Entro en un bar para sumergir la pluma en un café y seguir escribiendo. Cuando no hay gente, y no hay gritos, es la televisión la que adoctrina desde lo alto a todos los oídos ciegos. Desde la pantalla brotan portadas de alguna mujer desnuda, los programas vomitan mentiras y supuestas noticias sobre las vidas de quienes llegan a la fama por no hacer nada. Se ofrece un número de teléfono para que el espectador llame si alguien de su familia le ha engañado, o si cree que la nueva mujer de su padre, treinta años más joven, se ha casado con él para estafarle y desheredar a los hijos, hay testimonios de gente anónima que exporta sus heces por las tuberías catódicas, y que luego finge en directo un pudor que nunca ha conocido. Hace tiempo que dejé de preguntarme por qué se emiten ciertas cosas, al menos he aprendido a esquivar la basura y desterrar las náuseas, pero no dejo de sentir lástima por los que miran hacia arriba, hacia el carísimo y podrido plasma, y degluten sin rechistar su vespertina dosis amnésica.
ANTONIO PARRA SANZ (Madrid 1965), profesor de Lengua y Literatura, de Escritura Creativa y crítico literario. Novelas: Ojos de fuego, La mano de Midas (Premio Libro Murciano 2015), Los muertos de las guerras tienen los pies descalzos; Acabo de matar a mi editor, Dos cuarenta y nueve y Entre amigos (Serie Sonia Ruiz 6). Relatos: Desencuentros, El sueño de Tántalo, Polos opuestos, Cuentos suspensivos, Malas artes. Artículos: La linterna mágica, Butaca de patio. Ensayo: Tres heridas.
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jueves, 28 de enero de 2010
TRAMPANTOJOS
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5 comentarios:
Me has tocado la fibra: ellos viven en mi casa. Cómo duele ser consciente de eso.
Magnifica la imagen.
Salud
Cuanta razon tienes.....deberían prohibir ciertos programas, incluso canales enteros...jejejee.
La imagen muy ilustrativa....
Cuando voy a casa de mi madre, después de comer suelo dormirme o leer. Todo con tal de no prestar atención a ese muestrario impúdico.
Hola, Antonio. Vengo por primera vez a tu blog, desde el de Rubén. Y aparte de saludarte, digo que yo también me lo dejé de preguntar. Sencillamente, lo ignoro. No es que mire para otro lado, es que ni me entero de nada. Por fortuna puedo hacerlo.
Querida Fuensanta, bienvenida a este rincón, reconforta saber que somos unos cuantos los que aún vemos las cosas sin anestesia, aunque duelan. Un placer tenerte por aquí.
Y a los demás, pues eso, que hay mucha basura catódica, pero lo peor, creo yo, es que haya gente que demande esos programas y que incluso vaya a participar en ellos, pero así nos va.
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