DOCE LUNAS
PABLO DE AGUILAR
GONZÁLEZ
LO
QUE ESTÁ POR VENIR
1) Invierno
de 1936, ¿no sintió un poco de vértigo, o temor a que le saliera la típica
novela de la Guerra Civil?
Totalmente. De hecho, estuve a punto
de no escribirla. No había escrito sobre otra época que la actual, ya había
muchos libros y películas de la Guerra Civil. La gente tuerce el gesto cuando
dices que es sobre la Guerra Civil, como diciendo “¿Otra más?”… Por eso no
quise que fuera una novela sobre la Guerra, sino una novela sobre unos personajes
que pasaron por todo aquello. De hecho más que una novela sobre la Guerra
Civil, es una novela sobre el traslado del Museo del Prado, pero, sobre todo,
sobre gente normal, como tú y como yo.
2) Obviamente,
la memoria tiene en la novela un papel fundamental, ¿qué importancia le concede
Pablo de Aguilar a la memoria en la literatura y en la propia vida?
Cuando uno escribe, inventa. Pero esa
imaginación no sale de cualquier sitio, sale de todo lo atesorado durante la
vida. De experiencias, libros, películas, cosas que nos han contado. Después,
todo eso se introduce en un vaso de batidora y aparece esa especie de magia que
es la imaginación. Creo que sin memoria no habría creatividad (aunque los
estudiosos de la mente podrían contradecirme, no sé)
3) En
la novela hay personajes del lado oscuro que tienen un potencial narrativo muy
fuerte, como don Onofre, o su rival falangista, ¿es que le resulta atractiva la
cara del mal?
No es que me resulte atractiva, pero
cuando escribo me gustaría conseguir que mis personajes fueran “de verdad”. Y
no hay nadie totalmente malo, ni totalmente bueno. Todo el mundo tiene sus
matices. Estoy seguro de que un “malo” no piensa de sí mismo que es malo. Yo,
como narrador, intento no juzgarlos, espero que lo haga el lector. Decía Cela
que el escritor debe seguir a su personaje con un lápiz en la mano. Yo anoto,
transcribo y el lector juzga.
4) El
motor que hace girar a sus personajes aquí es el arte, ¿qué importancia tiene
para usted?
Soy de formación técnica y con muy
poca formación en arte. Cuando contemplo el arte, no lo hago con una visión
técnica como podría hacerlo un experto. No sabría hacerlo y tampoco quiero
aprender porque haría perder esa magia de contemplar un cuadro y dejar que me
cuente su historia (quizá por eso me gusta menos el arte contemporáneo, por no
entenderlo, no saber descubrirle la historia), o escuchar música (de cualquier
tipo) y dejarme emocionar. Al fin y al
cabo, en mi opinión, se trata de eso, de emocionar, de hacer sentir. A
mí el arte me reconforta, me ayuda a salir del mundo técnico en el que vivo, en
el que ya vivimos todos.
5) ¿Tuvo
claro el destino de los principales personajes desde el inicio? Me refiero a
Fidel, Lisandro, Magdalena y Victoria.
Puede que lo tuviera claro. Tan claro
como que después no se cumplió el destino previsto al principio. Puedo hacer un
esquema inicial de lo que va a pasar, pero después los personajes crecen, yo
los conozco mejor, y empiezan a tomar caminos que yo ni siquiera había
imaginado. Entonces planteo otro pequeño esquema y vuelta a empezar, y así una
y otra vez hasta el final.
6) Magdalena
es una prostituta, ¿qué le hizo inclinarse por ella como narradora de esta
historia?
Cuando Magdalena apareció en la
primera escena, una escena que ni siquiera recuerdo por qué la escribí, puede
que como precalentamiento, ya vi la fuerza que tenía. Y aquí viene la parte
esquizofrénica del escritor: tuve una discusión con ella. Ella me pedía contar
esta historia y yo le decía que cómo la iba a contar, que necesitaba un
narrador omnisciente y, además, ella es mujer y me planteaba más dificultades
meterme en la piel de una mujer, por razones evidentes. Ella me aseguró que se
enteraría de toda la historia para poderla contar. Y cumplió. Y así empieza el
libro: “Las historias las cuenta quien las vive”
7) Una
pregunta comprometida, ¿qué le habría pedido la conciencia a Pablo de Aguilar
de haber tenido que vivir la Guerra Civil?
No soy un tipo valiente. Una frase,
una especie de coro griego, se repite durante la novela y dice: “Cada uno hace
la guerra como sabe”. Yo huyo de los radicalismos de cualquier tipo y en la
Guerra se radicalizó todo. Quiero pensar que hubiera ayudado en la manera de lo
posible a la democracia haciendo la guerra como mejor hubiera sabido.
8) Si
tuviera que definir esta novela con pocas palabras, ¿cuáles predominarían:
amor, deber, arte, Historia, dolor?
9) ¿Qué
es lo que verdaderamente le impulsa a la hora de escribir? Y ya de paso, ¿qué
obra de las grandes le hubiera gustado firmar?
Lo que me impulsa es un anhelo de
creatividad. También de salir del mundo y vivir otras vidas. Olvidarme de la
informática que ocupa casi todo mi tiempo. Si tuviera que elegir un solo libro
que me hubiera gustado firmar sería, sin duda, La ciudad de los cazadores tímidos de Tom Spanbauer.
10) Creo
que es usted un gran lector, ¿a qué obras o autores les debe dar las gracias
por sus influencias?
Una vez Paco López Mengual dijo de de
mí que soy el más americano de los escritores murcianos. No sé, puede que tenga
razón. Y si es así, se debe sobre todo a la influencia de Tom Spanbauer. Por
otro lado, como siempre digo, no sé cuánto me influirán los grandes nombres que
leo, pero sí que me influyen mucho los que tengo más cerca y con los que puedo
intercambiar opiniones, como el mismo Paco, Manuel Moyano, Elías Meana, Mónica
Rouanet, Julia R. Robles…
11) Háblenos
de lo que está por venir en su carrera, ¿en qué anda metido ahora mismo?
Pues hace unos años visité Úbeda y
allí me encontré con la Sinagoga del Agua. Un lugar mágico descubierto hace
pocos años que recomiendo a todo el mundo. Se trata de una sinagoga que había
estado oculta durante quinientos años y que, además, está justo al lado de la Casa
de la Inquisición. ¿Una sinagoga sin destruir junto a la casa del inquisidor,
puede que con acceso directo? Mientras el guía nos la mostraba, yo ya estaba
pensando en una doble historia: ¿por qué la ocultaron?, ¿cómo la descubrieron?
12) ¿Cómo
convencería a un lector que no le
conozca para que se acerque a esta novela?
Siempre digo que a mí lo que me
gustaría conseguir en mis novelas es hacer sentir al lector. Y cuando hablo de
sentir no hablo de ñoñerías, o, al menos, no sólo de eso. Se puede sentir amor,
odio, ternura, asco, indignación, intriga… Si a alguien le gusta este tipo de
lectura, puede darle una oportunidad al libro.
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