Sabor amargo
Ha
cerrado Petros Márkaris con esta novela su ‘Trilogía de la Crisis’, y lo ha
hecho con unas predicciones y unos augurios que ojalá no lleguen a cumplirse,
ya que situó la acción en los inicios de un convulso 2014, en el que los
aliados del Sur, Grecia, Italia y España, habrían renunciado al euro
resucitando sus antiguas monedas, para tratar de construir así un frente común
que plantase cara a la todopoderosa Alemania.
Tras
las dos novelas anteriores, Con el agua
al cuello y Liquidación final, el
comisario Jaritos ve cómo su sueldo ha pasado de recortado a muerto, y al mismo
tiempo que la infatigable Adrianì es capaz de cocinar a diario para dos
familias, él tendrá que aprender a manejarse en un entorno cada vez más
enrarecido, en el que las manifestaciones ya parecen más ineficaces que nunca,
y en el que, por desgracia, están germinando de nuevo las peores semillas de la
Europa del último siglo: los nazismos totalitarios y demás amaneceres dorados
que pretenden limpiar Grecia de inmigrantes.
El
panorama ha ido ennegreciéndose, y se volverá aún más turbio cuando empiecen a
aparecer cadáveres vinculados con los “Hechos de la Politécnica”, la revuelta
universitaria que en 1973 decidió plantarle cara a la dictadura militar.
Jaritos no puede evitar inquietarse ante la posibilidad de que aquellos tiempos
nefastos vuelvan a dominar Grecia, y tal vez eso le haga mirar casi sin ver el
horizonte que muchos jóvenes, incluyendo a su propia hija, tratan de dibujarle
al país.
Aun
así, la trama, como bien se encarga de manejar Petros Márkaris, irá y vendrá de
las reivindicaciones político-económicas a los avatares puramente policiales, y
Jaritos, aunque los años también han hecho mella en él, seguirá adelante con el
mismo tesón de siempre. Eso sí, sin poder desprenderse de una sensación
bastante amarga en el paladar de su conciencia.
Pan, educación, libertad. Petros Márkaris.
Tusquets. Barcelona 2013. 253 páginas. 18 euros.
No hay comentarios:
Publicar un comentario