realizar para que tus novelas lleguen a las librerías.
9)
La línea narrativa y argumental de la novela es
compleja y muy exigente, ¿llegó a perder el norte en algún momento durante el
proceso de creación de la misma?
No, pero tuve miedo de hacer un texto
intrascendente, porque es el peligro de la sátira. Por fortuna, el tramo final
de la novela me dio la posibilidad de volver a la seriedad, de convertir ese
mundo loco y absurdo en algo amenazante y terrorífico para los personajes.
10)
¿A quién le debe Juan Soto Ivars su concepción de la
literatura, de qué influencias literarias se siente deudor?
Cada novela mía es muy distinta, así
que cada una tiene sus propios referentes. En el caso de Ajedrez para un detective novato, le debo mi éxito, o mi fracaso, a
Jardiel Poncela, Valle Inclán, Cervantes y Francisco Umbral.
11)
¿Cuáles son sus proyectos más inmediatos, en qué anda
trabajando ahora?
Mi actividad como columnista me
mantiene activas las células de escritor, y entre eso y varios trabajos más
cuento los días para que la próxima novela me haga dejar todo lo demás. Empecé
una. Estoy en esa parte de la escritura en la que tienes que demostrarte que
vale la pena dedicar todos tus esfuerzos a escribirla.
12)
¿Cómo convencería a un lector desconocido para que se
acerque a conocer las andanzas de este detective novato?
Le diría que lea los primeros
capítulos, que se pueden leer gratis, y que si tiene ganas de más corra a una
librería como alma que lleva el diablo.
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