PRETTY WOMAN
Julia Roberts tenía una norma de oro: jamás besaba en la boca a sus clientes, y si hacía la calle en Los Ángeles era para poder pagarse después estudios universitarios en San Francisco, vamos, que a pesar de todo tenía su ética. Carlos Monsell, gerente de Pachá Valencia, no es Richard Gere y tiene mucha menos ética pero más cerebro, tanto que ha organizado el sorteo de una mamoplastia con la entrada de la fiesta que celebrará a primeros de diciembre. Así que por veinte euros, además de unas copas, alguna agraciada saldrá de la discoteca con un par de… cientos de gramos pectorales de más, ahí es nada; eso sí, la afortunada no puede superar los treinta y cinco años (absténgase las cuarentonas) ni tampoco haber sido operada ya antes, que tampoco es cuestión de abusar.
Hay que reconocer que el tipo tiene iniciativa, que eso de dejar entrar a cualquier adefesio en la disco merma la publicidad y el glamour, y el caso es que, paritario él, ha prometido ya una segunda rifa, esta vez masculina, en la que el premio será un implante labial o una sesión depilatoria. No sé cómo la ínclita ministra Bibiana Ida, perdón, Aído, no ha protestado aún por tamaña desigualdad, a ver por qué se nos denigra a los hombres y no pueden regalarnos un alargamiento de miembro (¿o era miembra?, con el género de ciertas partes pudendas nunca se sabe), digo yo que también tenemos derecho.
Eso sí, los organizadores han garantizado que la intervención la llevará a cabo un equipo quirúrgico de máximas garantías, espero que no sea el mismo equipo de recursos humanos que selecciona a los porteros de discoteca entre lo mejor de cada gimnasio, o lo más granadito de los mercenarios chechenos o albano-kosovares, los mismos que te descerrajan siete puñaladas por un quítame allá esos calcetines blancos.
Antes de que nadie se rasgue las vestiduras por este “homenaje a la mujer”, que así reza el cartel que anuncia la fiesta, hay que mirar bien en el mercado social. Dicen que en Argentina, donde hay antecedentes de semejantes eventos, las señoritas ya no quieren una fiesta de puesta de largo, sino unas buenas raciones de silicona, y parece ser que, según argumenta el angelito Monsell, aquí son muchas las parejas que acuden al banco en busca de una buena “hipoteta” con la que sufragar el aumento de pecho. Como el euribor siga subiendo, habrá que ver qué heredero se hace cargo de seguir pagando cada “lola”.
Menuda fauna se mueve por la noche discotequera, hemos pasado de sortear viajes o motos a regalar carnaza, de jóvenes que soñaban con una beca Erasmus a futuras portadas de rancio cuché que buscarán el triunfo esgrimiendo sus buenas razones. Y el caso es que no pasará nada, a quienes se opongan les llamarán retrógrados, para que luego nos extrañemos de ser motivo de risa y francachela en medio mundo, será que, como siempre, pecamos de ver antes la paja en el ojo ajeno que la teta en el propio.
buen post, y qué fuerte, aveces pienso que soy de otra época
ResponderEliminarSí, ciertamente estamos apañaos. El día menos pensado sortean las obras completas de Shakespeare. No sé dónde vamos a llegar.
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