lunes, 27 de marzo de 2023

LAZOS DE TINTA - ROSA HUERTAS

 

UNA NOVELA DE HERMANDADES

 

El papel de la mujer en la literatura del romanticismo, el deseo de una joven de descubrir el mundo a través de la lectura y la escritura, la complicidad del amor y el sacrificio, Madrid, Extremadura, Cuba, secretos y férreas voluntades…, de todo ello se ha rodeado Rosa Huertas en la que quizá sea su novela más lograda hasta el momento.

 

Dos de las virtudes que caracterizan a la escritura de Rosa Huertas son la preocupación por la literatura, su historia, su recuerdo y su difusión, y la predilección por los personajes fronterizos, aquellos que de manera inevitable se ven enfrentados a una disyuntiva de la que dependerá el resto de sus vidas.

 Con ambas virtudes, la autora madrileña lleva ya unos cuantos años regalándonos novelas juveniles en las que siempre entremezcla esos valores a la perfección, y así la hemos visto difundir la vida y obra de Miguel Hernández (Mala luna), Lope de Vega (Tuerto, maldito y enamorado), Galdós (La hija del escritor) o Machado (Cartas a Leonor), pero también artistas alejados de la pluma como El Greco (Theotocópuli. Bajo la sombra del Greco), e incluso otros personajes que, sin vinculación artística, tocaban muy de cerca su fibra personal.

 

Amor por la literatura

 Sólo quien ama la literatura puede moverse alrededor de sus entretelas con semejante autoridad, con una soltura que se contagia a los lectores, ya sean principiantes o de lo más consagrados. Precisamente con esa trayectoria juvenil ha logrado en muchas ocasiones difuminar esas fronteras temporales, dinamitar las barricadas de la edad y dejarnos sólo frente a buenas obras, fueran cuales fuesen sus etiquetas.

 Aun así, es notorio reseñar que estos lazos de tinta han supuesto su primera incursión en lo que podríamos denominar literatura no juvenil, algo que muchos lectores llevábamos tiempo demandándole y que ella iba posponiendo, por respeto, hasta estar segura de que el salto de una franja a otra sería el adecuado. Unas prevenciones que han quedado superadas en cuanto uno se pone a la faena de conocer la vida de Manuela, un personaje fronterizo, como no podía ser de otra forma, que nace en un mundo que no le corresponde (quiere leer y escribir aun siendo hija de lavandera), y hasta en una época que se le queda muy pequeña (una mujer del siglo XIX ávida de conocimientos).

 

Homenaje a la mujer

   Esa delicia de personaje, al que le esperan algunas sorpresas más que el lector deberá ir descubriendo a lo largo de una trama muy dinámica, recibe además el don de la voz narrativa, que su autora le concede para que nos vaya relatando su existencia, llena de peligros, amenazas y secretos, como corresponde a un buen personaje decimonónico. La alternancia entre la primera persona de la narradora protagonista y testigo se enriquecerá también con la segunda persona, puesto que Manuela se dirige, de modo casi epistolar, a otro personaje de vital importancia en su vida, en un complejo alarde de técnica literaria del que Rosa Huertas sale más que triunfante.

 Hasta ahí los valores protagónicos, pero si hablábamos antes de amor por la literatura, queda el homenaje que la autora rinde en esta ocasión a un grupo de mujeres tan valientes como a menudo clandestinas, las que se atrevían, contra viento y marea, a escribir en la España del romanticismo, la del rancio siglo diecinueve, encabezadas por dos figuras señeras como fueron Gertrudis Gómez de Avellaneda y Carolina Coronado. Esa hermandad acoge en su seno a una Manuela a quien el patriarcado más salvaje está varias veces a punto de llevarse por delante, y cifra en ella el proyecto de la nueva mujer española, la que habría de intentar cambiar nuestra sociedad por vez primera.

 Como luchadoras que fueron, y a pesar de los éxitos literarios de algunas de ellas, estaban más bien solas –tal y como comprobó la propia Tula cuando se postuló en vano para entrar a formar parte de la Real Academia-, pero Rosa Huertas, a través de Manuela, les da voz y nos muestra la férrea voluntad con la que fueron superando escollos, el ingenio y la determinación, y sobre todo el valor, porque esta es una novela de valentías, de desafíos y decisiones fuertes, en la que su autora se torna una más de aquellas hermanas tan injustamente tratadas, como tantas otras, por la historia de nuestra literatura.

 

Doble viaje

 La inserción en la sociedad, la supervivencia en un mundo de hombres o la solidaridad femenina están retratadas en la novela con gran acierto, al igual que los escenarios, empezando por el Madrid más fiel, mostrando una vez más el amor que Rosa Huertas siente por su ciudad, y siguiendo por una Extremadura en la que los contrastes resultan brutales, para terminar con un salto oceánico tras el que La Habana surge como una tierra de promisión, un Eldorado en el que Manuela y su familia puedan encontrar la paz, donde ese proyecto de la nueva mujer cuaje de manera definitiva.

 Ese viaje, tanto el geográfico como el interior, está narrado de forma muy cuidada, con unos capítulos medidos que otorgan a la novela un ritmo ágil, una invitación para seguir leyendo, que Rosa Huertas lleva hasta el extremo de tatar con mimo tanto el lenguaje como la voz que le corresponde a cada momento, ya se hable de literatura, de lo sociológico, o incluso de algún que otro peligro criminal, y es que la sombra del infausto padre de Manuela es muy alargada.

 Un estreno de lo más acertado, demostrando que la experiencia que atesora la autora madrileña le capacita de manera sobrada para continuar en el camino de la novela sin etiquetas cronológicas. Esperemos que dicho camino sea tan fructífero como el que ha recorrido hasta ahora en la literatura juvenil.

 

‘LAZOS DE TINTA’. ROSA HUERTAS

Género: Novela. Ediciones B. 384 páginas.


https://www.laverdad.es/ababol/libros/novela-hermandades-20230325091025-nt.html?fbclid=IwAR1ey7gBUZqdYm8vrGqvxG2Uu16zWweWoPjnV8JpdqlUD8X5Ey46TYfd0MU&ref=https%3A%2F%2Fl.facebook.com%2F

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