Dejo aquí la reseña sobre mi novela que publicó Antonio Ortega en La Verdad, el sábado 14 de Abril. Aprovecho para darle las gracias por su palabras.
LA NOVELA DE UN ASESINO EN SERIE
11/4/2012 Antonio Ortega
La prosa exuberante, culta y densa de Antonio Parra (Madrid,
1965, y afincado en Cartagena) se acelera al tiempo que la trama policiaca se
adentra en la selva del mal, hasta encontrarse con los ojos del asesino.
Elisa Montes apacigua a los noctámbulos en su programa de
radio, 'La sonrisa de la luna', al que llama un iluminado que confiesa con
frialdad una serie de crímenes. El detective Alonso Marquina se hace cargo del
caso como si fuese el último de sus fracasos, mientras desahoga en alcohol las
penas de familia, una mujer ausente y una hija perdida. El desasosiego y la
soledad de la madura locutora es un buen caldo de cultivo para la mente
enfermiza de Denis, su peligroso interlocutor. El trío de protagonistas está
marcado por la culpa de unas vidas truncadas, los tres son personas solitarias,
tienen un pasado que olvidar y un futuro desolador.
Antonio Parra ha conseguido ensamblar una excelente novela
policíaca, la novela de un asesino en serie, de una popular periodista atrapada
en el universo de las ondas y de un policía fracasado como Carvahlo de Vázquez
Montalbán o Bevilacqua de Lorenzo Silva, o como el mismo Sergio Montes de su
anterior novela 'Ojos de fuego'. Enfrente hay un maniaco que lee el
'Apocalipsis' y descuartiza mendigos como Patrick Bateman en 'American Psicho'.
El ritmo trepidante de la segunda mitad de la novela, casi
cinematográfico, nocturno, de la ciudad de Cartagena, nuevo espacio mítico, es
ignorado por los ojos glaucos del joven mensajero que, con la música de Vivaldi
en sus auriculares y a lomos de una vieja moto, busca víctimas al azar por la
geografía carnavalesca de sus calles. Como los ninjas vengadores de Murakami.
Pero la mirada de nuestro escritor se posa en los detalles
que hilvanan la cadena de la vida y de las gentes de la ciudad y así
descubrimos la placidez de la burguesía cartagenera en las amigas que se reúnen
en el Gran Café; la aséptica soledad de los pacientes del hospital y del
geriátrico; la sordidez carnal de los prostíbulos del puerto; la sempiterna
lucha de poder en la comisaría. No faltan algunas gotas de humor en los
diálogos de máxima tensión y una cercana reflexión metaliteraria con el
pseudoescritor Prado, quien pone nombre al asesino y rehace con desgana una
reseña en 'La Verdad'.
Una novela agria, dura, como la vida inquietante que nos rodea. Una
novela de género con los ingredientes de un largometraje realista y
comprometido. Enhorabuena.
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