La niebla
Esta
metáfora de la Guerra Civil y de los años posteriores es la que late en las
páginas de esta novela, y gracias a ella Mateo Díez nos presenta una galería de
personajes entre los cuales podemos reconocer a toda la fauna española de la
época: los vencedores presuntuosos, los derrotados humillados, aquellos que
lidiaron con la derrota gracias a la resignación que da no mirar atrás, otros a
quienes la victoria también parece que se les está pasando, y en definitiva
unos y otros salpicados por las miserias humanas, por la ambición, el ansia de
poder, el deseo de hallar algún rastro perdido de amor entre las sombras, el
afán de intentar derrotar al tiempo inclemente, incluso la envidia que provoca
Ambrosio, con el saco donde guarda lo que la caridad le regala, libre a su
manera en esa madrugada eterna.
Toda
la novela está teñida de jirones de niebla, de testimonios truncos que se
completan a golpe de conversaciones como saetazos, a base de enigmas que nadie
parece conocer pero que todos sueñan con desentrañar, de recuerdos de una
existencia anterior, en el caso de Ambrosio Leda, y de trabajos extraños,
porque siempre son extraños los trabajos que se encargan de noche, al amparo de
cualquier esquina húmeda, donde habitan los fantasmas de una guerra esquiva y
los odios pretéritos.
La soledad de los perdidos. Luis Mateo Díez.
Alfaguara. Madrid 2014. 584 págs. 18’50
euros.
(LA VERDAD, "ABABOL", 24/1/2015)
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