UNA NOCHE EN LA ÓPERA
- Dice que... la parte contratante de la primera parte será considerada como la parte contratante de la primera parte. ¿Qué tal, está muy bien, eh?
- No, eso no está bien. Quisiera volver a oírlo.
- Dice que... la parte contratante de la primera parte será considerada como la parte contratante de la primera parte.
- Esta vez creo que suena mejor.
- Si quiere se lo leo otra vez.
- Tan solo la primera parte.
- ¿Sobre la parte contratante de la primera parte?
- No, solo la parte de la parte contratante de la primera parte.
- Oiga, ¿por qué hemos de pelearnos por una tontería como ésta? La cortamos.
- Sí, es demasiado largo. ¿Qué es lo que nos queda ahora?
- Dice ahora... la parte contratante de la segunda parte será considerada como la parte contratante de la segunda parte.
- Eso si que no me gusta nada. Nunca segundas partes fueron buenas. Escuche: ¿por qué no hacemos que la primera parte de la segunda parte contratante sea la segunda parte de la primera parte?”
Los autores de este genial diálogo eran Groucho y Chico Marx, pero bien podían haberlo pergeñado los gnomos diabólicos que conviven dentro de la cabeza de la insigne ministra Magdalena Álvarez. Vamos, que el Ministerio de Fomento (¿quién sabe qué es lo que fomenta?) parece aquel camarote atiborrado de sinsentidos que veíamos en la pantalla, y para colmo, además de las barrabasadas que dicho ministerio va cometiendo día sí y día también, es absolutamente imposible comprender alguna palabra cada vez que la querida señora habla en público, aquejada de un parasitismo lingüístico ante el que uno ya no sabe si apiadarse o montar en cólera. Hay docenas de vídeos en la red que lo atestiguan.
Las primeras veces que nos deleitaba con su ilustre verborrea, lo reconozco, casi provocaba cierta simpatía, pero al descubrir que es algo crónico, uno empieza a pensar en cualificaciones, amiguismo y hasta dimisión. Da igual que el AVE se hunda en misteriosos socavones, que Barajas se cierre o se enhuelgue, que llueva, nieve o truene, la interfecta pertenece al orden, tan desconocido en nuestro país, de la garrapata pertinaz, esa figura que le hace sangre a la poltrona de tanto clavarle las uñas.
Así que no nos queda otra que rezar para que la naturaleza nos respete, porque aquí nadie asume sus responsabilidades, somos doctores en expulsiones de balón y en manejo de ventiladores excrementicios, pero no pasa nada, nunca pasa nada, en cualquier otro país sería una más a engrosar las listas del paro. Aquí deja a los hermanos Marx como aprendices del surrealismo. En la famosa escena, Groucho le pide a Chico que firme el contrato, éste le dice que no sabe firmar, y él le responde: “es igual, la estilográfica tampoco tiene tinta”. Pues eso, esta mujer delira constantemente, pero es igual, tampoco un político español tiene que saber gobernar. Y además, dos huevos duros.
2 comentarios:
Desde luego... vaya trayectoria estelar que tiene esta mujer ...
En el gobierno debería retirarse más de uno (y no porque lo incite nadie, sino por voluntad propia).
besos
Para dimitir hay que tener.... Verguenza torera como poco y ese bien, escasea muchoooooooooooo.
Saludos
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