ENCUENTRO
CON VEGA CEREZO
“No
puedo pasar un solo día sin leer un poema, o sin oler la poesía”
A una semana
de la llegada de la primavera, Vega Cerezo la hizo entrar antes de tiempo en
nuestro centro. El profesor Jesús Villalobos le dio la mejor de las bienvenidas
con una presentación de su obra que era en sí misma poesía, como si le hubiera
robado la luz a la estación que se avecina para regalársela a la autora
murciana, y en la que abordó unos cuantos temas presentes en los poemas de Yo soy un país. Además, contó con la
colaboración de los alumnos Pablo Simón al piano, y Paco Fernández y José Ángel
Pérez recitando.
La combinación
de la música y la palabra se adueñó de la mañana, y nos recordó hasta dónde
pueden llegar a emocionar los versos cuando son bien leídos, bien acompañados y
están bien sentidos. Poemas como La
ciudad de las casas azules, Isla Corazón, o Noche de bodas en Ciudad Fragilidad desataron una intensa emoción
en la propia Vega, emoción que fue a más cuando José Ángel Pérez la sorprendió con
una versión cantada de su poema Cruzando
el paraíso.
Sin dejar de
agradecer tales regalos, nos habló de la génesis de su obra, y de cómo la
lectura de Mario Benedetti la encaminó hacia la poesía, porque se reconocía en
los poemas del autor uruguayo, y tuvo la certeza de que aquellos versos
hablaban de ella, de cuestiones tan cercanas que le llevaron a compartir el
mismo camino creativo de la literatura. Igualmente, coincidía con el poeta
Billy Collins al señalar que la poesía es una coordenada vital, y que consiste
en individualizar y percibir el mundo de una manera peculiar, diferente a la
percepción que tenemos de él el resto de los días. Y es que todos estamos mucho
más cerca de la poesía de lo que creemos.
El hilo
conductor de Yo soy un país demuestra,
además, la veracidad de esa teoría de la percepción especial de la realidad,
porque para Vega todos somos luces y ocupamos una determinada casa, un cuerpo
que no podemos cambiar. Y como todos somos luz, a medida que vivimos nuestra
casa se deteriora, irá caminando hacia la ruina, pero la luz entretanto se irá
haciendo mucho más intensa. Alimentando dicha luz, encontramos en sus versos
amor, desamor, creación poética, y el temor, más que a la muerte, a no poder
encontrase, allá donde terminemos, con aquellos a quienes se quiere.
Tanto los
alumnos como los profesores presentes le lanzaron unas cuantas preguntas acerca
de quiénes inspiran sus versos, y ella nos leyó varios poemas a través de los
cuales pudimos conocer a Juan, Rocío e Iván, pero también la evolución que
experimentó, tras retirarse a vivir junto al mar (de ahí su admiración por el
azul de los paisajes naturales en los que encontrar la paz) y regresar de nuevo
a la ciudad. En definitiva, nos habló con sus versos de todos aquellos que la
reinventan cada día, estando a su alrededor, y que la enriquecen y le otorgan
ese aura primaveral que destila.
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