Dicen que si uno se sienta con mucha paciencia a la orilla de un río, tarde o temprano verá pasar flotando los cadáveres de sus enemigos. El problema es que esos enemigos conocen también el proverbio, lo cual dará lugar, por fuerza, a una serie de esperas eternas, salvo que algún ingeniero diabólico de la venganza dé con el sistema perfecto para construir una estructura de esclusas capaces de empujar el resentimiento y la longevidad río arriba.
5 comentarios:
Me despertaste la risa...
Pues sí, lo mejor es lo que propones o, directamente, no tener enemigos (si se puede conseguir, claro).
Besos.
Eso de no tener enemigos, amiga Isabel, es muy difícil, salvo que uno sea de esas personas que dicen a todo que sí, pero bueno, no sé quién decía que medía la grandeza de un ser humano por el calibre de sus enemigos.
Para eso hace falta paciencia, y el día q la repartieron, yo falté.
Eso, querida Sara, nunca se sabe, y no eres la única que carece de paciencia, sobre todo cuando se nos cruza en el camino algún imbécil, entonces uno duda entre suspirar y mirar hacia otro lado, o explotar y quedarse a gusto. Saludos y bienvenida.
Pues quedémonos con que mejor no tener enemigos ingenieros, sobre todo si son impacientes.
Un abrazo.
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