Ojos sedientos
Tan solo un escritor de mirada ávida podría atreverse a narrar cruentos episodios de
El joven Marcial, humilde pastor de Barreiro, es el elegido por los espectros de los once fusilados del pueblo para que se convierta en su mensajero, y les ayude así a seguir luchando por una República cada vez más cerca de la extinción y la derrota. Nadie más que él puede verlos salir de esa fosa atropellada y furtiva que cavaron los futuros vencedores, y cuya huella en al tierra se asemeja a la de América del Sur. En manos de otro narrador, ni la situación resultaría creíble ni tampoco daría paso a una acerada crítica social de
Además de esta crítica social ya mencionada, del trazo sutil de personajes que pulularon por todo el país (maestro fusilado, cura fanático, falangista rijoso), no podía faltar en la novela una mujer espectacular y magnética, Elisa Febrero, con la que Marcial se empeña a toda costa en estrenar su masculinidad y huir después a América. Añádase a todo ello una buena sarta de historias tangenciales, mejor dicho, complementarias, atesoradas por ese afán que tiene el autor por recopilar vivencias y conversaciones ajenas, y estaremos ante una novela ágil e intrahistórica, de esas que nadie quiere que alcancen su punto final.
Editorial: Temas de Hoy. Madrid, 2011. 221 páginas.