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martes, 31 de diciembre de 2019

MATAD AL JARDINERO - JUAN DE DIOS GARCÍA


ANTOLOGÍA

            Aprender a ser poeta implica saber usar siempre la palabra justa, el verbo certero, el que captura un sentimiento, o una imagen, y lo fija como si fuera un crisol indeleble y congelado. Juan de Dios García lo sabe y lo practica, y por eso en México le dedican este volumen, esta antología de sus poemas, los mismos que nos han ido impresionando durante años, ya fuera llorando por la muerte de Bowie, recordando un amor o un verano perdidos, o acompañando a su padre mientras el Cádiz descendía y la vida se tomaba una venganza cruel – a mi modo de ver, Football is over es uno de sus mejores poemas -. No hay normas, no hay sombras, hay autenticidad en cada poema, y lecturas, y trabajo, sobre todo mucho trabajo y un desmedido amor por la poesía como amante, como vínculo que se agazapa en los carteles de autores y lectores, en las almas de quienes queremos seguir disfrutando de las palabras y el alma de un gran poeta, capaz de alumbrar las palabras siguientes:

CARTELES

Prohibido guardar deseos en el bolsillo.
Prohibido clavar mariposas en el corcho.
Se permite tararear en clase, en la oficina, en la iglesia.
Se permite patalear cuando no guste la función.
Prohibido contar estrellas mirando al techo de tu casa.
Prohibido hacer caso a los que lean las líneas de la mano.
Se permite cambiar los sentimientos a diario.
Se permite desear, acariciar, desaparecer.

‘MATAD AL JARDINERO’
Autor: Juan de Dios García. Género: Poesía.
Editorial: Instituto Sinaloense de Cultura. 2017.
62 páginas.

lunes, 30 de diciembre de 2019

LA DANZA DE LOS TULIPANES . IBON MARTÍN

LA DANZA DE LOS TULIPANES de Ibon Martín por Antonio Parra


Título
La danza de los tulipanes
Datos publicación
Plaza y Janés. Barcelona 2019. 493 págs.

Datos del autor

Ibon Martín (Donostia, 1976) es un autor asiduo a la literatura de viajes, especialmente en lo referente al paisaje y la geografía vasca, que ha recorrido durante años para reflejar después en diferentes guías. El nacimiento de su primera novela, El valle sin nombre, se produjo de manera natural como modo de mantener ese cordón umbilical con sus raíces. Tras ella llegó la serie de cuatro libros inspirados por el thriller nórdico «Los crímenes del faro», compuesta por las novelas El faro del silencio, La fábrica de las sombras, El último akelarre y La jaula de sal, que se convirtieron en un éxito rotundo. El paisaje continúa siendo uno de los protagonistas indiscutibles en su último trabajo, La danza de los tulipanes.

Sinopsis de la obra

Natalia, conocida periodista en Gernika, es arrollada por el tren que cubre la línea de Urdaibai. El conductor de la máquina es su marido. El comisario de la localidad, su amante. La víctima ha sido fijada a la vía con un delicado tulipán entre sus manos. La flor, de un intenso y brillante rojo, es tan hermosa como imposible de encontrar de forma natural en el mes de noviembre. La escena, cuidadosamente preparada, ha sido retransmitida en directo a través de su Facebook. La Unidad Especial de Homicidios de Impacto, con Ane Cestero al frente, tendrá que dar caza a un asesino complejo e inteligente, capaz de rivalizar con los ritmos de la naturaleza que desde siempre han gobernado en Urdaibai.

Reseña
Para paladares negros

La ertzaina Ana Cestero se va a ver al frente de la UEHI, Unidad Especial de Homicidios de Impacto, un reducido grupo de investigadores que, como su nombre indica, tiene tantos tintes de urgencia como de provisionalidad. Y es que una locutora radiofónica de Gernika ha sido dispuesta en una silla, sobre las vías del tren, para que su propio marido maquinista la haya arrollado sin remisión, y además sosteniendo entre sus manos un rojo y peculiar tulipán.
Ibon Martín arranca así de contundente, y lo hace con la intención, firme e inconmovible, de no permitirnos respirar durante el resto de la novela, porque la locutora no va a ser la única víctima, porque hay mujeres que van encontrando la muerte a manos de un asesino en serie que pondrá la pequeña población vasca patas arriba, y que exigirá a la unidad investigadora dar lo mejor de sí misma.
Con todos los aires canónicos del thriller más actual, el autor donostiarra se divierte trazando los hilos entre los que hemos de movernos los lectores, con capítulos medidos y de ritmo rápido pero no tan vertiginoso como para que nos perdamos un solo paso de la trama.
Y en cuanto a los miembros de la unidad policial, nada de profesionales de regreso del abismo, sino almas reales, con sus problemas y satisfacciones a cuestas, como cualquier ser humano, aunque el autor se guarde alguna que otra sorpresa con la que sazonar el argumento en el momento más adecuado.
Todo ello, además, con una espectacular ambientación y dando entrada también a los recuerdos de un asesino que ha regresado de las sombras del pasado con la voluntad de acabar con aquellos que él considera responsables de sus desgracias. Una danza de lo más estimulante para lectores con un buen paladar negro.

lunes, 23 de diciembre de 2019

EL ÚLTIMO CASO - FRANCISCO MARÍN (2)


(LA VERDAD, ABABOL, 21/12/2019)

ENTREVISTA A JULIO CÉSAR CANO

Entrevista a Julio César Cano, Flores Muertas

Con motivo de la aparición de Flores muertas, la cuarta entrega de la serie del inspector Monfort, hemos charlado con su autor, Julio César Cano, un hombre sosegado que nos da las pautas de su concepción de la literatura y satisface algunas curiosidades más sobre su personaje de cabecera.

– Flores muertas es la cuarta entrega de la serie del inspector Monfort, todas transcurren en Castellón, ¿qué le ha atraído de esa ciudad para convertirla en escenario de sus novelas?
La necesidad personal y el reto que suponía ambientar una novela policíaca en una provincia poco conocida fueron los primeros impulsos. El lugar en el que vivo actualmente me pareció idóneo para contar una historia desde el punto de vista tanto del personaje principal (el inspector Monfort) como de mí mismo, de alguien que vino de fuera y que tiene una capacidad distinta para narrar lo que ve en el día a día.
Escribí Asesinato en la plaza de farola, la primera novela de la serie, sin intención de que tuviera continuidad, pero los lectores tienen la última palabra y por eso sigo con ello.

– Castellón es una ciudad pequeña, ¿qué opina del boom del rural noir que últimamente se está viviendo en el género?
El mundo rural es ideal para situar tramas de este género. Miguel Delibes con Los Santos Inocentes me marcó el camino a seguir. Las montañas, los bosques, el campo, la niebla, la lluvia, el frío y el viento, pero también la costa desierta en invierno o las gentes de los pueblos con sus rencillas y envidias entre vecinos y familiares.
Es completamente normal, y me alegra, que exista un boom del rural noir. Siempre ha estado ahí, no es ninguna novedad, pero me satisface que ahora se ponga más en valor si cabe. Soy un asiduo lector de esta parcela del género.
– ¿Ha cambiado mucho Monfort en estas cuatro novelas? ¿Y Julio César Cano ha cambiado también?
Cuando di vida a Monfort ya había cruzado la hipotética barrera de la cincuentena. De haber sabido que los lectores acogerían con tanto entusiasmo las novelas lo hubiera creado más joven.
Monfort ha cambiado, por supuesto, como los demás personajes de las novelas. Queda poco de aquel policía visceral y descarnado, con poco apego a la vida, sin apenas amistades, que esgrimía la bandera de la soledad como forma de vida. Ahora piensa antes de actuar y nos lo cuenta, se ha hecho mayor, es inevitable. Es importantísimo que los personajes crezcan con el tiempo, que evolucionen, que el lector experimente con cada libro los cambios habituales en sus vidas. Y, por supuesto, yo también he cambiado, espero que para bien. Los personajes están vivos, y seguramente mañana ya no pensarán igual como lo harían hoy.

– En esta novela encontramos muy presente el mundo musical, ¿se ha roto ya el mito aquel de sexo, drogas y rock and roll? Teniendo en cuenta su pasado, ¿ha supuesto por su parte algún ajuste de cuentas?
El mito del sexo, las drogas y el rock and roll siempre está presente en nuestra existencia estemos ligados al mundo de la música o no. Actualmente los artistas se han convertido en empresarios que deben afrontar con seriedad su trabajo. En otras épocas no muy lejanas el rock and roll era una forma de vida, y muchos la llevaron hasta las últimas consecuencias. El resultado fue que a unos les fue mejor que a otros en su caminar por ese filo de la navaja.
Me gusta lo que dices del «ajuste de cuentas». Es la primera entrevista en la que alguien da totalmente en el clavo. Sí, en efecto, la parte musical de Flores muertas bien podría ser un ajuste de cuentas. Yo viví en primera persona la época fantástica en que se ganaba mucho dinero con la música, la época en la que las compañías discográficas ocupaban varias plantas en edificios relevantes del Paseo de la Castellana de Madrid. Luego, todo eso se fue al garete por culpa de las descargas ilegales, por la piratería, por la prohibición de organizar conciertos en salas pequeñas, por la crisis que dilapidó los presupuestos de los ayuntamientos para contratar grupos para las fiestas patronales. Y con todo eso, cientos de artistas, cientos de grupos que hasta ese momento vivían de los conciertos, tuvieron que colgar sus instrumentos y dedicarse a otras cosas.

– También se habla de la creación artística y de las sombras de un pasado oscuro, ¿son buenas alternativas narrativas?
Pese a que parte de mi vida la dediqué a la música, no había escrito nunca sobre este tema en una obra de ficción. Me apetecía dado que conozco bien el tema. Los argumentos de la narrativa literaria policial o negra ya están inventados por los grandes autores desde hace mucho tiempo. Creí que indagar en el pasado oscuro de unos artistas podía ser una variante distinta a lo escrito hasta ahora. Me apetecía explorar otros campos menos conocidos por el público lector.

– A Monfort le acompaña un puñado de personajes que ya conocemos, e incluso alguno nuevo; como autor, ¿siente debilidad por alguno de ellos?
Siento verdadera debilidad por todos los personajes que acompañan a Monfort. Quizá uno de mis preferidos desde el primer día es la ahora subinspectora Silvia Redó. Creo que es el contrapunto de Monfort, una de las pocas personas vivas que logra llevarle la contraria. Pero también me encantan otros personajes como el forense Pablo Morata o el recién llegado Robert Calleja o la jueza Elvira Figueroa, sin desmerecer con ello a los habituales como el comisario Romerales o los agentes Terreros y García y, sobre todo, la entrañable abuela Irene.

– Como es lógico tratándose de un inspector de policía, en sus novelas hay mucho procedimiento policial, ¿ha conseguido familiarizarse con esos aspectos policiales, tiene quien le asesore bien?
Me enganché al género con las novelas de Arthur Conan Doyle o de Agatha Christie cuando era un chaval, también con las películas de Alfred Hitchcock. De ellos aprendí que el público necesita conocer, pero que no siempre exige que seamos grandes entendidos en la materia. Hay escritores que se atreven a dar clases magistrales sobre la psicología de un asesino. Hay que estudiar mucho y dedicar parte de una vida para ello. No basta con escribir novelas de género negro. No tengo claro todavía que el lector busque siempre la realidad absoluta, prueba de ello son las series que se nos ofrecen a diario en las plataformas digitales o en la televisión, cuya veracidad no siempre es la más acertada. Por suerte son numerosos los amigos lectores de Monfort que forman parte de los cuerpos de seguridad del estado. Podría abusar un poco más de su ofrecimiento y así las cosas quizá fueran más exactas.

– A la hora de armar sus tramas, valore estos conceptos en orden de importancia: caso, personaje, crimen, asesino.
En lo que a mis libros corresponde, sin «caso» no hay trama y sin «personajes» no hay quien conduzca la historia. El «crimen» forma parte esencial del caso y el «asesino» siempre es un personaje más que en ocasiones se convierte en el protagonista.

– ¿Quedan argumentos por explotar en la novela negra o la realidad nos ha superado definitivamente?
La realidad siempre nos supera. Nos superó en el pasado, nos supera en el día a día, y lo seguirá haciendo en el futuro. Muchas veces, cuando escucho las noticias, creo que aquello que escribo se queda siempre muy corto.

– ¿A quién le debe cosas Julio César Cano, literariamente hablando?
A los que viven conmigo y soportan el cambiante humor del yo escritor. A los lectores que con su fiel apoyo esperan la nueva novela. A los editores que tuve en el pasado y que encendieron la llama de lo que soy hoy. A mis editoras actuales, que me brindan su apoyo en todo momento. A los que organizan festivales literarios y otro tipo de eventos relacionados con el libro, porque ponen sobre la mesa nuestros nombres. A los libreros, porque sin ellos nuestros libros no tendrían visibilidad. A los amigos escritores, por los ratos compartidos. Y a José Antonio Labordeta, que vino a casa, comió pan y chorizo, bebió vino tinto, y me dio una palmada en la espalda y cuatro consejos.

– Premio QUBO, Letras del Mediterráneo, Premio Pasión… ¿le da qué pensar el hecho de que le hayan concedido tantos premios?
Los premios son alegrías que proporcionan el ánimo necesario que a veces hace falta para seguir adelante. El mejor premio, no obstante, es saber que hay lectores que esperan con ganas el nuevo trabajo que está por llegar.

– ¿Y cómo cree que el lector percibe a Monfort y a sus historias?
Monfort y los suyos se han hecho un espacio en las estanterías de muchos lectores. No sé cómo percibe cada lector a un personaje como él. Espero que les caiga bien en ocasiones, mal en otras, que sufran con él, que se alegren de sus progresos, que le reprochen las recaídas emocionales también. Pero me gustaría que los lectores tuvieran un buen concepto, porque él sí lo tiene de todos los lectores. Es un buen tipo, con un corazón enorme.

– ¿Alguna vez se ha arrepentido de elegir alguna trama, o de lo contrario, de haber desechado alguna dejándola en el cajón?
En alguna ocasión, a media novela por escribir, he tenido la tentación de borrar lo escrito. Por suerte no soy impulsivo en esos momentos y no destruyo lo escrito. Tiendo a recomponer, a reconducir, a que repose lo escrito, nunca a destruir.

– Recientemente una librería de Castellón ha puesto en venta sus primeras obras, ¿eso le asusta o le satisface?
Por supuesto que me satisface. Tengo en muy buen concepto a mis novelas anteriores a Monfort. Está claro que si pudiera recompondría muchas cosas de esas novelas, pero eso me pasa con todas. No me asusta, me encanta que los libreros pongan en alza aquello que escribí tiempo atrás y de lo que personalmente me siento orgulloso.

– ¿Qué tiene ahora entre manos?
La quinta novela protagonizada por Monfort. En estos momentos estoy inmerso en el universo del inspector, justo en ese momento en el que dudo de todo, escribo, borro, vuelvo a escribir, guardo, leo, duermo poco y trato de no volverme loco. Creo que sabes a qué me refiero.

– Esta sección lleva un título emblemático y eso casi nos obliga a cerrar la entrevista con una pregunta también emblemática: ¿de qué material están forjados los sueños de Julio César Cano?
Mis sueños son sencillos. Son sueños de paz y de armonía, de amor y de sinceridad. De trabajo y solidaridad. También sueño con tener más tiempo. Tiempo para leer, tiempo para escribir. Tiempo para soñar también. ¡Muchísimas gracias! Ha sido un placer contestar a tus estupendas preguntas.

Entrevista realizada por Antonio Parra Sanz

martes, 17 de diciembre de 2019

QUIÉN PILLÓ AL BOBO FEROZ - SERGIO VERA

Análisis de la novela de Sergio Vera, Quién pilló al Bobo Feroz

Título: Quién pilló al Bobo Feroz
Autor: Sergio Vera
Editorial: Libros que no muerden
Páginas: 150
Año: 2019
Autor

SERGIO VERA, nacido en Cuenca en 1986, ha completado los estudios de Magisterio de Lenguas Extranjeras y Psicopedagogía en la Universidad de Castilla- La Mancha (UCLM), consiguiendo en ambas ocasiones el Premio Extraordinario de la UCLM y el Premio Nacional de la ONCE. Doctor en Comprensión Lectora por la UCLM, desde 2018 ejerce como orientador educativo, cuyo centro actual es el IES Pedro Mercedes.
Fundó en 2010 Las Casas Ahorcadas, elegido mejor club de lectura de Castilla-La Mancha en 2016 y desde 2013 organiza el festival de novela criminal del mismo nombre. En estos momentos, compagina su labor docente con la literatura, ya que está desarrollando el proyecto educativo ‘Con sangre entra’, en el que pretende emplear el género negro para animar a la lectura a alumnos de Educación Primaria y Secundaria.

Sinopsis de la obra
¿Quién se traga eso de que los cabritillos salieran vivitos y coleando de la tripa del lobo? ¿Y que Caperucita no le viera las orejas a primera vista? ¿Y si todo lo que sabes de los cuentos que conoces no fuese más que eso, puro cuento? Porque en Cuentown, la pequeña ciudad donde conviven los personajes de los clásicos de la literatura infantil, mucha gente vive del cuento. Y si no, que se lo digan al pobre Quentin Pulp, un lobo tierno y vacilón que se muere de hambre como narrador por negarse a publicar historias con moraleja y final feliz. Pero cuando un día los matones de su casero, los tres cerditos, echen su puerta abajo para saldar deudas, nuestro simpático protagonista no tendrá más remedio que convertirse en las dos cosas que más había odiado una vez: un cuentista y un lobo feroz. Una original y gamberra novela negra llena de guiños y juegos de palabras que hará que mayores y medianos se lo pasen como enanos.
Reseña
Sembrad, sembrad, malditos.
Eso diría cualquiera de los clásicos de la novela negra si hubiera tenido la fortuna de leer esta delicia que se acaba de sacar de la manga Sergio Vera, maestro, psicopedagogo y apasionado “negrote” (como diría Charo González, la seguidora más importante de los festivales negros), responsable del certamen conquense Las casas ahorcadas. Toda esa pasión la ha trasladado Sergio a este texto, en el que un lobo, cansado de ser feroz en el injusto y supuestamente idílico entorno de Cuentown, se declara en rebeldía y se niega a escribir finales felices.
Algún malpensado podrá argumentar que, claro, tomando los cuentos clásicos es muy fácil hacer revisitaciones y versiones, ojalá el soplido lobuno le tire la casa, porque lo que ha hecho Sergio va mucho más allá, construye con esos personajes una novela negra para jóvenes, en la que nuestro lobo (Quentin Pulp, atentos a la onomástica) tiene deudas y es perseguido por tres cerdos ávidos de cobrar, una novela en la que este especialista en cuentos tiene que ver cómo un tal Calleja le roba los argumentos, y en la que los personajes más reconocibles de la cuentística, abuelas, niñas y muñecos de madera incluidos, aparecen y desaparecen de manera esporádica y escurridiza.
¿Y entonces por qué? Pues primero por diversión, por mero disfrute literario y genérico, pero también para ir sembrando en los más jóvenes el veneno del género negro, al tiempo que el humor y la capacidad de reírnos hasta de nuestros mitos infantiles (ahí están Heidi y Pedro, que el lector se prepare y luego juzgue). Y también, cómo no, para rendir homenaje a autores negros, a películas y cineastas, incluso a compañeros literarios de la actualidad.
Quien dude de que la literatura pueda divertir a los más jóvenes sin tratarlos como a lerdos, que se acerque a esta obra, ellos, los jóvenes, la van a disfrutar, pero los adultos nos lo vamos a pasar todavía mejor.

domingo, 15 de diciembre de 2019

miércoles, 11 de diciembre de 2019

EL ÚLTIMO CASO - FRANCISCO MARÍN

EL ÚLTIMO CASO de Francisco Marín por Antonio Parra

Título
El último caso

Datos publicación
Círculo Rojo. Almería 2019. 307 págs.

Datos del autor

            Francisco Marín González nació en Castro-Urdiales (Cantabria), en 1962. Es licenciado en Derecho y funcionario de la Administración de Justicia desde 1992. En la actualidad vive en la isla de Ibiza. En 2016 publicó su primera novela, El caso Demichellis, que se convirtió en un éxito de ventas en Amazon, con más de 25.000 lectores. El último caso es su segunda novela.

Sinopsis de la obra
            Irina es una bella joven de turbio pasado casada con Miguel Tur, un rico empresario ibicenco. La desaparición de Irina y el inesperado desenlace de su secuestro harán que Ballesteros, el prestigioso abogado, y Álex Zarco, el extravagante detective, colaboren de nuevo para tratar de esclarecer lo sucedido. En esta ocasión se adentrarán en el mundo de la prostitución y de la jet set en Ibiza, en una peligrosa investigación en la que Zarco tendrá que emplear todas sus facultades deductivas para resolver el enigma. Una novela policiaca de corte clásico que sigue las huellas de los grandes maestros del suspense.
 
Reseña
Ballesteros y Zarco
            Ha llegado Francisco Marín a un considerable punto de madurez en esta novela, segunda incursión en el género, que viene a confirmar lo que ya comenzara a mostrar en El caso Demichellis, uno de esos casos de estrenos en los que la acogida del lector superó con mucho las expectativas creadas. Y no debería extrañarnos que en este caso ocurra algo parecido, porque las andanzas del abogado Raúl Ballesteros y del detective privado Álex Zarco van a deleitarnos de nuevo, regalándonos sus pasos por una Ibiza actual, en la que hay tiempo para la crítica social, y también para profundizar en temas tan delicados como el odio y las envidias familiares, e incluso en la trata y el mercado de la prostitución.
            El secuestro de la joven y rusa esposa de un adinerado ibicenco es la espoleta que provoca el arranque de una trama que poco a poco se nos irá enrevesando, haciéndose más compleja, incorporando a otras oscuras figuras y dando incluso entrada a alguna que otra muerte. El amor y el odio, como ya se ha dicho, se irán enredando en una trama con el sexo y nuevas aventuras de por medio, deseos de encontrar una nueva vida, e incluso la voluntad de mantener firmes otras convicciones que ciertas clases sociales se empeñan en perpetuar.
            El propio Francisco Marín hace también sus pinitos, aunque menos que en la entrega anterior, puesto que anda retirándose de la vida literaria, pero la voz de su autor no se sustrae de ninguna de sus páginas, porque le necesitamos para ir recomponiendo el fresco social que se nos ofrece, y el misterio de un secuestro exprés que no salió tan bien como se había planeado.
            Un aire canónico de novela negra balear que esperemos siga teniendo continuidad y mostrando esta buena salud que han transmitido las dos novelas de Francisco Marín.

domingo, 8 de diciembre de 2019

LA LLAVE 104 - PAZ CASTELLÓ


VIRGINIA RIVES

Entrar en los secretos de la conciencia que pueden oscurecer la venganza o el triunfo social es uno de los objetivos de esta novela

 Si alguien se ha preguntado alguna vez si el mal es congénito o se puede aprender, debería leer a no mucho tardar esta nueva novela de Paz Castelló, la autora alicantina que ya nos sorprendiera con ‘Mi nombre escrito en la puerta de un váter’ y ‘Dieciocho meses y un día’. Como si ella hubiera decidido descender por su particular escalera de Jacob, hemos pasado del plagio literario a la agorafobia para llegar a la maldad como supervivencia, o tal vez no, el lector tendrá que decidir si el camino vital de Virginia Rives tiene más de una que de otro.


Pero no es cuestión de hacer pensar a nadie que esta novela podría ser metafísica, que no lo es, sino demostrarle que es mucho más humana, y que tiene una trama de misterio muy poderosa, de la que poco a poco se va adueñando esta mujer a la que conocemos desde bien pequeña, y a la que acompañaremos en su fulgurante ascenso social, todo ello con un ritmo narrativo vivaz y una superposición de planos orales que nos llevan a saltar levemente en el tiempo cuando es necesario.

De la Extremadura más profunda a la costa mediterránea más cosmopolita, de la miseria al lujo y a una deslumbrante aparición en la política, del tremendismo más brutal a la corrupción valenciana, de un extremo al otro nos lleva Paz Castelló hablándonos de la existencia de esta mujer, de lo que dejó atrás y de cómo logra revolver las vidas de todos aquellos que tienen la suerte, o la desgracia, de cruzarse en su camino, ya sea por la vía sentimental o por la puramente especulativa, ya sea rendidos a sus encantos o impulsados por turbios y ambiciosos manejos sociales o políticos.

Hay que reconocer que Virginia Rives no es un personaje empático para el lector, pero no debe serlo, a juzgar por lo que Paz Castelló pretende hacer con ella: mostrar hasta dónde puede llegar el camino de la manipulación, del deseo de huir, de la venganza, del sufrimiento que a veces provoca la supervivencia, de cómo se puede enterrar un secreto, o cientos si hace falta, con tal de que no ensombrezcan el camino que nos hemos marcado.

Una vez más la autora rasca en nuestras conciencias, y nos pone delante situaciones frente a las que hay que plantar muy bien los pies en el suelo antes de actuar, frente a las que debemos tener siempre mucho cuidado antes de plantearnos siquiera la posibilidad de hacer más de una pregunta incómoda para nuestras conciencias.

‘LA LLAVE 104’. Paz Castelló.
Editorial: Umbriel. Madrid 2019.
349 págs. 17’10 euros.

(LA VERDAD, "ABABOL", 07/12/2019)

FLORES MUERTAS - JULIO CÉSAR CANO

FLORES MUERTAS de Julio César Cano por Antonio Parra

Título
Flores muertas.
Datos publicación
Ediciones Maeva Noir. Madrid 2019. 372 págs.
 Datos del autor
             Julio César Cano (1965, Capellades, Barcelona) empezó a escribir después de trabajar durante años como músico y mánager de grupos. Es conocido, sobre todo, por su serie del emblemático inspector Monfort, ambientada en Castellón, donde el autor vive actualmente con su familia. Flores muertas es el cuarto caso, que sigue a Asesinato en la plaza de la Farola, Mañana, si Dios y el diablo quieren y Ojalá estuvieras aquí. Esta novela es, además, un homenaje al mundo de la música.

Sinopsis de la obra

            En mayo de 2008 el grupo indie Bella & Lugosi realiza un exitoso tour que termina en el nuevo Auditorio de Castellón. Antes de cantar el último tema, una versión de los Rolling Stones, el vocalista, Joan Boira, se retira un momento al camerino, del que ya no saldrá con vida.
            El inspector Bartolomé Monfort apenas ha tenido tiempo de asimilar la muerte de su madre, cuando debe incorporarse a la investigación de la muerte de Boira, cuya causa parece ser una sobredosis por heroína, algo extraño porque no consumía drogas ni bebía alcohol. Monfort acude al lugar del crimen junto a Silvia Redó, que ha ascendido a subinspectora. En colaboración con el nuevo agente de la Científica, Robert Calleja, Monfort y Redó investigarán un caso repleto de intriga y giros inesperados.

Reseña
Monfort y la música

            Cuarta entrega de la serie del inspector Monfort, o lo que es lo mismo, Castellón en la palestra negra, tal y como ya  nos tenía acostumbrados Julio César Cano, con esa delicadeza que muestra a la hora de pasear por la ciudad levantina, incluso por su provincia, pero también cuando se trata de mostrar cómo andan las vidas del propio Monfort y sus compañeros y superiores, Silvia Redó, Terreros, García, el forense Morata, o Calleja, el nuevo, una jugosa y gaditana incorporación, y por supuesto el comisario Romerales. Todos ellos forman un universo, mejor dicho, una familia que los habituales lectores de Cano reconocerán con agrado, y que los nuevos encontrarán de lo más acogedora.
            Un cantante muerto, un grupo, Bella & Lugosi, descabezado por segunda vez, unas flores muertas, un escritor acuciado por el miedo y las drogas, una historia antigua en la que los malos tratos y la sangre camparon a sus anchas. De todo ello va teniendo noticia el lector en su momento, poco a poco, con dosificaciones medidas para que nos hagamos una composición de lugar casi a la vez que el propio Monfort, quien ha arrancado la novela con una importante sacudida familiar y al que acechan algunas sombras físicas.
            Hablamos, por tanto, de evolución, de una serie que ha ido cumpliendo años, pero también de un homenaje hacia la música del que quizá tenga que responder el pasado del propio autor. Hablamos también de sueños rotos, de venganzas postergadas, de traiciones, de si en verdad el mito aquel de sexo, drogas y rock and roll se puede dinamitar o sigue aún en vigor.
            Y siempre, con la exquisitez característica de un personaje sobrio, amigo del buen yantar y del buen beber, amigo también de la música, un hombre a ratos bastante solitario –aunque no siempre- que en cambio tiene una virtud de la que carecen otros investigadores, una enorme paciencia para escuchar a los suyos. Sólo así nosotros también podemos escuchar y caminar a su lado por la urbe castellonense, lo demás es literatura, nada menos, como la alternancia de voces narrativas, para que quien anda buscando justicia nos cuente por qué lo hace, o como la mesura en el avance de la trama, la ambientación y el ritmo idóneos, que nos dejarán plantados en su momento ante el correspondiente final.
            Hay novelas negras que inducen al vértigo, y otras en cambio a la reflexión, para que alternemos lo social con lo humano, para que le veamos las miserias a la otra cara de la realidad, para que los sospechosos sean más sospechosos que nunca aunque sólo uno termine siendo el culpable del crimen. Las otras culpabilidades están en la esencia humana, lo bueno es que Julio César Cano también es capaz de mostrárnoslas.