martes, 2 de septiembre de 2014

LA RUBIA DE OJOS NEGROS - BENJAMIN BLACK

Salud, Marlowe

          Que los herederos de Raymond Chandler le pidieran a John Banville/Benjamin Black una novela protagonizada por Philip Marlowe dice mucho de la confianza que les inspiraría el autor irlandés, porque devolver la vida a uno de los mitos del género negro era un riesgo de magnitudes considerables. Claro que cuando el lector abre después esta novela, al suspiro de alivio le sigue la inmensa satisfacción de comprobar cómo el inefable y tortuoso Marlowe ha regresado como si le hubiéramos visto actuar el mes anterior, y la duda de si el propio Black no tendrá serios contactos con el más allá, línea directa y privada con el mismísimo Chandler.

          Benjamin Black no ha reparado en gastos, la primera persona es impecable, la ciudad está retratada con la misma mirada ácida y crítica de siempre, aliñada con los recuerdos de Marlowe, a lo que se puede sumar también más de un guiño que nos devuelve a algunos personajes de casos anteriores. Y si hemos de hablar de los diálogos, hay que descubrirse, porque sólo quien haya mamado los diálogos chandlerianos y atesore la valentía de Black podría ser capaz de reproducir el tono, el sarcasmo y los dobles sentidos que siempre los han caracterizado.

          Pero hay más, por supuesto, hay una rubia fatal que contrata al detective, hay un amante desaparecido al que hay que encontrar, hay contactos entre la policía, palizas descomunales, barmans cómplices y silenciosos, clubes de alto rango social, aristócratas caducas, alguna estrella del cine en ciernes, coches, calor, lluvia torrencial, casas a las que hay que entrar sin ser invitado, besos, algo de ternura, desconfianzas, matones, alguna mujer inocente. Es decir, que nadie podrá echar en falta nada propio del género, pero tampoco podrá decir que se ha limitado a leer sólo una buena copia de Chandler.

          Porque sería injusto cifrar el mérito de Benjamin Black únicamente en la imitación, el homenaje es evidente, y el ambiente, y el tono, pero el alma es algo que ha puesto él, y nadie puede discutírselo. Poco importa que salte de su Irlanda habitual a Los Ángeles, sus méritos siguen intactos, y aunque él logre que parezca algo sencillo, sin duda no es fácil mantener el nivel narrativo, la dosificación argumental y la capacidad suficiente para hacer que la narración vaya fluyendo de manera suave, por los cauces adecuados, pero sin renunciar a alguna sorpresa que otra. Una novela que a los fieles nos ha hecho sonreír de buena nostalgia, porque era como si Marlowe acabase de entrar de nuevo por el salón de nuestra casa.

La rubia de ojos negros. Benjamin Black.
Alfaguara. Madrid 2014. 334 páginas. 19’50 euros.

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